➳Capítulo 28: Esto no es el Stand de Los Besos, YoonGi

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Me fue imposible mirar a mi jefe a la cara después del episodio. Por fortuna, no se apareció por la oficina por mucho hasta que me dijera que podía irme, puesto que era sábado, y por lo tanto las oficinas ya no estaban tan atareadas. 

No desaproveché la ocasión para ir casi corriendo al baño, prácticamente arrancarme el uniforme y ponerme mis arapos normales para salir pitando de la oficina antes de que pasara alguna otra cosa. Él me despidió un tanto desanimado y por poco me sentí mal. 

Por poco, porque luego recordé mis vergüenzas y simplemente quise meterme debajo de una piedra y morir. 

La verdad era que estaba más cobarde que nunca, y esa cobardía crecía a medida que recordaba que hoy era la cena en su mansión. Por lo tanto, no solo debía estar con él y JungKook— quien seguro ya me odiaba— sino que también tenía que gastar mis energías en ponerme presentable para estar a su altura. 

Seguí pensando en lo de la piedra a medida que bajaba por la rampa del estacionamiento y yendo al auto de YoonGi. Como no estaba aparcado en frente del ascensor como siempre, asumí que se había movido hacia adelante. 

Arrastré los pies hacia el pilar que me tapaba la vista del borde del Mercedes y cuando llegué, no me molesté en mirar si alguien estaba adentro o no. Solamente intenté abrir la puerta y rogué porque estuviera desbloqueada. 

Para mi suerte se abrió, y metí la cabeza para treparme dentro. 

Sin embargo, no esperé ni por un segundo ver a YoonGi besando fogosamente a otra persona en el mismo lugar, y menos que esa persona fuera alguien que conocía muy bien. 

JiMin gritó al verme y yo intenté salir del hueco tan rápido que me golpeé la cabeza contra el borde de la puerta. 

—¡Carajo!— siseé, sobándome el lugar que probablemente tenía un chichón.—¿¡Qué demonios!? 

Di unos pasos hacia atrás y salí, solo para que una mano pálida se extendiera hasta la puerta y la cerrara en mi cara. 

Grosero

Me crucé de brazos, intentando asimilar lo que había visto y que— totalmente— de alguna forma me lo veía venir. Solo que no en la parte trasera del Mercedes cuando yo iba a subir. 

Fruncí el ceño ligeramente en el momento en el que ambas puertas se abrieron y hacia mi lado, se bajó un JiMin cabizbajo y con la cara hecha una pintura. Del otro lado, bajaba YoonGi con una expresión de victoria pura, arreglándose la corbata. 

Por estar mirando tanto el suelo, JiMin casi me chocó de lleno. Se detuvo antes de hacerlo, con los zapatos brillosos rechinando contra el concreto. 

—JiMin— solté, serio, y él levantó la cabeza apenas, con ojos de cachorrito pateado.

—Hyung, lo siento, me dejé llevar. Yo soy una persona decente...—

—Tienes los botones mal colocados— hice caso omiso a lo que estaba diciendo para señalarle la prueba en su pecho. La verdad era que todo su traje se veía desaliñado, arrugado y... ¿qué era eso en su...? Olvídenlo. 

Se apresuró a verificarlo, soltando una palabrota al hacerlo. Colocó una mano contra su esternón y volvió a mirarme implorando.

—No le digas a NamJoon que estábamos en su Mercedes, por favor. Me matará. 

Enarqué una ceja y busqué a YoonGi, quien se hallaba recostado contra el auto aun sonriendo, los lentes oscuros sobre el puente de su nariz. 

—¿Y qué hay de ti? ¿Qué tienes que decir en tu defensa? 

Miss Kim〖NamJin〗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora