➳Capítulo 23: Suponiendo que no es un sueño...

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Pronto luego de almorzar como rey— casi literalmente, porque resultó que lo que NamJoon había traído en el plato era solo la entrada— y de volver a la oficina sintiéndome más lleno que pavo en Nochebuena, la tarde ya había llegado con sus acuarelas naranjas en el cielo.

Eran las cinco, así que calculé el momento perfecto en el que debía decirle a mi jefe que debía retirarme para el cumpleaños de Kook. Pues no quería parecer que me estaba aprovechando demasiado de que NamJoon ya no parecía tenerme con mano dura. Era lo menos que podía hacer por todo lo que había estado haciendo también por mí.

Continué escribiendo en la tablet en silencio, solamente mirando de vez en cuando al hermoso cielo que era visible por el ventanal de la oficina.

Como estaba tan concentrado en esas simples tareas, me sobresalté cuando NamJoon cortó el silencio usando su voz grave y ligeramente molesta.

—¿Sabes qué es lo que quiere SungHo? Me ha mandado el mismo correo como tres veces. Y la verdad no lo quiero leer...— lo habrá preguntado retóricamente, pero me aclaré la garganta sin poder detener las palabras de mi boca.

—Me dijo que quería hablar contigo. Te... Te estaba buscando.

Mi jefe frunció el ceño y se pasó una mano por el rostro; no era difícil darse cuenta de lo cansado que aparentaba estar.

—¿Acaso es tan difícil venir hasta aquí y decir lo que tenga que decirme?— clickeó en su computadora y yo tragué saliva, aun inseguro.

No queria decirle lo que había pasado con él, aunque sabía que era el único que realmente estaría de mi lado si lo hacía.

Solamente... no quería verme como un llorica que saltaba detrás de su jefe en el momento en el que se presentara una dificultad. Porque si era así, ¿qué clase de empleado sería?

Deslicé mis dedos por la tablet sin saber qué hacer, mordiéndome los labios. Era ahora o nunca.

Aún así, no quería darle la satisfacción a ese imbécil de pasarme encima.

—En realidad, vino aquí— solté la tablet con suavidad, pero no dejé de mirarla.—Lo encontré cuando regresé de ParkIn.

No vi la reacción de NamJoon por tener la vista pegada a la pantalla, porque justamente no quería verla.

—¿Y solo te dijo que quería verme?

Su pregunta se quedó allí en el aire como un veneno que no quería aspirar, así que contuve la respiración.

Abrí la boca pero no salió sonido alguno. ¿Como exactamente le decía que me había llamado «fácil de pisotear» y que había sugerido que no merecía ser su asistente? ¿Qué podía hacerme cualquier cosa y no me creerían solo por ser él?

El eje de la silla giratoria de NamJoon soltó un pequeño chirrido al ir en mi dirección, antes de que sus dedos me tomaran de la mano que estaba sobre la tablet.

Lo observé en shock, no tanto por el contacto sino más bien por la forma tan comprensiva y suave en la que me estaba mirando. El color naranja que se reflejaba en sus iris y pelo patinado no hacían más que agregar al efecto.

Rodé mis labios sobre sí mismos, rogándome no pensar en que sus manos estaban calientes y acogedoras. No eran manos exactamente delicadas, pero tampoco eran rudas ni ásperas. Tenía las manos en el punto medio más perfecto que podía pensar, como si lo supiera y lo estuviera utilizando para que me derritiera frente a él con solo tocarme.

Quizás tenía ese poder.

—Jin— habló despacio.—No quiero que tengas miedo de mí. De decirme si hay algo que te molesta o mínimamente te preocupa. Porque de alguna forma trataré de arreglarlo, ¿está bien?

Miss Kim〖NamJin〗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora