➳Capítulo 34: Él, mi exquisito dolor

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NamJoon



Fruncí al ceño mientras veía a los ojos inusualmente brillantes de mi asistente, con las pupilas tan expandidas que sus iris parecían ser completamente negros. Normalmente sus ojos sí eran así de brillantes, claro, pero ahora tenían una forma rara, como si fuera producto de algo más y no de la belleza natural que Jin tenía.

Los cerró unos momentos, y se agarró del sillón más cercano con una mano.

—¿Jin?— pregunté preocupado, evitando tocarlo aunque eso fuera lo que más quisiera. No quería desatar lo que estaba albergando en mi pecho más de la cuenta, y lo que le había demostrado hace unos minutos.

Él no respondió por unos segundos, solamente respirando un tanto rápido, hasta que de repente se tambaleó incluso estando agarrado del mueble.

—NamJoon...— soltó, arrastrando mi nombre.—Tengo c-calor. ¿No sientes calor? Se siente como un jodido horno aquí adentro. 

Aunque hubiera trastabillado, se soltó de su apoyo y llevó sus manos a su blazer, deslizándolo por sus hombros y dejándolo caer al suelo. 

Me acerqué un paso, terriblemente descolocado por su actitud. La habitación no estaba ni de cerca caliente como mencionaba, y sus movimientos se veían exageradamente toscos. 

—¿Te sientes bien?

—Claro que me siento bien, je— soltó una risita y estiró la bufanda de tela alrededor de su cuello para quitarla.—Solamente voy a quitarme esto ...—

Procedió entonces a desprender los botones de su camisa y yo decidí que ya era suficiente. Lo tomé de las manos y lo detuve a mitad, sacudiendo la cabeza.

—Jin, basta. ¿Qué estás pensando?

Sus manos se movieron torpes debajo de las mías.

—¿Cómo que «que estoy pensando»? ¡Tengo calor, NamJoon! Así que voy a quitarme esta estúpida camisa. 

—¿Estás loco? ¡Enseguida tenemos la reunión!— no entendía qué le pasaba, pero sabía que algo no estaba bien para nada. 

Su rostro ya empezaba a enrojecerse, y veía sus tobillos doblarse cada tanto.

—¡Es culpa de ellos por encender esta calefacción tan alta! Además, les agradará ver a la señorita Kim semidesnuda, ¿no?— soltó otra risita, tirando la cabeza hacia atrás.—A ti te agradará, ¿verdad, NamJoon?

Definitivamente, algo estaba mal. Hice una mueca, intentando que no pudiera leer nada en mi expresión más que preocupación. 

La forma en la que seguía tambaleándose y como parecía no estar en sus cabales me hizo pensar en todas las posibilidades, pero ninguna encajaba perfectamente como la que me saltaba al cerebro constantemente.

¿Acaso estaba... ebrio? ¿Como era posible? ¿Podría ser...?

—Jin, ¿bebiste alcohol antes de venir?

Él negó con la cabeza frenético.

—No, yo solo bebí c-café. Y donas. Las donas me hicieron mal en el estómago, NamJoon, y ahora me siento mareado. ¿Me sobas la panza, por favor?— hizo un puchero y mi corazón se aceleró. Quise cumplir con su deseo de inmediato, pero mi voz de la razón me detuvo antes de que metiera la pata.

—¿Café? ¿En la fiesta de bienvenida?

—Síííí— alargó el sonido, tirando de mí.—Ese imbécil caranalga me dio cafééé. 

Miss Kim〖NamJin〗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora