✡ CXXXIII

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Capítulo 133: Gigante

Estaban completamente rodeados por un centenar de guerreros y magos de aspecto fiero. No tenían otra escapatoria más que luchar.

—¡MATENLOS! —exclamó la voz gruesa que había hablado antes—. ¡NO MUESTREN PIEDAD CON ELLOS!

Obedeciendo esta orden, los magos y soldados arremetieron contra los incursores con las armas listas para la batalla.

Raidel y los otros los esperaron en su posición, pero antes de que pudieran llegar a ellos, Tana, quien se encontraba protegida en medio del grupo invasor, hizo varios movimientos con sus manos, y la espada corrosiva se desplazó por los aires hacia sus enemigos, la cual cortó seis cabezas y varios brazos. Se escucharon alaridos de dolor, y la sangre salió a chorros, salpicando el piso de rojo.

Varios soldados se detuvieron, aterrorizados al ver el poder de la espada de Tana. Algunos incluso retrocedieron. Pero la mayoría siguió avanzando hacia los rivales. Al fin y al cabo solo eran cuatro individuos. Ellos eran cientos. ¿Qué podría salir mal?

Varios magos arrojaron rayos de sus báculos brillantes. Otros hicieron aparecer serpientes o cocodrilos que se lanzaron al ataque en cuanto vieron a los invasores.

Raidel prendió todo su cuerpo en llamas, y allí los esperó, con la llameante guadaña en lo alto.

La verdad era que prender todo el cuerpo en llamas no servía de mucho, ya que además de ser algo completamente inútil para la ofensiva, Raidel tenía que gastar bastante energía para hacerlo. Sin embargo, había una buena razón para que el muchacho hiciera aquello.

En cuanto vieron la inmensa llamarada que cubría el cuerpo del muchacho, los guerreros se detuvieron en seco. A nadie se le ocurrió atacarle. Raidel aprovechó el temor de los enemigos para arremeter contra ellos, mientras agitaba su llameante arma de un lado a otro.

Dem estiró el brazo con el que estaba agarrando el tridente, y éste se alargó diez metros en dirección a sus adversarios más próximos. A continuación movió su brazo elástico de derecha a izquierda, mientras el arma iba golpeando a los rivales uno tras otro.

Una gran parte de magos se dio cuenta que ningún soldado estaba tan loco como para atacar directamente al muchacho del Rem de Fuego, así que ellos mismos hicieron el trabajo, lanzando varios rayos y dirigiendo sus criaturas salvajes hacia Raidel.

El pelirrojo saltó hacia el centro de un gran grupo de soldados que estaban amontonados y los usó como escudos, mientras los eliminaba rápidamente con su guadaña.

Pero pese a todo, varios rayos lograron impactar contra su cuerpo y él se tambaleó, adolorido. Estuvo a punto de caer, pero lo único que hizo a consecuencia fue poner los pies firmes sobre la tierra y seguir blandiendo su arma contra los soldados más cercanos.

Keila notó que su compañero estaba en serios problemas, así que se dirigió rápida y silenciosamente hacia varios de los magos que estaban lanzando rayos a Raidel y los fue aniquilando, uno tras otro con ayuda de sus dagas. Tuvo la precaución de dirigirse hacia ellos por sus espaldas. Pero aún así su presencia pronto fue advertida por los enemigos, quienes empezaron a atacarla en una mezcla de rayos, espadas, serpientes y lanzas.

La espada de Tana seguía volando por los aires, decapitando y desmembrando a los enemigos, sin que nadie pudiera detener su trayectoria. Además de que la hoja del arma era corrosiva, tenía un filo impresionante.

Dem ni siquiera se molestaba en esquivar las espadas y lanzas de sus oponentes, puesto que éstos simplemente se hundían en su cuerpo de goma, sin ocasionarle ningún daño en lo absoluto.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 2: La Ira del Dios de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora