✡ CXLIX

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Capítulo 149: Tharot

—¡NOO! —gritó Keila al tiempo en que caía de rodillas. Observó como los rayos se dirigían hacia el inerte cuerpo de Sendor, dispuestos a terminar con su vida.

Ella no podía moverse. No iba a poder salvarlo...

Pero entonces, sin saber muy bien de dónde provenía este impulso, Keila soltó un estremecedor rugido y golpeó el empolvado suelo con las palmas abiertas de sus manos.

Lo qué sucedió a continuación fue algo que sorprendió incluso a la propia Keila: Un muro de tierra sólida de un metro de altura se alzó del suelo, frente a Sendor, y lo protegió de los rayos que de otro modo lo hubieran matado. Las descargas eléctricas terminaron impactando contra el muro. Pero eso no fue todo. En el mismo momento en que sucedía aquello, otro muro se alzó detrás de Domus y lo golpeó fuertemente en la parte trasera de la cabeza. Sonó una especie de crujido y Domus se derrumbó sobre el suelo sin emitir sonido alguno. El Campo de Fuerza se desvaneció al instante.

Por su parte, Keila agachó la vista y se miró las manos con los ojos muy abiertos del asombro, sin poder creer que ella hubiera hecho aquello. ¿Cómo lo hizo? Todavía no podía controlar semejante cantidad de tierra, ni siquiera en su forma más simple, mucho menos crear y controlar tierra sólida. ¿Qué había sucedido aquí?

Pero sus cavilaciones no duraron demasiado, puesto que el Campo de Fuerza que había rodeado a Domus desapareció por completo, además de que él estaba tirado en el suelo, posiblemente inconsciente. ¡Esta era la mejor oportunidad que ella tendría para aniquilarlo! De modo que intentó levantarse del suelo, pero sus piernas seguían sin responderle. La parálisis en sus piernas era total. Parecía como si la hubieran envenenado...

Entonces Keila volvió a golpear el suelo con sus palmas abiertas, en un intento por alzar otro muro de tierra para eliminar a Domus... pero no pudo hacerlo. Por alguna razón ningún muro apareció. La tierra no se revolvió. Nada sucedió.

Soltando gruñidos de desesperación, ella golpeó el suelo una y otra vez mientras se concentraba en lo que quería crear, pero todos sus intentos fueron en vano.

Había sido una fortuna para ella que el suelo en todo el lugar fuera de tierra... Pero ahora su Rem se negaba a funcionar...

Escupiendo maldiciones y bufidos de dolor, Domus se puso de pie con una cólera incontenible reflejada en el rostro. Sus facciones estaban torcidas en una mueca de furia asesina. Sus centelleantes ojos fueron a posarse sobre Keila.

—¡Desgraciada! ¡Estás muerta!

En su situación actual ella no pudo hacer más que observar cómo Domus conjuraba su hechizo mientras el báculo sagrado volvía a brillar.

Pero antes de que el conjuro estuviese terminado, una daga que estaba en el suelo empezó a flotar detrás de él y luego se dirigió velozmente hacia su espalda.

El corte fue rápido y limpio. La cabeza decapitada de Domus cayó al suelo con un profuso chorro de sangre que brotó de la herida mortal, manchando de rojo los alrededores más próximos.

Keila vio que Sendor, quien milagrosamente estaba consciente, había dirigido una de sus dagas voladoras hacia la cabeza desprotegida de Domus. Sendor tenía los ojos entrecerrados y una expresión de gran dolor le surcaba el rostro. Parecía que le costaba mantenerse consciente. Aunque luego de que la cabeza de Domus tocara el suelo, Sendor se desplomó y no volvió a moverse más.

Tras la muerte del mago enemigo, Keila se permitió soltar un suspiro de alivio. Se tomó un respiro y relajó los músculos... Aunque quizá no debió hacerlo, porque al instante siguiente un espantoso grito retumbó por todo el campo de batalla, el cual decía una y otra vez:

✡ Guerra de Dioses y Demonios 2: La Ira del Dios de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora