➳Capítulo 14: No soy capitalista, pero...

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El resto del día me dediqué a ordenar archivos sobre la KFW y a mirar lo que el anterior asistente de NamJoon había guardado sobre eso en la tablet. Querría decir que averigüé mucho más sobre lo que pasó con este, no lo sé, tal vez haber encontrado la razón por la que NamJoon lo despidió, pero no había nada extraño aparte de unos números guardados entre las notas, que no parecía exactamente un número telefónico ni de coordenadas. Es más, parecían los números que escribiría su rostro al quedarse dormido sobre la pantalla del aparato. 

NamJoon regresó cuando ya estaba ordenando lo último, con las manos vacías. No me dirigió la palabra, y yo tampoco me atreví a hacerlo. Se había quedado extraño desde el incidente, y realmente no quería tentar mi suerte y luego tener que quedarme a dormir en su retrete. 

Aún no le encontraba la razón a su reacción tan fuera de lo normal, y me carcomía el cerebro aunque no tenía sentido que lo hiciera. Tal vez solamente le había desagradado tanto mi trasero que se había traumatizado. Imagínense. Tal vez le gustaban los traseros redondos y grandes, como a todo el mundo. 

Lo fulminé con la mirada desde mi lugar. Conque a Kim NamJoon no le gustan los traseros respingados y humildes, ¿uh? Vaya capitalista. 

Sacudí la cabeza aun pensando en mis atributos hasta que su reloj de péndulo (el cual estaba brillante y pulido gracias a mí) comenzó a sonar, marcando que ya eran las nueve. 

Dejé la tablet en la mesa, y me estiré hacia atrás con las manos en mis caderas. Seguí esperando a que NamJoon me dijera algo, pero no se movió un ápice de su escritorio. 

Hice una mueca. 

—Señor Kim— llamé, y este me respondió con un «¿mm?»—¿Puedo irme ya? 

Por fin levantó su vista de lo que estaba haciendo. 

—No— me sentí abrumado por su respuesta. Luego rodó los ojos.—Por supuesto que sí, SeokJin. Solamente ve. 

No supe si reír o molestarme, así que dejé mi rostro de la misma forma, y mecánicamente caminé hacia el cuarto de baño. 

Estaba empezando a no entender a mi jefe, y me estaba frustrando. 

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Al salir del baño, me encontré con la misma imagen que había dejado atrás al entrar. Aquello me pareció todavía más raro, puesto que normalmente NamJoon ya solía estar cerrando la oficina cuando yo salía. Y aunque realmente debía esperar hasta que YoonGi volviera de llevarme, nunca se quedaba en la oficina una vez que eran las nueve. 

Parpadeé un par de veces, confundido, sin notar que me quedé parado observándolo. 

Su sexto sentido debía funcionarle demasiado bien, porque inmediatamente cruzó su mirada con la mía. 

Enarcó una ceja, y yo desvié la mirada. 

—¿No va a irse todavía?— pregunté, mirando interesado los ventanales completamente oscuros y las luces nocturnas de los edificios. 

—No, aún no— se encogió de hombros por el rabillo de mis ojos y yo asentí. 

—Debería ir a...— 

—¿No tendrás frío con eso? 

Me quedé mas consternado por la pregunta que porque me había interrumpido. Lentamente, bajé mi mentón hacia mi pecho y me escudriñé. 

Llevaba puesto un cardigan gris de lana y debajo de este, una camiseta blanca; tenía los mismos jeans de siempre y mis tenis rosados usuales. Era como típicamente me vestía, y si era sincero, eran algunas de las pocas prendas que me quedaban luego de haberlas vendido todas para subsistir. 

—¿No? 

—Hace unos tres grados afuera, Jin. 

Fruncí el ceño, y solamente entonces noté el evidente vaho de la condensación impregnado en los ventanales. La noche se había tornado extremadamente fría y yo no me había dado cuenta gracias a la eficiente calefacción de la oficina. 

Grité internamente porque tendría que aguantarme el frío del estacionamiento y luego en el apartamento porque solo pude lavar una de las mantas y era obvio quien se la llevaría. 

NamJoon se levantó de su silla de improviso mientras yo pensaba en lo que haría. No supe por qué hasta que apareció en frente de mí con una chaqueta en la mano. 

—Usa esto.

Espabilé y miré la prenda que lucía más cara que todo mi guardarropas entero. A mi me quedaba solamente una chaqueta entre mis cosas, la cual ni siquiera era demasiado abrigada, por eso no solía usarla demasiado. 

Su chaqueta se veía muy acogedora, especialmente por la tela de la que estaba hecha, y aposté a que olería a él... 

Sacudí la cabeza de inmediato. 

—No es necesario, señor. Se lo agradezco, pero esto...— 

—Me sentiré mal si luego te resfrías. Tómala; puedes devolvérmela mañana. 

Hice un ademán. ¿Realmente estaba bien que lo aceptara? 

—¿No la necesitará? 

—Soporto bien el frío, no te preocupes; y puedes tomarla como una disculpa por presionarte en frente de Hyun, si quieres. 

Sonrió al final, mostrando la hilera de dientes perfectos y blancos en su boca, y sus labios contorneados sobre estos. A diferencia de las anteriores sonrisas, en esta sus ojos se cerraron con la contracción de sus mejillas. 

Mis dedos se cerraron en torno a la chaqueta gris. 

—Esto es demasiado... gracias— repliqué sinceramente, dejando que el revoloteo en mi estómago se apoderara de mi. 

La sonrisa genuina de NamJoon era hermosa. Era como una taza de café caliente en un día helado; como un abrazo a través de las peores adversidades. Y ni siquiera me sentía avergonzado por describirla de esas formas tan cursis. 

La extrañé en cuanto se fue, siendo reemplazada por su expresión neutral. 

—Bueno... regresa con cuidado.

Yo asentí, correspondiendo, para luego colocarme la chaqueta y salir de la oficina. 

Tal vez acurrucándome lo mejor que podía en la prenda para impregnarme del calor que esta me proporcionaba no solo a través de todo mi cuerpo.

Miss Kim〖NamJin〗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora