No me hagas esto

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Nos movemos hasta la pista de baile, o bueno, hacia un huequecito en el que cabemos. Sus manos se cierran a mí alrededor y yo hundo mi cara en su hombro mientras nuestros cuerpos quedan totalmente encajados. Sandra viene por su espalda y me dedica una sonrisa perfecta mientras le hace burla. Yo me río, pero Alex no se da cuenta. Ella me tiende otro vaso con alcohol y yo lo recibo con mucho gusto mientras le sonrío agradecida porque la sensación del alcohol deslizándose por mi garganta es agradable. Miro a Alex a los ojos y él me sonríe meneándose ridículamente para que yo sonría, ambos nos movemos al ritmo de esa canción. Busco su boca porque soy incapaz de estar tan cerca de él y de esa manera sin besarle. Sus manos bajan lentamente por mi espalda hasta llegar a mi cintura baja, le doy una palmada en el hombro y él sonríe travieso antes de volver a besarme.

— Sandra es muy maja. — comento.

— Está muy, muy loca. — sonríe él. — La vas a ver más a menudo.

— ¿Ah sí? ¿Y eso?

— Porque se quedará en casa de Óscar una temporada, por lo que te he contado de sus padres. Supongo que buscará trabajo. — dice encogiéndose de hombros.

— No debo preocuparme de que una chica viva con mi novio, ¿verdad? — digo segura de que no es así, pero sé que si no lo pregunto reviento. Él suelta una carcajada.

— Claro que no nena, Sandra es como una hermana para mí. — dice acariciando mi cara tiernamente. Yo sonrío y él me besa brevemente. — ¿Quieres salir un rato?

— No, quiero quedarme aquí contigo. — paso mis manos por su pecho. — O irnos a otro lugar privado. — digo en su oreja, él se estremece.

— Elena, ¿has bebido?

— Sí, ¿no me has visto en casa de tu tía? — pregunto inocente.

— Me refiero a si has bebido más estando aquí.

— Un poquito. — digo casi juntando mi pulgar con mi índice. — Es que Sandra me pidió una copa y... ¿Tú has bebido? — cambio de tema para que dejemos de hablar de mí.

— No. Yo conduzco. — me recuerda.

— Ya, pero eso nunca ha sido un impedimento para que te tomes por lo menos una cerveza.

— Antes no. Pero ahora no puedo hacer tonterías, cualquier problema y mis hermanos podrían salir perjudicados, además ya no voy solo en el coche. — sonrío justo antes de que nos peguen un empujón. Un chico y una chica que bailan sin importarle el resto de la gente. Alex les fulmina con la mirada mientras me aparta.

— Has bebido en casa de tu tía. — le acuso.

— Eso ya se me ha pasado. — él me sonríe y yo le beso. Mi lengua se mueve contra la suya de una manera muy íntima, y él me aprieta más contra él. Gimo cuando muerde mi labio inferior y me acuerdo de que no estamos solos. Estoy borracha, pero sigo percibiendo la realidad de mi entorno. Él me aparta ligeramente.

— Luego soy yo el salido. — se hace la víctima.

Beso su cuello suavemente y le noto estremecer bajo mi toque, subo hasta su barbilla y mis manos se posan en el borde de su jersey jugando con él. Sus dedos rodean mi muñeca cuando meto mi mano por dentro.

— Elena. — dice con la voz entrecortada. — No me hagas esto. — me suplica.

— ¿Sientes lo mismo que yo? — susurro en su oreja mientras acaricio su cuello con mis dedos. Él entorna los ojos. — ¿Quieres que pare? — pregunto de la misma manera que él me lo ha preguntado cientos de veces anteriormente.

Déjame amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora