CAPÍTULO XL. Tierra de por medio

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Desde aquella noche en el auto no supo nada de él sino hasta cinco días después, cuando por primera vez en lo que iba de su viaje subió una foto a su cuenta de instagram. No fue capaz de descifrar el mensaje de la imagen. Una botella de vino y dos copas servidas enmarcadas por la magia de las sombras nocturnas y una descripción que, en un primer momento, no le decía nada. "Cafayate y sus lugares... secretos o no!!! Una gran experiencia". Decidió averiguar de qué se trataba y entró a la cuenta que había sido etiquetada, descubriendo una casona antigua, restaurada y convertida en restaurante. Hasta ahí, su mente solo registraba la nocturnidad del ambiente y las dos copas de vino. Por curiosidad, decidió indagar un poco más y consiguió saber que Cafayate es una localidad de la provincia argentina de Salta. Juan no estaba en su Tucumán natal. Mientras continuaba con los ojos clavados en aquella foto, por su mente pasaron muchos pensamientos, anudándose unos con otros hasta que consiguió salir de ellos por el timbre de mensajes de su celular. Una grata sorpresa.


**


—¿Cómo estás, preciosa? —saludó con mucho ánimo.

—Muy bien —dijo luego de darle un abrazo —¿y vos? —quiso saber Mía.

—Bien. Pasa —la invitó marcando el camino hacia dentro con su mano extendida —estaba por hacer algo de ejercicio.

—Qué bueno. ¿Qué actividad? ¿Cinta? ¿Bici? ¿Abdominales?

—Nada de eso, al menos no hoy. Pensaba bailar un poco, eso me ayuda mucho.

—¿Te ayuda a....? —quiso saber.

—A todo —le informó —pero especialmente a levantar el ánimo, a liberarme. Eso busco cuando bailo lo que sea...libertad —dijo gesticulando mucho. Notó que Mía sonrió en aquel momento —¿qué pasó?¿dije algo?

—No es lo que dijiste sino lo que hiciste.

—No te entiendo.

—Tu forma de gesticular —aclaró —te invaden los genes —dijo simpáticamente.

—¿Puedes creer que no me doy cuenta? —dijo sonriente —mira que mis hijos crecieron conmigo todo el tiempo y todavía se asombran, así como tú. Y yo les digo "esto es culpa de su abuela" —rió —pero nunca lo noto, solo...me sale.

—Me encanta verte. Bueno ¿y qué vas a bailar? ¿Me invitás a ver?

—Claro, y si te animas, lo intentas —caminaron en dirección a lo que hacía ya un tiempo había dejado de ser el comedor.

—¡No! —gritó sorprendida —¿Es joda?

—¿Te animas? —la desafió señalando el tubo de pole dance.

—Primero necesito verte acá, en vivo y en directo —aclaró —después veo si me animo.

—Ok, déjame poner algo de música.


**


—Estoy impresionada —comentó.

—¿Impresionada bien o mal? —preguntó entre risas.

—¡Bien! Por supuesto. ¿Vos te viste? Lo hacés espectacular.

—Gracias —dijo amablemente —todavía estoy aprendiendo. Siempre estoy aprendiendo.

—Eso me encanta de vos —dijo con firmeza.

CAMERINOS DE FUEGO *Un amor a escondidas*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora