De nuevo en la oficina, NamJoon cerró la puerta detrás de ambos solo para que yo me girara y lo encarara, como olvidándome que se trataba de Kim NamJoon, y de que una palabrita de él, y mi polvo sería limpiado con la escoba del baño.
Él me miró con una ceja enarcada.
—¿Jin?
—¿Qué fue eso, señor?—traté de sonar lo menos recriminador y agresivo posible, pero soné peor que un sicario a punto de hacer su trabajo.—¿No estaba de acuerdo con mi propuesta?
NamJoon hizo un gesto como si le restara importancia.
—Era interesante. Solo quería exprimirte un poco más— me pasó de largo y caminó hacia su escritorio.—Tranquilo, me diste exactamente lo que quería. Bien hecho.
Abrí la boca, ofendido.
—¿«Bien hecho»? ¡Por poco y empezaba a sacar el desayuno por donde no quiere saber, señor Kim!
—Eres un exagerado, Jin.
—¿¡Sabe lo que me costó siquiera decirle algo a Hyun!? ¡No exagero!— empecé a refunfuñar otra vez, y crucé mis brazos sobre mi pecho.—Creí que... no iba a estar de mi parte... y me sentí... intimidado, supongo.
Mi jefe levantó su atención de lo que estaba haciendo en su escritorio para dirigirla hacia mí.
De nuevo, no podía entender la expresión pintada en su rostro varonil, bañado por la luz de los ventanales.
—... No debes sentirte cohibido o inferior cuando estés conmigo— soltó la oración sin ningún cuidado, y me tomó por sorpresa.—Eres mi asistente; se supone que eres mi mano derecha ahora. Por supuesto que iba a estar de acuerdo, Jin, después de todo, hasta ahora solo has demostrado que lo que tu solicitud decía era cierto.
Un nudo raro se formó en mi garganta, y tuve que parpadear para que mi rímel no se metiera en mis ojos. No sabía que era lo que sus palabras me estaban causando en el estómago.
—Si de verdad lo cree, señor... gracias. —lo dije sinceramente, inclinando la cabeza.—Siento... haber dudado.
—No te preocupes.— se encogió de hombros y luego regresó su vista a su escritorio. Frunció el ceño.—Oye, ven un momento.
Me alisé la falda y obedecí, estirando las piernas para llegar más veloz.
—¿Sí...— comencé, mas no pude terminar.
Como todavía me hacía falta la desgracia del día, el mundo se encargó de hacermela llegar en la forma de un tobillo doblado y un doblez en la alfombra.
Posteriormente, y para mi pesar, en la forma de mi rostro contra el pecho de mi jefe y sus manos... en mi trasero, al tratar de sostenerme.
Casi en shock, nos quedamos en esa posición unos segundos, yo con el rostro en llamas pegado a su pecho con aroma a Chanel y él con sus dedos apretando generosamente mis nalgas por encima de la falda.
Comencé a temblar, como el maldito virgen que era, murmurando disculpas atolondradas pero sin realmente alejarme de su cuerpo. Realmente no sabía como pretender que no sentía donde estaban sus manos. ¿Pero pueden culparme? ¿¡Como demonios lidiaba con algo así!?
—Uh... Perdón, s-señor Kim...— balbuceé, sin levantar el mentón para mirarlo. Mis tobillos amenazaban con seguir doblándose, como si no me hubieran ya traicionado en primer lugar.
Esperé que NamJoon me dijera algo burlón o algo por el estilo, pero sus manos soltaron mi cuerpo tan rápido que no me dio tiempo de esperar otra cosa.
—Perdóname, SeokJin.— levanté la mirada ahí, incrédulo por el tono excesivamente suave que usó. Esta vez, él no me miraba. Estaba demasiado concentrado en guardar sus manos en sus bolsillos.
Fruncí el entrecejo. Aquella... no parecía una reacción normal.
—E-Está bien, señor...—
Un mechón de pelo platinado cayó por su frente, y tuve las ganas de quitarlo de sus ojos, aquellos que de pronto, estaban tan llenos de decepción... y ¿vergüenza?
¿No debería ser yo él avergonzado? Digo, son mis nalgas las que recordarán por siempre como se sienten sus dedos.
—No fue mi intención... ¿estás bien?
Asentí con la cabeza, preocupado. NamJoon... seguía viéndose apenado, y me parecía una expresión sumamente extraña en él.
—No se preocupe. Aún soy muy torpe con estas cosas; gracias por atraparme.
Mi jefe asintió lentamente, antes de arreglarse los lentes y carraspear mientras yo me colocaba el pelo en su lugar.
—Quería que vieras tu contrato, pero ahora recuerdo que lo mandé a Recursos Humanos, y probablemente esté aún ahí. Con ello podré hacer la nota que quieres.
—Puedo ir a buscarlo. Solo dígame donde es.
Él disimuladamente me dio la espalda.
—Será mejor que yo lo traiga. Tú solo... quédate aquí.
Abrí la boca para refutar, mas él se alejó hasta quedar frente a la puerta en unos segundos, dejándome con las palabras colgadas de mis labios.
Cuando cerró la puerta tras de él, deseé haberle dicho que se quedara.
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En este punto creo que solo escribo lo más cliché que me viene a la mente. Pero lo estoy disfrutando😭
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Miss Kim〖NamJin〗
FanfictionSeokJin había conseguido el trabajo en la empresa de sus sueños, y conseguiría tanto dinero como el que necesitaba para ayudar a su hermano menor. Sin embargo, un error al parecer pequeño se convierte en una avalancha, el codiciado e inalcanzable Ki...