Capítulo 90

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La noticia no dejaba de darme vueltas en la cabeza, se me había revuelto el estómago, tenía ganas de romper todo lo que había a mi alrededor, todo lo que era de él. Es que hasta su olor se había impregnado en mi, como si estuviera aquí.
Margot había insistido en acompañarme hasta que él regresara pero no podía permitírmelo, era algo que debía solucionarlo con él y ella fue la que me convenció de por lo menos hablarlo. Al poco tiempo se fue y me deseó valentía para aclarar todo y yo le agradecí.

Empecé a recoger mis cosas, mi ropa y todo lo que alguna vez traje hasta su departamento. Me destrozaba la idea de alejarme de él, no quiero hacerlo porque lo quiero conmigo y desearía encontrar una forma de quedarme...pero no puedo hacerlo sin comprometer mi bienestar.

Ya estaba empezando a desesperarme porque eran más de las 5 y media y aún no llegaba. Alrededor de las 6 escuché las llaves en la puerta y corrí hacia él.

– Amor – Cerró la puerta detrás de él y dejó su maletín en el sofá. Se acercó hasta a mi y se inclinó para besarme. Lo detuve y giré mi cabeza en la otra dirección.
Él se impresionó mucho por mi reacción y enseguida intento darme explicaciones. –Perdón por llegar a esta hora pero esa reunión se extendió más de lo que quise. Pero no creo que eso sea un motivo para que me rechaces un beso, eh?

–No es eso –Sentí mi voz quebrarse nuevamente, no podía permitírmelo. –Vinieron a verte... Emilia vino a verte. 

Robert cambió su expresión a una más seria y preocupado.

–Dice que ha estado llamándote por un mes...

– Lo sé, nunca quise atender. Desde que terminé con ella, dejé muy en claro que no podíamos seguir porque yo te amo a ti.

– Está embarazada –Su cara era llena de asombro, se tomó su rostro con las manos y se enfureció de repente.

– Eso no puede ser, es imposible

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– Eso no puede ser, es imposible. –Se llenó tanto de ira que estaba rojo del coraje. –Tienes que creerme que ambos nos cuidábamos, esto tiene que ser una estupidez de parte de ella, ese bebé no puede ser real.

– Lo es Robert, tiene tres meses de embarazo

–Diossss... ¡Qué dices! Esto no puede estar pasando. – Se desabotonó más su camisa y se sentó en el mueble dejando caer su cuerpo sobre él.

Me senté a su lado.

– No entiendo como es que dices haberte cuidado y vas a ser padre otra vez. No sabes cuánto me ha dolido esto, ahora Emilia es tu presente y tienes que ver por ella y su bebé.

Robert me miró consternado quizás tratando de entender hacia donde iba yo con mis palabras

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Robert me miró consternado quizás tratando de entender hacia donde iba yo con mis palabras.

– Ágatha no me digas eso, yo te amo, ¿entiendes? No amo a nadie más que a ti, no me puedes pedir eso.

– No te lo estoy pidiendo, es tu deber. Será tu segundo hijo y no puedes seguir pretendiendo tener dos vidas. Tienes que formar tu familia...

– Me niego a hacerlo, yo no amo a Emilia, entiéndelo.

– Será mejor que la llames, ella necesita de ti. –Me aparté de su lado, no podía seguir estando a su lado o iba a soltar en llanto.

Fui a ver mis cosas, me siguió hasta su habitación.

– No te vayas por favor, no me abandones justo ahora.

Se abalanzó sobre mí y me rodeó con sus brazos.

– Tengo que irme, es lo mejor para ambos.

– Te necesito a mi lado para afrontar todo esto...

– Robert, no me necesitas. Ya verás cómo resolverlo, deja que todo esto pase, ahora me tengo que ir.

Me liberó, vi sus mejillas llena de lágrimas y aunque no quisiera sentir esto, lo amaba y sentía compasión por él.
Limpié su rostro con mis manos, le sequé sus lágrimas y acerqué mi boca a la suya. Lo besé intensamente y mi corazón latía más fuerte, no me quería separar de él aunque esté nublando mi razón y la realidad.

Esa noche volví a ser suya porque aunque no volviéramos a estar juntos, mi corazón siempre será de él

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Esa noche volví a ser suya porque aunque no volviéramos a estar juntos, mi corazón siempre será de él. Desde el primer día que lo vi hasta que me enamoré de él. Siempre sería suya.

Me llevó a la cama, y me acostó, me desnudó y mi cuerpo reaccionaba ante cada estímulo, cada roce que él ejercía sobre mi. Empecé a gemir cuando su lengua se adentró en mi humedad, movía mis caderas en busca de más placer entre su boca y mi clítoris.

Recuerdo este como uno de los mejores orgasmos que me dio antes de penetrarme y subirse encima mío, llenándome toda de su verga gruesa y grande.

Me agarró del cuello fuerte y me acercó a su boca, mordió mis labios y grité, luego se metió uno de mis pechos a su boca mientras me los succionaba y me penetraba más fuerte.

Me deje llevar por el placer instantáneo, cuando subió hasta mi cuello y no paró hasta que se vino en mi abdomen

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Me deje llevar por el placer instantáneo, cuando subió hasta mi cuello y no paró hasta que se vino en mi abdomen.

Decidí pasar la noche con él, huir de la realidad por unas horas más, ya al día siguiente tendría que encargarme de mí y recoger las piezas de mi corazón y de nuestro amor que se estaba quedando a medias.

No temas a las Leyes de la Atracción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora