Capitulo II

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Por: Lena

Luego de mi arrebato todo se volvió más profesional, pero curiosamente menos incomodo, Kara había sacado una libreta y una grabadora de un bolso que hasta ese momento logre notar. La entrevista comenzó con la pregunta de oro ¿Por qué me había hecho cargo de la empresa que fundó mi hermano en Ciudad Nacional si nadie de mi familia siquiera me mencionaba?

Flashback

12 de julio del 2001

Justo al terminar la universidad tanto los padres de Jack como los míos habían acordado un matrimonio arreglado con el fin de juntar ambas fortunas y aunque en esa época Jack y yo éramos novios ninguno de los dos quería ser usado con ese fin. Y no era porque no lo quisiera ya que realmente llegue a amarlo, sino que no era la forma en que yo quería casarme además había algo que últimamente me estaba pasando con mi mejor amiga Samanta Aria. A ella la había conocido desde que iniciamos la universidad y era una de las pocas personas que me conocía de verdad.

Mi orientación sexual nunca había sido un secreto para nadie a mi alrededor, disfrutando tanto de hombres como de mujeres pasando la mayoría de mi carrera en ingeniería mecatrónica con algunos líos amorosos, hasta que me reencontré con Jack dos semestres antes de terminar la universidad cayendo en un irremediable romance.

19 de junio del 2001

Todo era perfecto entre Jack y yo a pesar de los planes de nuestros padres y nuestra constante negativa, hasta que Sam me comunico que había encontrado al amor de su vida y que se iría con ella a Londres al finalizar el verano, en ese instante pude sentir como si me lanzaran un balde de agua helada, algo dentro de mí se había despertado lo cual no ayudo más que para morir de celos cada vez que la veía con ese supuesto amor y cometer una locura solo para probar un punto.

18 de septiembre del 2001

Durante varias semanas atrás había intentado de todas las maneras posibles demostrarle a Samanta que no podía dejar su vida en Nueva York por un romance que (según yo) no tenía futuro, pero al no llegar a convencerla no tarde en llegar al extremo de pedirle a Jack que nos casáramos, el que aún estaba enamorado de mi acepto sin dudar de mis verdaderas intenciones. Recuerdo que al decirle mis planes a Samanta logre por fin la reacción que tanto anhelaba, aún recuerdo esa noche en la que sin ningún esfuerzo la ropa de ambas iba desapreciando, como nuestros cuerpos se hacían uno solo. No era la primera vez de ninguna de las dos, pero esa vez que la tuve entre mis brazos fue única.

19 de septiembre del 2001

Desperté sola en el departamento de Sam con veinte llamadas perdidas de mis padres y Jack. Me levanté, vestí y salí a arreglar el desastre que había creado solo por ella. Antes de llegar a casa de mis padres decidí hablar primero con Jack, pero al verlo me di cuenta de que no hacía falta, de alguna manera él lo sabía todo y a pesar de que le acababa de romper el corazón el me acompaño a casa para decirle a toda mi familia que la boda se cancelaba por mutuo acuerdo, eso fue lo que me lanzo fuera de mi familia y a el de la suya.

Actualidad

4:55 p.m.

Mientras una parte de mi mente vagaba por mis recuerdos el resto de mi cerebro continúo respondiendo a cada una de las preguntas que la rubia me hacía, indagando solo por la superficie mi vida personal y más afondo lo relacionado a mis futuros proyectos.

-Creo que con eso es más que suficiente señori... Lena.

-Me alegra que todo saliera bien- Respondo mientras ambas nos ponemos de pie y nos dirigimos juntas a la puerta.

-Gracias por tu tiempo Lena.

-Gracias por tu compañía Kara.

Giro la manija de la puerta y la linda rubia sale sin mirar atrás, cierro y casi en trance regreso a mi silla casi desplomándome en ella.

Nunca me imaginé tener una entrevista con alguien como ella, que a pesar de ser muy profesional era como si solo estuviera platicando con alguna antigua amiga con la que podía haber pasado horas hablando sin sentir aburrimiento. Casi más por inercia que otra cosa miro el reloj y noto con sorpresa que es más de las cinco, estaba tan inmersa en mis pensamientos por aquel ángel de ojos azules que no note que había terminado la hora de trabajo para todos los empleados y teóricamente para mí, pero al no encontrar nada que hacer en mi casa más que hundirme en mis remordimientos y culpas prefería quedarme en la comodidad de mi oficina.

Justo después de una hora Jess toca la puerta, y luego de unos segundos entro.

-Señorita Luthor, ya me paso a retirar. Solo hice un ademan con la cabeza indicando mi aceptación escucho como dejaba la taza de café diaria y un sobre grande color amarillo para luego salir de la oficina.

Cerca de las nueve de la noche tomo un pequeño descanso para rellenar la taza de café, pero ahora con té. Tomo un sorbo y me dirijo al balcón dónde puedo ver a toda la gente que pasa enfrente o junto a la torre L-Corp. Comúnmente odio salir a dicho balcón ya que me trae muchos recuerdos además de que al ver a toda esa gente que camina con sus parejas o su familia solo hacen que algo en mi pecho se comprima dolorosamente, pero no hoy y menos cuando ciertos ojos azules se cuelan por mi mente haciéndome incapaz de pensar en otra cosa que no sea la dueña de esos ojos.

Distraída en mis pensamientos paso mi mirada por la tonelada de papeles que se encuentran encima del escritorio y me detengo en aquel sobre amarillo, es algo extraño ya que comúnmente la mayoría de mi correspondencia llega temprano y en sobres blancos por lo que con curiosidad regreso a la oficina y tomo el sobre el cual hasta ahora noto que esta algo pesado y con un pequeño aroma a jazmín que provoco un temblor en mis manos dificultándome el poder abrirlo. Luego de un par de minutos tratando de controlar las ganas de salir corriendo logro sacar el contenido del sobre dejándolo encima de mi escritorio, algo dentro de mí me dice que me deshaga de todo eso que seguramente me causara dolor.

El sobre contenía una figurilla de arcilla de una sirena muy parecida a mí, una pequeña flor seca y un sobre mediano con mi nombre escrito con excelente letra cursiva que a pesar del tiempo puedo reconocer entre mil papeles. Caigo sentada en el piso con el sobre en mis manos y acercándolo a mi nariz puedo distinguí su aroma, el aroma de mi más grande perdida, de mi único amor. No sé por qué, pero termino de recostarme en el suelo llevando aquel sobre al pecho y abrazándolo como si fuera ella, como si fuera mi hermosa Samanta.

Alma GemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora