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Capítulo 200: Despedida

Bephasgol estaba por ordenarle al pútrido cadáver de Sendor que fuera hasta Raidel y lo decapitara... pero no lo hizo. Consideró que sería una pérdida de tiempo. La cutre marioneta que había acabado de crear tan apresuradamente no tenía muchas habilidades físicas, ni ofensivas ni defensivas. Además el propósito por el que había sido creado (es decir, para enfadar a Raidel y así hacer que éste despertara su oscura transformación) ya había sido completado, por lo que no tenía ningún sentido que la pútrida marioneta siguiera por allí, estorbando con su inmunda presencia.

El demonio se acercó a él y le colocó una mano sobre su espalda.

Lo que sucedió a continuación fue algo que hubiera sorprendido enormemente a todos los miembros del Equipo Ceifador... pero no quedaba nadie para presenciarlo.

En cuanto la mano de Bephasgol hizo contacto con el pútrido cadáver, éste empezó a descomponerse. Su piel fue tornándose cada vez más áspera y oscura, haciéndola desprender un hedor insoportable. Luego su cuerpo simplemente se convirtió en cenizas; cenizas que salieron volando al batir del viento.

Entonces los ojos del demonio fueron a fijarse en su presa.

—¡Maldición, debemos movernos! —farfulló Keila, sin dejar de arrastrarse por el empolvado suelo. Aquellas palabras habían salido de su boca de manera incomprensible debido a la gran cantidad de sangre que tenía en la boca.

Por cuarta vez consecutiva, ella dio escupitajo al suelo, pero al poco tiempo la boca se le volvió a llenar de sangre, la cual provenía de dos cortes profundos que tenía dentro de la boca. Uno en la lengua y otro en el labio inferior. Se había mordido fuertemente al caer.

Por supuesto, aquellas eran heridas dolorosas pero no se podían comparar con las demás. La telequinesis había golpeado a Keila como un muro de concreto, haciendo que ella cayera al suelo y rodara varios metros hacia atrás. Como resultado de esto, ella había acabado con una fractura en el fémur izquierdo, la muñeca derecha dislocada, tres dedos rotos, el tobillo desgarrado e innumerables cortes, moretones y cardenales por todo su cuerpo. Además, el Aura Oscura que infestaba toda la cima de la colina apenas la dejaba respirar...

De modo que a Keila no le quedaba más opción que arrastrarse como un gusano, en dirección hacia el inmóvil cuerpo de Fran que yacía en el suelo a una distancia que en aquel momento a ella le parecía increíblemente lejana. ¡Además él estaba peligrosamente cerca del demonio y Raidel!

Ella intentó apresurarse, haciendo caso omiso al terrible dolor que le producían sus múltiples heridas, ya que, después de todo, el dolor sería infinitamente mayor si algo le ocurría a Fran...

Keila sacudió su cabeza, diciéndose a sí misma que todo saldría bien. Y así fue como continuó arrastrándose hacia Fran, impulsandose solamente con la ayuda de su mano izquierda y su codo derecho, puesto que su muñeca estaba dislocada y sus piernas, en el lamentable estado en que se encontraban, le eran inservibles.

En cuanto finalmente llegó a él, vio que éste estaba inconsciente. Ella hubiera querido arrastrarlo lejos del demonio y Raidel, pero por obvios motivos le era imposible, de modo que tuvo que improvisar: con sus últimas energías formó un compacto muro de tierra que surgió del suelo y los envolvió a ambos, de manera que ellos quedaron "enterrados" debajo. De más estaba decir que tal medida de protección era tan simple y rudimentaria que prácticamente debía ser inservible... pero tenían que conformarse con lo que había.

✡ Guerra de Dioses y Demonios 2: La Ira del Dios de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora