Capítulo 87

461 38 14
                                    

Si hace un año me preguntaran en qué lugar me gustaría verme, definitivamente diría todo menos estar aquí.
A mi lado tenia a Robert, todavía somnoliento que me abrazaba las caderas con sus grandes manos. Su cama que ahora no la sentía tan grande como otras veces y el aroma de su piel combinada con otro round de sexo que nuestros cuerpos habían batallado hasta conseguir el anhelado orgasmo. No me podía quejar, aunque había notado al principio en su rostro que no le había gustado para nada la idea de quedarme, luego de que pisamos su casa la noche anterior, le importó muy poco lo que era "correcto" y me hizo el amor de una manera tan especial que parecía de las primeras veces.

Lo tenía a él. ¿Cómo podía sentirme tan cómoda y a la vez tan incompleta?
Porque no era ni la primera vez que dormíamos juntos, solo era la sensación de estar para siempre rodeada en sus cuatro paredes. Tan libres, todo tan él.
A pesar del abrazador orgasmo, no fue suficiente para que pudiera conciliar el sueño.

–Mmmm, –Bostezó – ¿estás despierta? –Robert intentaba mirarme entre la oscuridad.

–Sí, no puedo dormir.

–Ay gatita, como me gustaría que sintieras como tuya mi morada.

–¿Sabes? Aún así no me arrepiento de la decisión que tomé, yo a ti te amo y jamás me arrepentiría de elegirte. –Me aferre más a su cuerpo. –Eres un sueño, el sueño que toda mujer quisiera tener y eso llena todo vacío que pueda existir ahora. Tú me importas. Mi corazón te pertenece.

–Te amo Ágatha. Tú solo has sabido amarme y me eliges a pesar de todo y no puedo estar más que satisfecho con solo tenerte. El placer me lo llevo yo con la delicia que tengo a mi lado. –Me acerqué a sus labios y me incliné y los junté con los míos. – Tan exquisita –Susurró con su voz apenas ronca.

Deslizó su mano ávidamente, yo crucé por inercia mi pierna derecha por encima de las suyas, dándole más acceso, intuyendo lo que haría. Entonces metió dos dedos en mi interior y fue suficiente para hacerme soltar un gemido. Comencé a moverme siguiendo su ritmo, lo aumentaba cuando me sentía llegar al orgasmo pero antes de que pudiera hacerlo, dio espacio entre sus dedos y me penetró con su pene arrancándome otro gemido feroz.

–¡Carajo! Eres tan rica que casi me vengo con solo hundirme en ti.

Sentía su pene golpear duro y firme contra mis paredes, sus muslos contra mis nalgas.

–Si, si, si. ¡Así! ¡No pares! Fóllame duro. –Gemí

–Ay qué rico cómo gimes.

Me moví tanto como él lo exigía, nuestros cuerpos ya se conocían bastante que los orgasmos cada vez eran más profundos y seguidos. Sabíamos exactamente dónde y en qué momento alcanzar el clímax.
Robert siempre se preocupaba demasiado por mi placer, entonces me hacía venir primero, disfrutar más. Paró y me pidió que me saliera y me hizo un gesto para que me subiera encima de su cara. Dudé por un segundo pero el sentir su lengua dentro de mi cavidad me hacía enloquecer que me subí casi al instante.
Él mandaba y yo obedecía, solo me entregaba por completo y el me aceptaba tal cual.
Me moví con agilidad en un vaivén de adelante hacia atrás, rozando más mi clitoris con su lengua, Robert me arrancaba gemidos más profundos cada vez más rápido.
Mis piernas flaqueaban, mi respiración aumentaba y sentía venirme cada vez que hundía su lengua en mi vagina y luego la sacaba para succionarme nuevamente el clitoris.

–No pares, sigue así. –Pedí gimoteando.

Succionó tan ágilmente que grité cuando sentí la contracción en mi vientre y temblé por el orgasmo. Robert me marcó las nalgas tan duro que me hizo pegar otro salto.

No temas a las Leyes de la Atracción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora