Capítulo 41

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–Bueno, ya vuelvo. Iré a ver ropa para mañana, no me tardo. –Robert estacionó frente a mi casa y abrió el seguro del carro.

–¿Para mañana?

–Tenemos que ir a clases Ágatha y ya no podemos faltar.

–Cierto, no recordaba que mañana tenía clases. Vale, te veo en un rato. –Dije y le di un beso

Entré a casa y aproveché para tirar la ropa sucia a la lavadora y tomar una ducha.
Me coloqué una camisa y unos shorts y me puse a hacer lo que tenía que presentar mañana que de seguro ¡era mucha tarea!
¿Quién me mandaba a hacerle caso a Robert?
Coloqué la punta de un extremo del lápiz saboreando apenas el lado del borrador, ciertamente estos dos días que había pasado a su lado habían sido la clave exacta para muchas cosas intrigantes en mi corazón.
Una de esas,  era que a su lado lo pasaba de lo más genial y nunca moría el momento junto a él y ciertamente lo amaba.
Por otra parte había muchas cosas que él todavía no sabía conversar conmigo plenamente, siempre trataba de esquivar o simplemente no me daba una buena información sobre lo que pasaba o pasó en su vida.
A todo esto había llegado a mi mente sus palabras: "....en nosotros"
¿Por qué no continuó hablando sobre aquello? Se notaba perdido mientras pensaba y dudo que eran cosas buenas, y habían tantas cosas que aún no comprendía del todo.
En especial su actitud...
Toqué las palmas de mis manos y todavía sentía la suya sobre la mía, cuando tomó mi mano en el trayecto me dejó noqueada, que no pude distraer mi mirada de aquella unión; sentí que teníamos ese vínculo y que nadie podía romperlo, en especial en ese momento. ¡Realmente fue todo muy bello!

Seguí escribiendo por un buen tiempo hasta que sentí que ya no tenía noción de este y pude terminar, mi panza había rugido y tuve que obedecerla a pararme e ir por algo a la cocina, fue ahí cuando me di cuenta que habían pasado dos horas y ya eran las ocho de la noche.

Y Robert todavía no aparecía.

Luego de un rato escuché el auto estacionarse y me asomé a la ventana y efectivamente era él, corrí como loca y antes de abrir la puerta traté de verme calmada y no desesperada como siempre parecía cuando su presencia estaba frente a mí.

Gatita. –Sonreí ladina y su mirada se clavó en mis ojos.

 –Pensé que ya no venía profesor

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–Pensé que ya no venía profesor.

–Preferí ducharme allá mismo, por eso fue mi demora gatita.

–¿Bueno va a pasar o prefiere quedarse ahí? –Lo miré con expresión divertida, me miró serio y entró dejando lo que cargaba con su ropa de mañana, quizás, en el suelo. –Como no llegabas tuve que hac1erme algo de comer porque me moría del hambre, así que tuve que comer sola...

–Ahmm, no te preocupes Ágatha. Además no tengo hambre, pero sé que te va a gustar esto –Me giré rápidamente para mi mirarlo y cargaba una caja junto a él, la abrió.

No temas a las Leyes de la Atracción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora