CAPÍTULO LXIV. Finales y comienzos

1.9K 62 406
                                    


Su complicidad era infinita. Sabían exactamente qué decir y qué hacer para generar momentos agradables. Y es que solo debían ser ellos mismos. Sin poses, sin máscaras. Solo eran ellos. Siempre fueron ellos y por eso cayeron rendidos, juntos, en esa red. La red del amor. Risas auténticas y corazones alegres fueron los verdaderos protagonistas de aquella velada, mucho más sus nombres y su estatus de figuras públicas. Comenzaban a destaparse, aunque no del todo.

—Muñeca —habló él en un susurro —¿te molesta si nos vamos?

—Claro que no, amor. ¿Te sientes mal? ¿Pasó algo? —se preocupó.

—No —sonrió para aliviarla —bueno, sí pasa algo pero estoy bien.

—No te entiendo.

—Luego te digo —hizo una seña y pidió la cuenta. Pagó y salieron de allí igual que como entraron. Sonrientes y cómplices. Les acercaron el coche y luego de su gesto caballeroso, rodeó el auto, subió y tomaron camino rumbo a la casa de Itatí.

—Juan —rompió el silencio luego de haber marchado unas seis cuadras.

—Dime —la miró unos segundos, le sonrió y redirigió la vista al camino.

—¿Me vas a decir lo qué te pasa?

—Sí, espérame —buscó un lugar para estacionar y miró alrededor. La soledad de la noche los abrazaba. Colocó el freno de mano, respiró profundo y se desabrochó el cinturón de seguridad —pasa que... —tomó su rostro con su mano izquierda y habló muy cerca de ella —estaba que moría por besarte —soltó con la respiración alterada.

—¿Y por qué no lo hiciste? —preguntó tomándole también ella el rostro.

—Porque estábamos en un lugar público y no...

—Mi amor —lo interrumpió con su voz más enamorada que siempre —la próxima vez que quieras besarme —acariciaba su mejilla con suavidad mientras hablaba —solo hazlo —sonrió.

—¿Incluso ahora? —preguntó acariciándole el rostro con la nariz.

—Especialmente ahora —susurró entre sonrisas. Se acercaron lentamente, jugando a seducirse y luego de solo rozar sus labios un par de veces, Juan la devoró con todo el amor que pudo expresarle —¿te dije que me encantan tus besos? —preguntó con la respiración acelerada.

—No estoy seguro —sonrió y colocó su frente pegada a la de ella.

—Pues me encantan tus besos —repitió y luego le robó un pico.

—Y a mí los tuyos. Tienes —acarició sus labios con su dedo índice izquierdo —un arma letal ahí —jugó.

—¿Te parece? —seguía acariciándole la mejilla.

—No me parece. Lo sé —volvió hacia ellos y luego de morder ligeramente su labio inferior plantó un pico tierno —¿vamos? —sonrió.

—Vamos —se reubicaron en sus asientos, colocaron sus cinturones y continuaron el camino entre risas, coqueteos y buena música.


**


—Gracias, bonito —dijo apoyada en el marco de la puerta de su casa —me encantó nuestra cena —sonrió.

—A mí también —contestó pegando sus frentes —amo pasar tiempo contigo. Lo disfruto mucho —besó su frente y dio un paso hacia atrás.

—¿Y esa carita? —preguntó acariciándole la mejilla —tienes los ojos chiquitos. ¿Estás muy cansado?

CAMERINOS DE FUEGO *Un amor a escondidas*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora