SeokJin había conseguido el trabajo en la empresa de sus sueños, y conseguiría tanto dinero como el que necesitaba para ayudar a su hermano menor.
Sin embargo, un error al parecer pequeño se convierte en una avalancha, el codiciado e inalcanzable Ki...
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YoonGi me despidió desde el auto cuando bajé, sin cuestionarme en todo el viaje porque me seguía quitando labial de la boca cuando íbamos a mi casa. Seguramente NamJoon ya le había puesto al tanto, y eso me hizo preguntarme si alguien más aparte de mi jefe, JiMin y quizás YoonGi sabían de mi secreta doble vida.
Me despedí de él también, y el motor del Mercedes ronroneó mientras se alejaba de la pobre entrada de mi complejo de apartamentos.
Ya podía ver los ojos de huevo frito del señor Youngwoon cuando entrara si me había visto bajarme de semejante auto. Aunque ya lo suponía, porque juraba que el viejo se sentaba al margen de la ventana con unos binoculares solo para espiar a la gente.
Si no, no me explicaba como se había enterado que traté de hacer una doble conexión al contador de voltios para que las facturas de la luz vinieran milagrosamente dos veces menos de lo que deberían.
Era un metiche.
Me froté las manos para darles un poco de calor y me apresuré a entrar, sintiendo mi nariz ya casi congelada.
Como supuse, el señor Youngwoon me dirigió una mirada inquisitiva cuando entré saludando, y sin más, me metí al ascensor. Estaba seguro de que, de haberme quedado unos segundos extra, sería su comidilla y la del resto del pueblo apartamentístico; si no lo era ya, claro.
Cuando llegué a nuestro piso, me llamó la atención el extraño sonido disminuido a través de la puerta del apartamento. Me acerqué con el ceño fruncido, solo para comprobar que en definitiva, se trataba música muy, muy fuerte, acompañada de una voz familiar.
Entré al cuarto, y me saludó la vista de mi hermano, micrófono en mano, luciendo apasionado como si fuera uno de esos concursantes de Korea's Got Talent mientras cantaba alguna canción juvenil que no conocía; y nuestro vecino parado a su lado, también cantando.
Lo vi tan... contento, que no me atreví a entrar del todo. En vez, opté por quedarme parado en la entrada a mirarlo. Una sonrisa se esbozó en mis labios ante ello. Había pasado un buen tiempo desde la última vez que vi a JungKook de esa forma; sin esa tácita nube de tristeza que solía llevar a pesar de que intentara ocultarlo.
Sabía que JungKook no era del todo feliz, y era realmente agobiante, porque veía su mirada nostálgica cuando TaeHyung hablaba de salidas y cosas que él ya no podía hacer. Esas veces realmente deseaba poder arreglarlo todo de alguna forma.
Ambos acabaron la canción con una nota exageradamente larga y desafinada, y se carcajearon una vez hubo terminado.
—¡Estuvo genial!— exclamó Jungkook, y TaeHyung alzó una mano para chocar sus palmas.
—Te dije que sería divertido, Kookie. Además, no sabía que podías cantar así ¿nunca pensaste en ser cantante?
TaeHyung le sonrió y JungKook se sonrojó, sacudiendo la cabeza.
