✡ CXCIII

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Capítulo 193: Demonio Rojo

Esto era inaudito. Inconcebible. Rosana simplemente se negaba a creer lo que sus ojos estaban mirando. ¿Aquel niño pelirrojo se había transformado repentinamente en un demonio? ¡Eso no tenía ningún sentido en lo absoluto! ¡Un acontecimiento como aquel era imposible! 

La expresión en el rostro de Zoden reflejaba tanta sorpresa que parecía que estaba contemplando su propia muerte ante sus ojos. Ninguno de los presentes había visto a Zoden de esa manera antes, ni siquiera sus compañeros de equipo. 

—¡No puede ser! —gruñó—. ¿Él es “eso”? ¡El White Darkness no nos dijo nada al respecto! 

—¿Tal vez… tal vez el White Darkness no está enterado? —sugirió Rosana con un fino y casi imperceptible hilo de voz. Un estremecimiento le recorrió el cuerpo de pies a cabeza al intentar ponerse de pie. Al final lo consiguió, pero con mucha dificultad. Su cuerpo le resultaba tan pesado como si estuviera hecho de cemento. Todo esto gracias a la oscura y nauseabunda aura demoníaca que había sumergido el campo de batalla dentro de sus fauces de terror y desesperación, y la cual era tan aplastante que parecía que todos los presentes se hubieran visto transportados repentinamente a un lugar a varios kilómetros bajo agua. Incluso se había vuelto difícil respirar.

La naturaleza misma de aquella aura oscura era horripilante y resultaba detestable hasta tales extremos que ninguno de los presentes pudo evitar estremecerse, incluyendo el propio Zoden. 

Pero el líder del Equipo Zero no se dejó intimidar. A pesar de la abrumadora presión que invadía el ambiente, él caminó con total normalidad hacia Alisa y recogió las Hachas Malditas que yacían en el suelo, a unos centímetros de ella. Zoden no pasó por alto que, al igual que los demás, Alisa también estaba visiblemente asustada y confundida. ¿Acaso ella tampoco sabía lo que su compañero era en realidad? 

Zoden alzó sus armas y se puso en guardia. A pesar de que su cuerpo estaba demacrado y empapado de sangre de extremo a extremo, su fuerza y poder no habían disminuido prácticamente nada; algo que Fran, Keila y Sendor habían descubierto en primera mano y por las malas. Para desgracia de los compañeros, Zoden seguía siendo el mismo monstruo de siempre. 

Rosana cubrió su cuerpo con una densa capa de lava. 

—Si luchamos los tres juntos tal vez podríamos… 

—No hay necesidad de eso. Yo acabaré con él —dijo Zoden—. Lo mataré con un único y limpio golpe. 

Sus ojos no se despegaban de Raidel ni por un segundo. Estaba tan concentrado que apenas se permitía parpadear. Con sus Hachas Malditas en mano, Zoden se preparó para lanzarse al ataque, pero entonces la voz de Dogus resonó a lo lejos, a varios metros detrás de donde se encontraba Raidel, y la cual decía:

—No se moleste, jefe. Usted necesita recuperarse de sus heridas. Yo me haré cargo. 

Todos pudieron ver como la cabeza calva y redplandeciente de Dogus fue acercándose hacia Raidel por su espalda. 

—¡NO! —gritó Keila de repente—. ¡Lucha contra mí! ¡No lo lastimes! 

—¡Maldición! —gruñó Fran—. ¡Si te atreves a ponerle un dedo encima a nuestro compañero, yo mismo te mataré! ¿Escuchaste? 

—Vaya, son grandes palabras para unas escorias que ni siquiera pueden levantarse —se burló Dogus. 

Era cierto. Por más que lo intentaban, ni Fran ni Keila eran capaces de ponerse de pie. El brutal golpe que habían recibido por parte de Zoden, además de la aplastante presión producida por el aura oscura, los había dejado en malas condiciones. Ni siquiera podían ponerse de rodillas, mucho menos librar un combate contra alguien que estaba en excelentes condiciones, a pesar del ataque que le había acertado Keila hace unos minutos atrás. 

✡ Guerra de Dioses y Demonios 2: La Ira del Dios de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora