✡ CLXXXIII

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Capítulo 183: Historias

—¿Qué has dicho? —dijo Sendor hurgándose los oídos como si pensara que había escuchado mal.

—No hay otra manera —siguió diciendo Fran con aquella mirada tan extraña en el rostro—. Si queremos sobrevivir, tendremos que abandonar el White Darkness.

—¿Sobrevivir? —repitió Keila con expresión de gran confusión—. ¿De qué estás hablando?

Fran se tomó unos segundos para tragar saliva y ordenar sus pensamientos. Su mente en ese momento era como un torbellino, denso y turbulento, el cual no dejaba de dar vueltas en circulos. Cientos de pensamientos iban y venían a raudales.

El líder parpadeó al darse cuenta que sus compañeros lo estaban observando como si se hubiera vuelto loco.

—El White Darkness quiere eliminar a Raidel —reveló finalmente tras unos segundos de expectante silencio.

—¿Que yo qué? —saltó el muchacho con tanta perplejidad como confusión—. ¿Qué diablos he hecho yo?

—¿Y todavía lo preguntas? —suspiró Fran. En vez de enfadado o enojado, parecía más bien abatido—. ¡Tú casi matas a otro miembro del White Darkness! ¡Un Capitán de Equipo llamado Deon! ¿Lo recuerdas?

Raidel bajó la mirada al suelo. Parecía un poco arrepentido. Pero solo un poco.

—Él se lo merecía… —murmuró lentamente.

—¡Al diablo con eso! ¡Ahora gracias a tus impulsos vengativos te has ganado una sentencia de muerte!

Raidel no dijo nada. Simplemente se limitó a llevarse las manos a la cabeza. Solo los dioses sabrían lo que estaba pasando por su mente.

Sendor, por su parte, se encontraba pasmado. Todavía no se recuperaba del shock que le había supuesto este cambio tan repentino de la situación.

Keila observó las lejanas montañas artificiales por unos momentos.

—¿Cuáles son nuestras opciones? —preguntó ella al cabo de un rato.

—Si Raidel no muere en un período de dos días como máximo, el White Darkness nos eliminará a todos… La única opción que nos queda si queremos sobrevivir es abandonar la organización.

Aquellas palabras habían chocado contra sus compañeros como un monumental mazo de guerra.

Un silencio sepulcral volvió a invadir el ambiente, el cual fue roto en cuanto Sendor se levantó de repente y exclamó fuertemente:

—¡Oh mierda, chico! ¡Oh mierda! —A continuación se dejó caer al suelo y siguió murmurando cosas ininteligibles.

—¿Seguro que no hay otra forma? —inquirió Keila, desesperada por encontrar otra solución menos… devastadora.

—No la hay —repitió Fran, resignado al trágico destino que con toda seguridad les deparaba.

El mago se levantó por segunda vez del suelo. Estaba algo jadeante y sudoroso por los nervios.

—¡Demonios, Fran! —gruñó Sendor—. ¡Tú sabes perfectamente que el White Darkness nos perseguirá hasta la muerte si abandonamos la organización! ¡Nadie puede marcharse de este maldito lugar! ¿Acaso ya has olvidado el lema del White Darkness?

—”Con muerte se entra, con muerte se sale” —recitó Fran.

—¡Así es! —gruñó el mago—. ¡Eso significa que para entrar al White Darkness hay que derramar sangre. Hay que demostrar lo buen guerrero que eres. En cambio, si uno quiere salir solamente puede hacerlo con su propia muerte. A todos los que han intentado abandonar la organización, el White Darkness los ha eliminado, sin importar quién sea. Incluso han habido líderes de Batallón o masas de cincuenta o cien personas que han intentado abandonar la organización… Pero el White Darkness siempre los encuentra y los mata… Nadie ha podido escapar con vida…

✡ Guerra de Dioses y Demonios 2: La Ira del Dios de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora