Capítulo 25

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Kaito:

Observo a Sakura muy distraída, sus manos juegan entre sí, le pregunté algo pero no me escucha. La presencia de ese hombre que fue importante para ella la tiene así.

Llamo su atención tomando sus manos con la mía. Me mira y sonríe débilmente. Para mí ella es como un libro abierto, estoy años la he llegado a conocer tanto. Su manera de ser, lo bondadosa que es, pero también su parte oscura como la mentira, el engaño y mucho sufrimiento han invadido su vida.

No me atrevo a hablarle de mis sentimientos porque no quiero que me aleje de su lado por ello. Me conformo con ser su gran amigo. Su incondicional como ella me dice.

—Entonces¿Qué tal hoy?—pregunto.

La mirada que me da es de mucha tensión e incomodidad, no es fácil estar cerca de tu ex después de tantos años y con muchas heridas abiertas y sin cicatrizar.

—No sé si pueda soportar Kaito—me responde con sinceridad—. Shaoran es alguien que ha marcado mi vida para siempre, indirectamente él también me hizo tanto daño sin saberlo. Si no se hubiera ido, si me hubiera dejado hablar, defenderme y escucharme tal vez todo en este momento sería diferente. Y mi hijo estaría vivo—sus lágrimas, su sufrimiento, son también míos.

Estacionó el auto en un parque, y me atrevo a jalarla a mi cuerpo. Ella esconde su cabeza en mi pecho. Acaricio su cabello con suavidad. Le doy besos suaves.

La amo. Y voy a estar para ella siempre.

—Shhh tranquila pequeña. No estás sola, me tienes a mi.

Siento que sus manos me estrujan y yo estoy muy contento por este pequeño momento. Los atesoro con todo mi corazón.

Se aleja de mí y me da un beso en la mejilla dejando mi corazón acelerado.

—Me hubiera gustado conocerte antes Kaito, de seguro me hubiera enamorado de tí—eso me sorprende—. Contigo todo es calma y tranquilidad. Gracias por todo, te quiero tanto.

Me abraza nuevamente y le correspondo.

Retomamos nuestro camino, ya que su estómago reclama por comida. No evito reírme y su sonrojo y el puchero de su cara son épicos.

Le ayudo a bajarse de mi auto. Me encanta estar atento con ella y sé que lo disfruta. Entramos y el olor a pizza y pasta nos envuelve. Nos sentamos en una mesa con vista a la ciudad.

Un camarero trae la orden y vemos que se nos antoja.

—Hay quiero todo—me dice mirando con mucho brillo la carta.

—Si pides uno de cada uno, te daría una indigestión pequeña, además no creo que desees subir de peso—me burlo.

—Eso es lo de menos, además a quién le importaría el cuerpo que tengo Kaito, nadie me ama y no creo que llegue a amar a alguien nuevamente.

Sus palabras me desinflan, está tan dañada emocionalmente, alguna vez quise animarla a que retome sus sesiones de psicología con el Dr Reed amigo de su padre.

Pero para ella el mantenerse ocupada y hacer lo que le gusta es su mejor terapia. Alguna vez lo comenté con Hiragizawa y Daidouji, que ella aún necesita ayuda. Ellos estuvieron de acuerdo conmigo pero no es fácil.

Si insistimos de seguro que se aleja de todos. Y preferimos tenerla cerca y siempre vigilarla. El doctor Reed algún vez nos dijo que pacientes depresivos pueden recaer nuevamente con algún episodio o el regreso de alguien que la lastimó.

Y ahora ese sujeto ha vuelto, jamás debió volver, si supiera todo lo que le ha pasado y el daño que le ha hecho, haría lo que sea para que no se acerque y la dejé tranquila.

𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐏𝐚𝐬𝐚𝐝𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora