➳Capítulo 47: ¿Y si solo me dijeran la verdad?

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Llegamos al hotel en Sujeong a las siete de la tarde, cansados, llenos de arena y yo maquillado con la poca energía que me quedaba luego de haber corrido unos kilómetros detrás de NamJoon y haber hecho la croqueta sobre la arena unas tres veces. 

Tampoco era como que no me había gustado; había sido divertido, pero ahora sentía las consecuencias de ello al dejar de sentir el cuero del asiento atajándome el cuerpo, y en vez estar caminando rumbo a nuestra habitación. En la recepción no se había hecho mucho revuelo con nuestra aparición—aunque probablemente fuera gracias a Hyun—, tan solo nos habían dado una corta bienvenida y un botones para que nos condujera a las suites reservadas para cada uno. 

Okay, podía haber disfrutado estar con NamJoon en nuestra aventura, pero una noche en el Bicho Playero nunca se compararía a medio día en una buena suite presidencial; y eso que era la primera vez en la que me hospedaría en una. De igual manera, podía prejuzgarla como el segundo lugar en donde me encantaría tomar una siesta con solo ver que las puertas tenían ranuras para tarjetas y no llaves. 

Eso vaticinaba un cuarto igual de lujoso, con un colchón como el de Sleepy Koala™ y quizás una bañera con ducha escocesa. Sea lo que fuera, ya me sentía aliviado de no tener que pensar en dormir con un ojo abierto por temor a que un ciempiés me trepara en la cara.

El botones nos dejó luego de indicarnos como abrir y cerrar las puertas, y de recordarnos que nuestro equipaje ya estaba dentro. 

NamJoon se paró en frente de su suite, mirando la tarjeta y luego a mí, ya que me había quedado parado a su lado en vez de caminar hasta el final del pasillo en donde se hallaba mi habitación.

Esperaba que entendiera mis intenciones implícitas.

—Estamos aquí— respiró hondo, antes de guiñarme un ojo e inclinar la cabeza hacia la puerta. 

Sonreí y él desbloqueó la habitación, haciéndose a un lado para dejarme entrar primero, como ya era costumbre.

Pasé con mis brazos alrededor de mí mismo, respirando el aire aromatizado con algo que olía a coco y caro

Intenté que no se me viera demasiado el asombro al ver lo espacioso de la suite. Era como mi apartamento, pero más lujoso y grande: con una sala, sillones mullidos y televisión plasma. Una puerta a un balcón, todas las ventanas cubiertas con cortinas de tejido y una cama King Size con almohadas que relucían bajo el candelabro que colgaba encima. 

Dudé de si lo que estaba viendo era una habitación de hotel o parte de un palacio. 

NamJoon cerró la puerta detrás de mí mientras me quitaba los zapatos a un lado y me dejaba caer en medio de la cama, rendido. 

En cuanto mi espalda tocó el colchón, quise dormir como un bebé. Mis párpados se pusieron pesados y todo el estrés en mi nuca se disipó casi por completo.

—Quizás estas sean mis últimas palabras— arrastré, con los ojos amenazando con cerrarse—. Estás viendo lo último de mí, NamJoon. 

Él soltó una risita, antes de imitarme y acostarse en la cama también, justo a mi lado. 

Me giré sobre un hombro, buscando su mirada. 

—Es un honor.

Fue mi turno de reír. 

—Honestamente, podría morir aquí. Estoy exhausto. 

—Yo también— ahogó un bostezo—. Podríamos dormirnos hasta las doce, despertar para revisar la hora y seguir durmiendo. 

—Pensamos igual. Aunque siento que debemos bañarnos al menos. 

Él solamente sonrió, antes de darse la vuelta a mirar el techo, colocando sus brazos detrás de su cabeza, satisfecho. Tenía una sonrisa tan hermosa en sus labios que yo también sonreí, volviendo a cerrar los ojos. 

Miss Kim〖NamJin〗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora