✡ CLXX

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Capítulo 170: Onda Oscura

El enorme pterodáctilo de Fran entró al Castillo a gran velocidad. Raidel ya se había preparado mentalmente para encontrarse con cientos, o incluso miles, de deformes engendros infernales, pero cuando el pájaro sobre el que estaban volando cruzó la entrada, la oscuridad se hizo total y absoluta.

—¿Qué se supone que es esto? ¡No veo nada! —resonó la voz de Alisa, haciendo eco por las paredes cavernosas del lugar.

La oscuridad era tan densa que el muchacho ni siquiera alcanzaba a vislumbrar su propia nariz. Y por ello fue que prendió su cabeza en llamas; para iluminar un poco el lugar.

Sin embargo, no debió haberlo hecho de manera tan brusca porque Sendor y Alisa, quienes iban detrás de Raidel, se sobresaltaron tanto ante la repentina llamarada de luz que no pudieron evitar retroceder instintivamente del susto, lo que casi provoca que cayeran al suelo.

A continuación el mago cerró los ojos y siguió recitando el hechizo que estaba formulando, pero Alisa no tenía muchas ganas de pasar por alto semejante insulto.

—La próxima vez que vuelvas a hacer algo como eso, yo misma te lanzaré al precipicio. —Su voz era suave y tranquila, lo que le produjo a Raidel mucho más temor que si ella hubiera gritado.

—No hay tiempo para estas tonterías —dijo Fran, cuya voz delataba un ligero tinte de miedo. Él intentaba ocultarlo; era inútil—. En cualquier momento pueden atacarnos…

Las llamas del muchacho apenas lograban iluminar unos dos o tres metros a la redonda, pero nada más. El suelo, las paredes y el techo estaban fuera de la vista.

Raidel notó que el pterodáctilo estaba volando a la misma velocidad vertiginosa de antes… Se preguntó si aquel animal podría ver en la oscuridad, porque si ese no era el caso, esto podría resultar en algo catastrófico…

—Esperen un momento  —dijo Keila de repente—. ¿Escuchan eso?

Los compañeros aguzaron el oído y entonces lo oyeron.

Alisa soltó una especie de resoplido.

—¿Qué diablos es eso? ¿Unos ronquidos?

—Así parece —respondió Fran luego de unos instantes de haber reflexionado en las alternativas.

Efectivamente, aquel sonido tenía un sospechoso parecido al que producirían unos ronquidos…

Era un ruido profundo, apagado y oscilante.

Nada de esto habría sido especialmente sorprendente si no fuera por el hecho de que aquel sonido parecía proceder desde algún lugar bajo tierra… Y sin importar cuántos kilómetros avanzara el pterodáctilo por el Castillo, el ruido seguía sonando con la misma intensidad de antes y en el mismo lugar que antes... Apenas era audible, pero si uno ponía atención podía escucharlo claramente.

Aunque lo que más molestaba a Raidel era que parecía que aquellos ronquidos eran producidos por una única entidad… un solo ser...

—Es como si el rey del infierno estuviera roncando debajo de este Castillo —señaló Keila, tras unos minutos de silencio. 

Raidel entornó los ojos. Suponiendo que se tratase de una sola criatura, ¿cuál debía ser su tamaño como para que sus ronquidos siguieran sonando debajo de ellos pese a la enorme distancia que ya habían recorrido?

Fran notó la intensa oleada de temor que había inundado de manera repentina a sus compañeros.

—No se preocupen. Tal vez se trate simplemente de una ilusión hecha para asustarnos… Alguna clase de hechizo o algo.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 2: La Ira del Dios de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora