En algún lugar de la raquítica rama que sostenía los cordones de la madera sobre la que estaba sentado en contra de mi voluntad, sentí mi cordura perderse con cada vaivén. El material se estiraba dolorosamente bajo mi peso y producía ruidos espeluznantes cada vez que mis pies se alzaban en lo alto y mis dedos de enterraban en la fibra marrón.
—Ya, ya, ya— solté desesperado, queriendo removerme pero estando tan paralizado que no podía hacerlo.—¡Ya está bien! ¡NamJoon!
Las manos de NamJoon me continuaron empujando sin piedad, sosteniendo mis cintura entera cada vez que lo hacía. Solté un chillido, viendo el borde del prado desaparecer y reaparecer cada vez.
—No seas aguafiestas, hyung. ¿Le tienes miedo a un columpio?— exclamó JungKook desde su lugar sobre la manta ubicada debajo del Junípero, tragándose un sándwich de atún mientras me miraba picarón.—¡Y luego yo soy el bebé!
—¡No hables, JungKook!— repliqué de inmediato, girando mi cabeza ligeramente para mirar a NamJoon, quien seguía empujándome cada vez más alto.—NamJoon, bájame. Por lo que más quieras, ya lo probé, ¡ahora quiero bajarme!
Me empujó más alto y me tambaleé un poco, soltando otro gritito.
¿Acaso estos hombres disfrutaban de hacerme sufrir? ¿Por qué siquiera había dejado que me arrastraran hasta la tortura esta de Satán? Debía imponer mi autoridad, aún si esta fuera virtualmente inexistente.
—Ya te dije que no va a pasar nada— exhortó, y aún pude escuchar su media sonrisa en ella, cómplice de la mente criminal de mi hermanito.—Solo... suéltate un poco. Estará bien.
—¿¡Y si me caigo y termino con el cuello roto allá abajo!?— señalé con el mentón el borde del campo que se extendía justo cerca del columpio, que terminaba en una empinada cuesta llena de malezas.
—No lo harás. Yo te cuido.
—¡Hazle caso, hyung!
Bramé por lo bajo, soltando un gritito más al sentir la brisa aumentar de intensidad y hacerme balancear de más en el aire, removiendo mi pelo tan rápido que por un momento solo vi mis mechones marrones y el cielo azulado.
Mi corazón seguía latiendo con rapidez por la inseguridad, pero dentro de todo me encontré empezando a relajar mis piernas y espalda a medida que tomaba respiraciones acompasadas y simplemente disfrutaba del ligero eje de libertad que estaba sintiendo. El choque del viento contra mis oídos y el del césped debajo de nosotros; el vaivén rítmico de la cuerda que ya no me parecía una sentencia de muerte, la risa despacio y airosa de JungKook detrás de nosotros e inclusive el roce de las yemas de los dedos de mi jefe contra mi espalda parecían haberse entremezclado y creado una especie de burbuja de ensueño.
La tarde estaba magnífica, e incluso más con aquel paisaje del prado y la certeza de que parecíamos los únicos tres en el mundo entero.
En ese momento extrañamente... me sentí feliz. Quizás tenía que ver un poco con la presión que había desaparecido de mí; de la seguridad que el hombre que me estaba empujando me había proporcionado con unas simples palabras. Quizás tenía que ver con la esperanza de que juntos podríamos darle un futuro soñado a mi hermano.
Porque yo ya no estaba completamente solo, por mucho que nuestra relación debiera seguir siendo una de jefe/empleado.
Pero aún así... ¿por qué las visiones de él me mostraban un futuro más allá de eso? ¿Por qué cuando pensaba en él, veía más de estas tardes perezosas y tranquilas? ¿Por qué... el pensamiento de querer permanecer junto a él no me disgustaba?
Si tan solo no fuera cobarde podría responderlo. Mas por el momento, seguiría pretendiendo que podía sentir este tipo de cosas por él.
—¿Ya más tranquilo?— me preguntó por detrás, y yo asentí lentamente—Te dijimos que iba a gustarte.
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Miss Kim〖NamJin〗
FanfictionSeokJin había conseguido el trabajo en la empresa de sus sueños, y conseguiría tanto dinero como el que necesitaba para ayudar a su hermano menor. Sin embargo, un error al parecer pequeño se convierte en una avalancha, el codiciado e inalcanzable Ki...