CAPÍTULO LI. ¿Lobo está?

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—¿¡Tienes novia!? —gritó sobreactuando y regalándole la exclusividad de sus ojos completamente cristalizados, mientras el público se quedaba con el tierno azul de los ojos de Juan, pero captando su transparencia en el tono de su voz anudada y el pulso levemente tembloroso con el que intentaba mantener el celular.

—Tengo novia —confirmó con una esplendida sonrisa que continuaba derritiéndola.

—¿Ya ven? —regresó la atención a su teléfono —el güero nos rompió el corazón a todas —dramatizó —oye, ¿y estás muy enamorado? —aprovechó la situación para jugar.

—Completamente —dijo con seguridad y un espectacular brillo en los ojos —esto probablemente salga en todos los portales —rió —pero sí, estoy muy enamorado —respondió enfatizando en ese muy que a ella la dejó sin aire.

—Ay qué bonito —intentó decir con voz clara. Pero no pudo. Estaba muy emocionada como para poder fingir. Sentía su corazón acelerado y luego de devolverle el mate se llevó una mano al pecho en un vano intento por calmarlo, gesto que llamó la atención de todos sus verdaderos conocedores. Seguramente no tardarían en circular entre ellos teorías diversas y disparatadas sobre el motivo del ademán. Tragó saliva intentando pasar ese nudo que le estrujaba las cuerdas vocales y le impedía hablar —mira, aquí todos deseándote felicidades —comentó —sí se lo merece, ¿verdad? —comentó y segundos después percibió su cercanía fingiendo que simplemente se acercaba al plano cuando lo que en verdad hacía era abrazarla.

—Qué lindos. Ojalá todos encuentren a una persona que les ilumine la vida como yo la encontré a ella —soltó emocionándola aun más. Una cosa que agregara y no podría contener ni el llanto ni las ganas de abrazarlo.

—Oigan —dijo mirando alrededor fingiendo que los buscaban para seguir trabajando —ya nos tenemos que ir a chambear. Más tarde volvemos. ¿No, muñequito?

—Claro, al rato volvemos. Les mandamos un beso grande. Cuídense.

—Bye —saludó en un cantito, moviendo la mano. Y creyendo que había cortado la transmisión, lo tomó de la mano con la delicadeza de quien no quiere ser descubierto pero tampoco puede reprimir sus deseos. El gesto alcanzó a verse y aunque antes de dirigirse nuevamente a él, comprobó y le puso el correcto fin al video, no habría nada que impidiera que los fans de la pareja se ilusionaran —¿puedes venir un momento?

—¿A dónde?

—A cualquier lugar donde podamos hablar —lo tomó del brazo y caminaron como si nada por los laberintos que formaban las estructuras de los distintos sets que construían la gran casa de la familia hasta dar con un recoveco sin gente y casi sin luz —aquí está bien —se escondió detrás de una falsa pared.

—Mi amor, ¿qué...? —no consiguió formular la pregunta. Su boca fue bruscamente interrumpida por un voraz beso en el que consiguió expresar todo lo que debió contener minutos antes —muñeca —dijo como pudo, sin interrumpir el beso —nos pueden ver.

—No me importa —respondió al separarse mínimamente, permaneciendo colgada de su cuello mientras él le sujetaba fuertemente la cintura —¿es cierto lo que dijiste ahí? —preguntó acariciándole el rostro con suavidad.

—Cada palabra que dije —sonrió y luego la besó con ternura —y las que no dije, también.

—¿Y qué no dijiste?

—Que soy el hombre más afortunado que existe —besó su frente —que te amo con locura —besó ahora la punta de su nariz —y que muero de ganas de hacerte el amor —pronunció, y luego se alimentó de sus labios hasta quitarle el aire. Sintieron ruidos cerca y se apartaron.

CAMERINOS DE FUEGO *Un amor a escondidas*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora