➳Capítulo 51: ¿Felicidades a mí?

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NamJoon 

Completamente encerrado en mi estudio en casa, no me di cuenta de que ya había amanecido hasta que mi teléfono abandonado sobre el escritorio resonó con la alarma que tenía configurada para que sonara a exactamente las cinco de la mañana. 

Aquello fue suficiente para despertarme de mi letargo, que aunque consciente, había causado que mis extremidades se sintieran pesadas y que mis ojos se hubieran resecado ligeramente. 

Después de todo, no llevaba cuentas de las horas que había pasado allí sentado con la pila de documentos cada vez más larga, haciendo cálculos sobre los fondos y firmando actas. Simplemente había llegado más temprano de la oficina y mis nervios no iban a calmarse si no me adelantaba a cualquier cosa que eventualmente pasaría, por lo que haberme hundido en aquella tarea no había significado molestia alguna.

La pura verdad era que me estaban empujando al borde del abismo lentamente pero seguro. De una manera tal que ya había empezado a caminar yo solo hacia este.

Dejé la pluma sobre la mesa, estirando los dedos para alcanzar el móvil y apagar el despertador con un suspiro. 

Bostezando, me pasé una mano por el rostro y me levanté del asiento con la columna adolorida. 

En ese momento, unos golpes en la puerta sonaron antes de que Dawon apareciera por ella, cargando una taza de porcelana china entre sus manos. 

—¿Namu?— preguntó, casi temerosa de hablar por encima de un cierto nivel incluso viéndome despierto y alerta.

—Buenos días, noona— repliqué, tronándome los huesos de la espalda—. ¿O buenas noches, quizás?

Ella entró por completo al estudio, cerrando la puerta con un «click».

—Eso debo preguntártelo a ti, ¿acaso trasnochaste de nuevo?—una sola mirada hacia los documentos bastó para que lo entendiera. 

—Olvidé revisar la hora, es todo— le resté importancia, chasqueando la lengua porque sabía que ella ya estaba suficientemente preocupada por mí y por mi padre. Hacía que esta casa funcionara, así que le debía al menos eso. 

—Ya sabes que no me gusta que hagas eso, Namu. Debes dirigir una empresa, tienes que descansar correctamente— suspiró también, y acercó la taza hacia mí. El aroma a menta me golpeó las fosas nasales—. Te traje té; ya suponía que todavía estabas despierto.

La acepté, sujetándola con ambas manos por miedo a echarla al suelo, antes de depositarla en la mesa.

—¿Te preocupa algo más que solo mis horas de sueño, noona? 

Ella rehuyó mi mirada, relamiéndose los labios, y supe que había dado en el blanco.

—¿Por qué asumes que porque te doy un té de menta a las madrugada significa que estoy preocupada por algo que no seas tú?

—Usaste la porcelana que te regaló mi madre. Tú nunca sacas este juego. 

—Quizás solo olvidé lavar las otras tazas— ladeó la cabeza—. Pero tienes razón, estoy... un tanto inquieta. 

—¿Sí? 

Se llevó sus mechones ceniza detrás de las orejas, juntando sus manos en frente de su estómago. 

—Namu, sabes que te apoyo en todo. Yo estaré feliz mientras tú estés feliz, y no solo porque NamHee me lo delegó. 

Estaba suavizando el golpe, estaba claro.

—Lo sé. 

—Por eso estoy muy feliz de que hayas encontrado a alguien como JinJin. 

Me crucé de brazos, viéndola batallar cada vez más con sus palabras.

Miss Kim〖NamJin〗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora