Capítulo 76

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El frío me comenzó a invadir, seguido de una gran angustia en mi pecho. No pedía perderle, no quería, no pensé que esto sucediera tan pronto y que doliera tanto.

–No por favor, no digas eso...

Me acerqué a él, pegué mi cuerpo al suyo esperando a que él me acogiera con piedad.

–Ágatha, se que no logras entender pero es lo mejor, por ahora. –Levantó mi mirada y pasó su dedo pulgar por mi mejilla. –Por favor, no llores.

No había notado que realmente lloraba hasta que él lo dijo y sin poder controlar mi tristeza empecé a derramar más lágrimas.

–Rob, déjame que yo lo solucione, te prometo... Te prometo que no te meteré en más problemas, déjame a mi...

–Ágatha...

–Déjame por favor... –Supliqué.

Volví a abrazarlo con fuerza como si mi vida dependiera de ello, cerré mis ojos intentando que las lágrimas dejaran de salir porque sentía que estaba mojando su camisa. Al poco tiempo, sentí sus brazos rodeándome, sosteniéndome y su respiración estaba cálida.

Me estaba consolando, no había otra forma de describir lo que estaba sucediendo. Era una ironía porque él mismo me lograba herir y también me curaba de una manera indescriptible que ni yo tenía una respuesta ante la sensación que daba ese confort de estar en sus brazos.
Solo quería permanecer a su lado toda una eternidad, que sienta que realmente me importa que a diferencia de lo qué tal vez él creía, yo si veía un futuro en nosotros. Uno donde podíamos ser.
Cuando sentí que ya estaba más tranquila me alejé de su cercanía y me dispuse a contemplar su rostro, pocos segundos donde su boca entre abierta me incitó a besarlo.

Rodeé con mis manos su cuello acercándolo a mí, Robert me sostuvo de las manos tratando de quitar mi agarre sobre él, pero desistió cuando hundí mi lengua en su boca. Se dejó hacer por el ferviente calor que emanaba mi cuerpo, lo quería y lo deseaba ahí mismo.
Simplemente quería detener por un momento el tiempo, la vida y solo disfrutar de él.

–Te voy a hacer el amor, sin importar qué pase después... ¿Eso quieres? –Me sostuvo el rostro entre sus manos y me miró detenidamente.

–Sí, por favor.

Enrollé mis piernas en su cintura y Robert aprovechó para cargarme hasta su habitación mientras me acariciaba el cabello. Me recargó sobre la pared, me sostuvo y como pudo se las ingenió para desabrochar su pantalón y embestirme lento.
De pronto todo se esfumó por unos segundos, la excitación me hacía divagar en el placer y las palabras murmuradas por Robert, me enloquecía.
Él gemía bajo, hundiéndose perfectamente en mi carne por la apertura que lograba darle al tenerme así.
Poco a poco iba subiendo el ritmo de sus embestidas y con ello sus palabras se intensificaban en mi oído, yo vibraba y empecé a sentir la ola de contracciones en mi vientre que representaba el orgasmo venidero.

–Mierda, no pares –Pedí cuando sentí que se detuvo. 

–Mejor en la cama

Me bajó y sin salirse de mi, se apresuró a tumbarse conmigo en la cama. Aprovechó para quitarme el vestido y empezó otra vez.
Primero lento, besándome, gimiendo y mordiendo algunas partes de mi cuello. Tocaba mis senos, los apretaba y luego volvía a posar su mirada oscura en mí.
Era fácil descifrar lo mucho que le excitaba, su boca entre abierta, su cuello y parte de su rostro ligeramente enrojecidos por la fuerza y por él recorrido de su sangre, asumo yo; y gran parte de su pecho que a pesar de haberse quitado su camisa aún seguían deslizándose grandes gotas de sudor.

Siguió recorriendo mi cuerpo con habilidad, bajando por mi vientre, deteniéndose en mis muslos, succionando un poco y dejando huellas que con suerte en una semana o menos se lograrían borrar, y yo seguía incitándolo con mi manos en su cabello, apretándolo fuerte, haciendo que se hunda contra mi cuerpo.

No temas a las Leyes de la Atracción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora