➳Capítulo 6: De bonsáis y un asistente estresado

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Desafortunadamente no pude seguir pensando muchas buenas cosas de NamJoon después de lo del desayuno, ya que cuando volvió, se transformó en una bestia; me ordenaba de aquí para allá, haciéndole cálculos, anotando datos, reorganizando agendas y ¡hasta verificando que a sus bonsáis les diera el sol correctamente!

Yo creía que había un límite para todo. Y mi límite estaba llegando mientras acomodaba a las plantas en la terraza que tenía unida a su oficina. Digo, me gustaba un poco de jardinería, pero mis pies ya no aguantaban los zapatos y ya pensaba que me daría lumbago por solo este día. Necesitaba al menos tres minutos de descanso en el sofá de cuero en donde JiMin me maquilló ayer. Ese mueble era la gloria, algo así como que tomar una siesta en él era una de mis fantasías sexuales-no-sexuales.

Me saqué el pelo sintético de la cara y suspiré, mirando desde mi posición agazapada a la espectacular vista vespertina que tenía de la ciudad, completamente bañada en oro.

Hacia un día hermoso de otoño, y pensaba que a Jungkook le encantaría fotografiar el paisaje desde el ángulo en el que estaba.

Los cristales de los edificios contiguos reflejaban el tono ardiente y sacaban a relucir aún más lo imponente de la ciudad. En el cielo, las primeras estrellas comenzaban a titilar.

Definitivamente a JungKook le encantaría. La última vez que lo saqué para algo así fue hace ya tres años. Cuando el dinero aun no escaseaba demasiado y yo no tenía que trabajar al menos dos empleos para costearnos una vida decente. Esa había sido una de las épocas más felices de mi vida después de la muerte de nuestros padres, sin duda.

Me remojé los labios sin preocuparme por esparcir el labial (gracias a JiMin y sus labiales anti-agua) y coloqué la última planta en el lugar correspondiente.

Luego me acomodé la chaqueta y me incorporé, estirando mi espalda hasta que mis vértebras sonaron como las latas de gaseosa al abrirlas.

—SeokJin.

Contuve un resoplido y me giré hacia él con una media sonrisa. Estaba recostado contra el marco de la puerta, sus brazos cruzados sobre su pecho y los labios tensos.

—¿Sí, señor Kim?

—Necesito unas copias urgente, y mi fotocopiadora no funciona—caminé hacia él porque ya sabía a dónde iba con eso.—¿Puedes hacerlas con la fotocopiadora de abajo?

Me quedé parado a un metro de él, con la sonrisa aún tensa.

—¿No tiene miedo de que alguien me vea?

NamJoon bufó.

—Solo tendría miedo de que alguien se diera cuenta. Intenta que no sea muy obvio, y es todo; nadie es tan observador como mi padre en este lugar, por eso no dejo que tú te le acerques aún. El resto es igual de despistado como incompetente.

Fue mi turno de alzar una ceja.

—¿Normalmente habla así de sus empleados, señor Kim?— no se por qué sentí la necesidad de contraatacar a su obvia condescendencia, pero nunca había sido exactamente del tipo que se tragara todo sin más. Especialmente de jefes que hablaban mal de sus empleados.

Él enarcó una ceja, sonriendo.

Joder, esos hoyuelos.

—Solo de los que no me satisfacen— se alejó del marco y se acercó ligeramente hacia mí.

—¿Hablará entonces así de mi?

—No lo sé. Aún no sé qué tanto me vas a satisfacer tú, señorita Kim.

Miss Kim〖NamJin〗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora