Capítulo 166: Fortaleza
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A Fran parecieron brillarle los ojos, pero los demás miembros del Equipo Ceifador no compartían su mismo entusiasmo… Aquel lugar era abominable, sin mencionar el hedor a podredumbre que emanaba desde algún rincón desconocido e impregnaba el ambiente y todas las cosas.
—Calma —los tranquilizó Fran—. Este olor es completamente normal.
—¿Completamente normal? —gruñó Alisa, tapándose la nariz con dos dedos—. ¿En qué universo esto es “normal”?
—He estado en varias bases de la Tripulación del Infierno —declaró Fran—. Y todas tienen este particular olor.
—Puede que este sea… ¿el olor que desprenden los demonios? —dijo Raidel con los ojos entrecerrados.
Fran se encogió de hombros.
Cerca de ellos, los demás guerreros del White Darkness empezaron a ponerse en movimiento, desenfundando sus armas y mirando de un lado a otro, en busca del enemigo.
Todos los miembros del Batallón 42 se encontraban frente a un gigantesco muro que parecía medir unos cincuenta o sesenta metros de altura como mínimo. Ellos no alcanzaban a ver nada más. Solo aquel muro cuya longitud de lado a lado se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Sin embargo daba la impresión que en los extremos derecho e izquierdo de la muralla se curvaban para adentro, como si estuviesen rodeando y protegiendo algo… La muralla era tan extensa que lo que sea que hubiera adentro debía ser un reino o imperio, o al menos algo con el mismo tamaño…
—Supongo que tenemos que subir esta muralla, ¿no? —dijo un guerrero cuyo negro cabello le llegaba hasta los hombros.
—Efectivamente —dijo Vork, inexpresivo—. Será mejor que nos pongamos en marcha, dado que es muy probable que ellos ya estén al tanto de nuestra incursión.
—¿Subir la muralla? —dijo una voz muy gruesa y potente—. ¡Será mucho más rápido hacer un maldito agujero en este muro!
Raidel observó que quien había dicho esas palabras era un sujeto extremadamente alto. De hecho, se trataba del hombre más grande y robusto que el muchacho hubiera visto jamás.
Debía medir no menos de dos metros y medio. Era mucho más alto que Zoden. Sus piernas y brazos eran tan gruesos como troncos. Y su cuello era prominente como el de un toro. Aquel hombre llevaba una espada de doble filo tan enorme y formidable como él mismo.
—Yo de ti no intentaría nada —dijo Vork desinteresadamente—. Este es el territorio de la Tripulación del Infierno… Eso debería decirte todo…
—¡Yo soy Q’alis! —rugió el gigantesco hombre que parecía un Ogro—. ¡Una maldita muralla no podrá detenerme!
Acto seguido Q’alis alzó su gran espada por encima de su cabeza y golpeó la muralla con toda la fuerza y peso que le proporcionaba su descomunal cuerpo.
El impacto fue atronador, el cual incluso provocó una breve ráfaga de viento parecido a una onda expansiva.
Pero lo que sucedió a continuación fue sorprendente e inesperado: Inmediatamente después de golpear la muralla, el cuerpo de Q’alis salió disparado unos veinte metros hacia atrás como si alguien o algo lo hubiera atacado.
El gigantesco hombre murió aún antes de saber lo que había sucedido, y su cadáver cayó al suelo como una piedra, emitiendo un ruido sordo.
Y así fue como, de un segundo a otro, Q’alis había sido eliminado.
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✡ Guerra de Dioses y Demonios 2: La Ira del Dios de la Muerte
Fantasia✡ Segundo volumen de la saga "Guerra de Dioses y Demonios". Este libro abarca la continuación de la historia desde el capítulo 101. En esta segunda parte, y tras los trágicos acontecimientos del libro anterior, nuestro protagonista se verá arrastra...