➳Capítulo 17: Visita al paraíso

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La casa de NamJoon era, cuanto menos, una mansión de tres hectáreas con campo de golf y una granja incluidos. 

Bueno, tal vez estaba exagerando. En realidad tenía un campo de golf en la casa principal y la granja en la otra sección del terreno. Y eso que según YoonGi, tenía otra casa de campo cerca de Ilsan, su ciudad natal. 

Realmente no me sorprendí demasiado, puesto que su padre era uno de los empresarios más ricos del país, y por suponer que debía gozar de esos privilegios y por sus méritos propios. Quiero decir, ¿quién co-dirige una empresa a la tierna edad de veintidós años? 

Era un jodido prodigio; y no lo decía yo, también lo decían todos en el internet. 

Como sea, no babeé—demasiado—por la construcción barroca de su portón principal, ni por el sistema sofisticado de seguridad que tenían allí, ni tampoco por los jardines perfectamente cuidados que nos saludaron unos metros antes de llegar a la puerta principal tan exuberante como simple, si eso tenía sentido. 

YoonGi bordeó una fuente de piedra y se detuvo en frente de la fachada ostentosa. Había un balcón que daba hacia nuestra dirección, pero las ventanas estaban cerradas. 

—Henos aquí. 

Se quitó los lentes y se giró a mirarme. 

—Gracias, YoonGi. 

—Por supuesto. Puedes bajar, solo toca el timbre y espera a que alguien te hable. Probablemente la mucama, Dawon, lo haga. 

Asentí, aunque empezaba a cuestionarme fríamente la sensatez de mis decisiones. 

—Vas... ¿Vas a quedarte aquí? 

—Tengo que irme a otro lugar mientras. Pero si estás con NamJoon no habrá problema, ¿no? 

Fruncí los labios y volví a asentir. Me deslicé fuera del asiento grácilmente, asegurándome de traer mi bolso conmigo. Me paré en frente de la puerta y sacudí una mano hacia el pelinegro en forma de despedida. 

—Apresúrate a darle esos bombones a tu «es complicado». 

YoonGi sacudió la cabeza y pronto ya solo supe que estaba alejándose del terriblemente enorme territorio. 

—Bien— me animé, caminando hacia lo que supuse era el timbre.—Vamos, SeokJin, solo es NamJoon.

Mi índice—con su forma tan peculiar— presionó el botón tembloroso. 

Esperé con el peso viajando de un tobillo al otro por la respuesta, pensando en lo que iba a decir. 

¿Y si al saber mi nombre NamJoon me negaba la entrada? ¿Estaría molesto porque hubiera venido aquí? ¿Qué podía decirle yo al verlo sin que sonara incómodo? Es más, ¿se acordaría siquiera de su llamada? 

Ya era como la quinta vez que me tambaleaba por el peso en mis tobillos cuando... me di cuenta de que nadie iba a responder. Así que volví a tocar. 

Y de nuevo. 

Y de nuevo. 

Y ya no lo hice otra vez porque era vergonzoso y probablemente inútil. ¿No había nadie en casa? 

Era extraño. Si no, ¿donde estaría NamJoon? 

Fruncí el ceño y con la poca valentía que logré conjurar, probé la manilla de la puerta para abrirla. 

No hace falta mencionar que se abrió tan rápidamente que casi caí por no esperarlo. 

Pensé en cerrarla de nuevo y volver caminando a cualquier parte. Incluso pensé en llamar a NamJoon y preguntarle donde estaba, porque no quería meterme simplemente a su casa sin avisar, lo cual estaba casi seguro de que era ilegal. 

Miss Kim〖NamJin〗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora