Capitulo XL

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Por: Lena

7:00 p.m.

Luego de asegurarse que no requería ninguna otro tipo de asistencia médica el conserje del edificio se despidió y me dejo a solas con mi ángel.

Tenerla frente a mí me ponía demasiado ansiosa como para poder decir o hacer algo, pero al final resulto innecesario pues de la nada me encontraba fuertemente abrazada por la ojiazul quedando de rodillas. En sus brazos pude sentir nuevamente el cumulo de emociones que me había embargado desde que la conocí.

-No sabes el miedo que pase cuando vi que no me respondías- Comento abrazándome más escondiendo su rostro en mi cuello y comenzando a llorar.

-Oye, tranquila no pasa nada; ya estoy bien y todo gracias a ti- Trate de tranquilizarla algo que fue imposible cuando salió de su escondite y me miro más detenidamente fijándose en que por más que quise esconder mi falta de descanso me fue imposible.

-No has dormido bien. Más que pregunta fue una afirmación la cual no tenía contestación y por unos momentos vi culpa en sus ojos.

Sin decir nada tomo mi mano y me llevo a la recamara donde, casi casi, me ordeno cambiarme de ropa y tratara de dormir mientras ella me arropaba con la manta de la cama.

-No me dejes sola- Suplique cuando note sus intenciones de salir de la recamara.

No dijo nada, pero pude escuchar unos zapatos caer y sentí cuando retiro un poco la manta para luego taparnos a ambas colocándose detrás de mí.

-Siempre estaré contigo- Comento abrazándome y depositando un beso en mi nuca.

10:00 p.m.

No recuerdo en que momento me quede dormida, pero en el momento en que desperté sentí la ausencia de mi ángel lo cual me lleno de un terror inexplicable y el cual me impulso como resorte fuera de la cama acto del cual me arrepentí en el segundo en que me sentí mareada.

-LENA. En menos de un segundo tenía los brazos de Kara alrededor de mí.

-¿Dónde estabas? Diste que siempre estarías conmigo. No podía controlar mis lágrimas y a este paso no me importaba, todo el estrés que había acumulado en la semana me estaba pasando factura y no había forma de calmarme yo sola.

Poco a poco mi cuerpo fue cayendo junto al de mi ángel que no me soltó en ningún momento. 

-Tranquila, estoy aquí, solo fui a pedir un poco de comida y también le llame a Alex para decirle que no voy a llegar a dormir. Después de eso ninguna de las dos dijo nada quedando en una atmosfera tranquila en donde solo se escuchaba la voz de mi ángel que cantaba una canción de cuna.

-Regresemos a la cama- Me pidió levantándonos a las dos y nos volvimos a  sin que Kara dejara de cantar lo cual agradecí pues su voz sonaba tan dulce haciéndome sentir como hace mucho tiempo no solía hacerlo; la única vez que me sentí con ese dolor de soledad fue cuando llegue al internado con solo una maleta, pero completamente sola. Era sorprendente que ni cuando murió Sam me sintiera así, pero a pesar de su partida una pequeña parte de mí ya se había resignado a perderla igual que me paso con mi madre biológica, en ambos casos se me había dicho que existía una gran posibilidad de que no sobrevivieran y a pesar de luchar contra eso una parte de mi estaba lista para resignarme y tratar de curar las heridas dejadas, pero nada de lo que representaba Kara Danvers me lo esperaba y mis emociones actuaron en consecuencia a su ausencia.

Lex solía decirme que a veces me tenía envidia, pero no por mi inteligencia (Ya que ambos teníamos el mismo cerebro y astucia) el envidiaba mi capacidad de mostrar mis emociones y recuperarme a cualquier cosa que las atacara; él nunca supo de mis ataques de pánico, de hecho nadie de mi familia lo supo. Si no hubiera sido por una compañera del internado yo no hubiera podido sobrevivir a esos ataques y a aprender no solo a controlarlos los ataques de pánico, sino, también michas cosas de mi misma que hoy forman parte de mi personalidad, aunque a veces que solo había mostrado ante Sam ‘‘Tal vez Sam ya no sea la única’’

10:30 p.m.

No duramos mucho en la cama ya que el repartidor rompió la burbuja en la que estábamos sumergidas obligando a mi ángel a tener que levantarse y por ende levantarme a mí.

Kara había pedido pizza hawaiana y a pesar de no ser mi favorita no pude evitar disfrutarla después de todo era la primera comida a la que realmente le encontraba sabor desde hace una semana, ya que a pesar de estar comiendo (relativamente bien) no le encontraba sabor a la comida; realmente pase una semana comiendo más por impulso que por gusto, la pizza la acompañamos con agua de frutas y a pesar de que me hubiera gustado una copa de vino mi ángel no me dejo argumentando que no era bueno tomar tanto alcohol.

 Mientras comíamos sentadas en unos bancos en la encimera de la cocina no pude evitar ver que mi rubia no dejaba de intercambiar miradas entre su rebanada y yo.

-¿Qué quieres decirme Kara? Por un instante temí que dijera que se iba, realmente no me sentía capaz de pasar la noche sin ella, pero tampoco sería capaz de obligarla a quedarse si ese no era su deseo.

-Solo me preguntaba, ¿Es la primera vez que te da un ataque de pánico?- Pregunto bajando la mirada lo cual lacia parecer una niña pequeña.

Deje lo que me quedaba de pizza y levante su cara viendo en sus hermosos ojos se comenzaban a formar lágrimas.

-Lo siento, se supone que estoy aquí para hacerte sentir bien y ahora me pongo sentimental- Dijo quitando con el dorso de sus manos las pocas lágrimas que se habían escapado de sus ojos y tratando de dibujar una sonrisa que aunque era triste me encanto.

-No es la primera vez que me pasa, pero había pasado mucho desde la última vez- Conteste colocándole mi mano derecha en la mejilla y atrayéndola hacia mí para juntar nuestros labios en un suave y tierno beso que nos hizo sonreír.

-La primera vez que me paso fue cuando fui enviada al internado en Suiza.

Flashback

 

6 de noviembre de 1993

Había llegado un par de días antes a lo que sería mi hogar durante mínimo seis años y donde el próximo lunes comenzaría clases como la chica nueva.

Mi padre había argumentado que este internado era el mejor de toda Europa y que al ser mixto no solo conocería a señoritas y jóvenes de mi misma clase, sino que podría incluso conocer a mi futuro esposo, o por lo menos conexiones que beneficiaran a la familia como solía decirme mi madre.

Para mí fue la peor decisión que pudieron hacer con mi vida; no solo tenía que empezar el año escolar sola, sino que al ser nueva y sobre todo una Luthor sería el objetivo para cualquiera. Mi familia era una de las más despreciadas entre su círculo ya que al parecer cuando caes en desgracia no tienes derecho a seguir teniendo orgullo alguno, algo que todos nosotros teníamos hasta de sobra.

La directora del lugar se portó de lo más amable (o fingió ser agradable) y me mostro todos los alrededores para dejarme en el que sería mi recamara.

Justo cuando me dejo sola comencé a sentir que me faltaba el aire y sin poder controlarme me fui directo al baño agarrándome del escusado donde minutos después me encontró una chica que al notar mi estado y reconocer los síntomas me beso, siendo ella la primera chica a la que besaba o más bien ella fue la primera persona a la que yo había besado.

-Tranquila, vas a estar bien solo respira- Comento sobando mi espalda.

-¿Tú quién eres?- Pregunte, pues hasta donde me acordaba esta en mi baño.

-Soy Andrea Rojas, tu nueva compañera de cuarto. ‘‘¿Mi qué?

Alma GemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora