Capítulo 28

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–¿Qué te pasa a ti? –Contra atacó Robert, me estaba fulminando con la mirada.

¡Ahora resulta que el enojado era él!

–Me estás haciendo daño, ¡suéltame! –Dije furiosa, este no tuvo más opción que librarme de su agarre. 

Comencé a sobar cada una de mis muñecas que ahora tenían un leve tono rosa por el forcejeo.

–Lo siento... –Dijo más calmado. –¿Me puedes decir qué te ocurre?

Estaba lo suficientemente cerca de mí y lo único que percibíamos era nuestras respiraciones agitadas.

–Estoy alejándome de ti, ¿es lo que quieres no? Para así no estorbarte ni a ti ni en tu clase. –Dije repitiendo lo que él había dicho horas antes.

Ágatha, no quise decir eso. Estaba enojado porque me has estado ignorando todos estos días y ni siquiera sé el por qué.

Me había quedado totalmente perpleja y mi corazón se comenzaba a acelerar a medida que las palabras se asomaban para decirlo todo de una vez, ¿me arrepentiría? Tal vez, pero ya me había detenido estos días y uno más no aguantaría.

–¿Quieres saber el por qué? Te diré el por qué... –Respiré profundamente y lo solté. –¡Tal vez quieras preguntárselo a tu novia!

Robert no comprendía, se alejó de mí sin decir una palabra, puesto que continué hablando.

–¿Acaso no había dicho que no tenía compromiso con nadie? –Pregunté irónicamente. –Mentiroso... –Susurré.
–Yo no te he mentido, no tengo ningún compromiso con nadie. –Respondió –Así que por eso tomaste distancia de mi...

–Sí, o ¿acaso no es lo correcto? –Voltee los ojos viéndolo. –Y disculpa, no sabía que el tener una relación con alguien era no tener compromiso alguno.

Ágatha...

¿Me vas a seguir mintiendo? –Se había sentado frente a mi, estaba con expresión perdida y yo simplemente me quemaba por dentro todo lo que me había guardado.

–¡Que no te he mentido joder! –Gritó

–Ah ¿no? ¿Me vas negar que estuviste con ella el día que faltaste a tomar el examen? –Dije aun más molesta, lo que menos podía tolerar eran las mentiras y él lo había hecho.

–Es cierto, estuve con ella. –Dijo finalmente.

–¡Hasta que al fin! –Aplaudí sarcásticamente –Por lo menos una verdad.

–Me imagino que ya tienes una decisión tomada.

Ni yo misma sabía lo que quería, o tal vez sí, lo quería a él pero no era suficiente. Él ya tenía su corazón con alguien más y yo no podía exigir su afecto.
Quería alejarme de él y olvidar todo lo que habíamos vivido, pero los recuerdos no se borran y por más que trate de evitarlo sabía que esto que sentía no podía borrarlo nadie, ni él mismo.

–Me pregunto si acaso te has preguntado por todo lo que causas en mi. –Continuó hablando. –Ágatha, eres una diosa y no te has dado cuenta de lo débil que soy cuando te miro frente a mí en las clases y no puedo tan siquiera tocarte y hacerte mía. O justamente hoy que me desafiaste frente a todo los alumnos, ¡joder! Eso ha sido tan imprudente de tu parte pero el hecho de no verte los minutos que restaban de la clase me ha hecho sentir demasiado incómodo y he querido seguirte para regañarte y luego hacerte el amor. Y nunca te lo había dicho pero puedo decir que me has atrapado....

Estaba lo suficientemente cerca de mi, me había quedado atónita con todo lo que había dicho, ¿era real todo eso que decir sentir por mi? o ¿solo estaba jugando conmigo para revolverme la razón?

Gatita... –Susurró en mi hombro haciéndome estremecer al instante, recorrió mi hombro con su cálida respiración hasta girarme para quedar frente a él. –¡Pero mira cómo te pones! –Seguidamente tomó mis labios con posesión y colocó sus ávidas manos en mi cadera arrastrándome nuevamente a su contacto y su delicioso pecho.

Comenzó a recorrerme y aunque no quisiera ya estaba realmente excitada ante todo su contacto y Robert era más que consciente de lo que sucedía entre ambos.
Afortunadamente la campana del colegio me hizo volver en razón, me separé de sus labios y tomé aliento para regular mi respiración.

–La diferencia es que yo lo amo y no creo que usted sienta eso. –Dije.

Robert me miró y aproveché que no hacía nada para soltarme de su agarre y salí de ahí

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Robert me miró y aproveché que no hacía nada para soltarme de su agarre y salí de ahí.
Me dirigí lo más rápido que pude al baño, y traté de concentrarme en lo que realmente tenía que hacer.

–¡Mírate, eres un desastre! –Solo veía a una Ágatha enamorada y tonta. Me sentía furiosa, había caído en su juego de palabras, sí, porque eso era lo único que realmente era verdad. Más allá de todo lo que había dicho, apostaría que no siente más que deseo por mí. –¡Joder! Si no hubiera sido por ese descuido, te hubieras acostado con él. –Murmuré.

Decidí que era mejor entrar a clases o de lo contrario Robert haría hasta lo imposible para tenerme en su despacho y no iba a permitirme eso.

–Tengo que contarte mucho –Dije a penas vi a mi amiga.

Margot no dudó en escucharme con bastante atención lo que había pasado hace algunos minutos.

No temas a las Leyes de la Atracción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora