Capítulo 80

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Con el paso de los días, las horas de los ensayos se hacían cada vez más monótonos, ya me había hecho la idea de que tenía que aguantar viendo a Robert pasearse, ordenar y criticar todo lo que no le parecía bien.

–Señorita Daddario, es una marcha, no es la danza de bastoneras.

Recuerdo que había criticado constantemente mis movimientos, que obvio, eran involuntarios, aunque me había sonado chistoso porque me di cuenta que efectivamente marchaba danzando, como lo hacía hace años cuando estaba en la banda de bastoneras.  Pero ¿cómo era que sabía eso? Por supuesto había revisado mi acta entre los registros de estudiantes o quizás me había visto mucho antes, cuando aún no me daba clases.
Para mi suerte, solo eran algunos días a la semana que tenía que aguantarlo, aún así trataba de divertirme y verle el lado positivo al asunto.

Mi paciencia se vió agotada cuando la secretaría del director me informó que habían pedido un conteo de notas entre mi compañero que estaba en segundo lugar y yo, porque simplemente no creían que yo tenga el puntaje necesario para merecerme aquel puesto. Las críticas no se hicieron esperar, de la noche a la mañana tenía casi todo un curso en mi contra, recalcándome día a día que no me merecía ni el puntaje y mucho menos la bandera.

El coraje se apoderaba día y noche de mi, me sentía traicionada porque eran personas que en algún momento llegué a considerar y que había conocido casi toda una vida, más de seis años y ahora solo tenía a dos amigas que no me daban la espalda y aún lograba contar con el apoyo de los profesores que me tenían cierto aprecio.

Llegue a pensar que era insuficiente, que quizás sea lógico que el 98% de un curso esté en mi contra porque la mayoría formábamos parte del dichoso cuadro de honor y quizás el resto se había esforzado más, luego caía en una ansiedad tremenda al no saber cómo actuar. Sentía que me estaban quitando algo por lo que había trabajado desde muy niña y era el fruto de la educación que mis padres habían ejercido en mi, la responsabilidad y la dedicación, todo se estaba perdiendo en un instante, no quería ser esa hermana mayor que no había conseguido nada en toda la etapa colegial.

Mi mamá decía que no me tenía que preocupar por nada porque todo mis documentos era reales y no había lógica alguna en que esos números cambien y en parte me dejaba un poco más tranquila pero no me lo podía sacar al cien de la cabeza, ¿qué tal que la parte contraria si le variaban los números y lograba pasarme con el mínimo de puntaje?

–¿Puedo sentarme?

Alce mi mirada, obligándome a poner los pies sobre la tierra nuevamente, e incrédula le asentí, Robert no era de las personas que pedían permiso para algo, simplemente lo hacía sin previas.

–Recién me acaban de comunicar lo que está pasando con tu puntaje.

Era la hora de receso, y si, por ese motivo habían decidido pausar los ensayos hasta que se lograse solucionar todo.

–Sí, es algo que todos comentan. –Dije sin mirarlo.

Sentía un coraje interno, porque él se mostraba preocupado por mí pero mi orgullo no me permitía ceder ante su dulce voz que me inundaba con cada pregunta.

–¿Y cómo te sientes?

Arrastraba las palabras, lo sentía cuando lo decía, no entendía por qué él se acercaba cuando menos lo esperaba, y en ocasiones era como si no le importase nada.

–No lo sé... Es difícil decir que bien cuando tienes tanta gente en tu contra de un día para otro y ahora esto, siento que ya he perdido mucho en estos últimos días.

Era como si todo se hubiera unido, Robert, la gente que creía conocer, el primer lugar, todo se había fusionado para hacerme perder la cabeza. Y sí, sentía que poco a poco iba perdiendo a Robert a pesar de que estuviese a mi lado ahora. Pensarlo me entristecía.

No temas a las Leyes de la Atracción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora