✡ CLXXIII

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Capítulo 173: Xen

Zoden desapareció silenciosamente en la oscuridad de la lejanía y no se lo volvió a ver más.

Era imposible que Zoden no se hubiera percatado de la batalla que se estaba librando allí porque, además del ruido atronador y las luces parpadeantes, él había pasado volando justo debajo de Fran, quien seguía atorado en el techo. Y era difícil no verlo porque su cuerpo estaba colgando ridículamente, mientras que su cabeza se encontraba atascada en el agujero producido por el impacto.

—¡ERES UNA MISERABLE RATA! —seguía insultando Raidel, con los dientes bien apretados de la rabia y los puños llameantes.

—Vaya que ustedes son graciosos —se burló Dowen, quien parecía encontrarse más agusto riéndose que luchando. Daba la sensación de que el mago no se había divertido tanto desde hace años…

En medio de la lluvia de insultos, a Raidel se le prendió repentinamente el foco en la cabeza. Se giró hacia Dowen y dijo:

—Tú quieres luchar contra él, ¿no? —dijo—. ¿Por qué no vas y lo persigues? Además, si lo dejas escapar, él puede interrumpir el ritual de invocación…

Dowen se encogió de hombros.

—No seas ridículo. Para empezar, hay un gran número magos oscuros y demonios apostados en el Castillo, algunos de los cuales son más poderosos que yo… —observó la expresión de desilusión de Raidel y añadió—: Es gracioso como un niñato como tú cree que puede manipularme usando una estupidez como esa…

Raidel se alejó de él de un salto y adquirió una posición de pelea. Esto no era bueno. No era nada bueno. Algo le decía que en esta ocasión Dowen ya se dejaría de tonterías y los enviaría directo a la tumba. Era evidente que ya se había cansado de estos juegos.

Tal y como lo predijo, el mago compuso una sonrisa de tintes oscuros, antes de golpear a Raidel y enviarlo a estrellarse contra la pared, lo que ocasionó un fuerte estrépito.

—Si no me equivoco, ustedes son dos equipos, ¿no? —dijo Dowen—. Yo solo puedo derrotarlos fácilmente sin siquiera hacer uso de mi Magia Negra… Lo único que he hecho hasta ahora ha sido lanzar golpes y patadas a lo tonto, tal y como hicieron nuestros antepasados miles de años atrás antes de que se inventaran las armas… ¿Y cuál es el resultado? Ninguno de ustedes ha podido ponerme un dedo encima… Es lamentable… Si hiciera uso de mi Magia Negra podría…

—¿A-acaso no te dije antes que cerraras el pico? —balbuceó Raidel, interrumpiendo las palabras del mago.

Dowen observó que el muchacho estaba intentando ponerse de pie. Ahora su armadura ya no solo tenía grietas, sino también un agujero en medio del pecho del tamaño de un puño que se había ganado tras recibir el último ataque.

—Tienes razón, muchacho —concedió Dowen—. Creo que necesitas cerrar el pico… cerrarlo para siempre —sonrió—. Creo que yo podría ayudarte con eso…

Dowen estaba por lanzarse al ataque pero entonces algo increíble sucedió.

Raidel, quien se encontraba de cuclillas intentando ponerse de pie, observó que un destello, rápido y oscuro, pasó junto a él y se dirigió como un rayo hacia Dowen.

El ataque había cogido desprevenido al mago. Sin embargo, de alguna forma logró esquivarlo.

Entonces Raidel escuchó una especie de impacto atronador como el que produciría una explosión y a continuación sus ojos se abrieron como platos ante la escena que se presentó ante él.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 2: La Ira del Dios de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora