Te he echado de menos

126K 6.8K 395
                                    

"Cuando un paciente consulta por hipoacusia subjetiva unilateral de unos meses de evolución y el diagnóstico final es de schwanoma del acústico, la audiometría típica consiste en:"

Leo de nuevo la pregunta intentando recordar en qué parte estaba escrita en mis apuntes eso.

— Estoy segura de que es la "A"— pienso mordiendo nerviosamente mi bolígrafo ya bastante viejo. Miro el reloj de la pared y marco la a antes de pensar y arrepentirme.

"a) Una hipoacusia neurosensorial de predominio en frecuencias agudas".

Separo la hoja de preguntas de la plantilla y corro a la mesa de la profesora para entregar mi último examen de antes de navidades. Respiro la libertad y la idea de disfrutar del tiempo libre junto a Alex durante todas las navidades.

Llevaba sin verle desde hacía ya una semana cuando habíamos ido a cenar a un mesón de mala muerte a las afueras. Por fuera parecía bastante normal, pero dentro estaba lleno de hombres ya de una avanzada edad travestidos y muy sueltos. Aun así, fue una de las mejores noches de mi vida por lo mucho que me reí junto a Alex de todo. Tuvieron que traernos dos veces el plato de ensalada que yo había pedido porque encontramos la cabeza de un gusano en el tomate. Lejos de sentirme asqueada, me dio tal ataque de risa que conseguí que todo el restaurante nos mirase. Pero, aunque en otro momento me habría sentido avergonzada, Alex me trasmitía tanta seguridad que conseguía olvidarme del resto.

No puedo evitar que una sonrisa salga de mi boca. Por fin el último examen. Por fin se acabaron las noches de estudio y por fin podría ver a Alex. A estas horas Alex debía haber entrado en su último examen también y tenía exactamente dos horas antes de que volviese a casa.

Tomás sale del aula y sonríe al verme. Lo cierto era que le estaba esperando a él.

— ¿Cómo te ha ido? — pregunta él acercándose a mí.

— Bien, ha sido muy fácil.

— Ya te digo, en la única que he dudado ha sido en la 23, pero creo que al final he acertado. — dice él pletórico mientras empezamos a andar. — ¿Estabas esperando a alguien? — dice parándose.

— No, bueno a ti para saber cómo te había ido. — sonrío. Él sonríe también y pasa un brazo por mis hombros haciéndome reír mientras andamos.


Siento alivio de poder estar bien con Tomás de una vez por todas, sin presiones, y también de haber acabado ya los exámenes.

— ¿Qué planes tienes para hoy?

— Ahora voy a casa de Alex, él no lo sabe. No tiene el coche de Óscar para poder venir él a casa, así que no se esperará que vaya.

— ¿Cómo vas a ir?

— En autobús.

— Te llevo. — dice decidido él.

— ¿Qué? No Tomás, si en media hora estaré allí.

— No digas tonterías, tengo el coche aquí al lado y no me cuesta nada. Vamos. — dice tirando de mí.

Tan bien, que hasta me lleva él mismo a casa de Alex. Mucho alivio.

Le escribo un mensaje a Óscar comunicándole que llegaría en nada. Se suponía que Óscar iba a irse en cuanto yo llegase porque tenía un examen, por lo que, que Tomás me llevase me iba muy bien ya que así él no tenía que estar pendiente de mí.

— Gracias Tomás. En serio. — digo besando su mejilla.

— Tranquila. Ya me contarás qué tal. Feliz Navidad. — dice sonriéndome.

— Feliz Navidad Tomás. — le deseo bajando del coche.

Óscar me cuenta que David, el otro compañero de piso, se ha ido a visitar a su familia por lo que cuando se vaya él voy a estar sola. Le agradezco por enésima vez que me deje estar allí y que me haya esperado, y después se va.

Una vez sola, me apresuro a quitarme el abrigo, los guantes y la bufanda y saco de las bolsas lo que he traído para cocinar y que previamente hemos comprado Tomás y yo.

Me maquillo un poco mientras el guiso se acaba de hacer en el horno y miro el reloj suponiendo que está a punto de llegar. Justo en ese momento oigo unas llaves y su voz, así que subo corriendo las escaleras y me meto en el armario de su habitación. Le oigo a hablar, así que supongo que estará hablando por teléfono.

— No voy a hacer eso. — le oigo decir mientras entra en la habitación. — Esta tarde no. — le oigo decir más claro. — Ya lo sé. — dice cansinamente. — pues porque seguramente voy a estar con Elena. ¿Y a ti qué más te da? — silencio. — Llevo días sin verla y no voy a ir hoy porque no me da la puta gana. — vale, está enfadado. — No siempre voy a estar allí cuando tú lo necesites. — No me amenaces, lo haré. Vale. — gruñe. — Luego te llamo.

Le oigo suspirar y como los muelles de la cama se quejan cuando intuyo que se tumba. Me dispongo a salir cuando la pantalla de mi móvil se ilumina con un mensaje.

"¿Qué tal ha ido el examen? En seguida que acabe de comer vengo a verte. Te echo de menos".

Tecleo a toda prisa.

"No importa que vengas".

"¿Qué pasa?"— Noto el tono de alarma en su pregunta, por lo que sé que sin yo quererlo ha interpretado mal el mensaje. Estúpidas redes sociales.

Salgo del armario y él se sobresalta ligeramente, una sonrisa se dibuja en su cara enseguida que me reconoce, aunque también veo desconcierto en su mirada. Se incorpora y yo salto sobre él haciendo que caigamos en la cama de nuevo. Le beso dulcemente y él sonríe posando sus manos en mi trasero.

— Me has asustado. — dice él acariciando mi cara.

— No sabía cómo salir sin hacerlo. — sonrío dulcemente.

— No, pensaba que estabas enfadada conmigo. — dice.

— Que va. — digo muy cerca de su boca. — Te he echado mucho de menos esta semana y media. — digo antes de besarle. — ¿Con quién hablabas?

— Hum... con Fede, ya te contaré. — dice retirando el pelo de mi cara.

— Ven, tengo una sorpresa. — digo tirando de él y haciendo que se levante. Él me sigue a paso lento y con una sonrisa que me dan ganas de hacer que se borre juntando mis labios con los suyos. No me resisto y le doy un breve beso antes de seguir andando, cosa que hace que él sonría más.

— ¿Has venido en autobús?

— Ese era el plan principal, pero Tomás se ha ofrecido.

— Qué amable. — dice entre dientes. Yo rio por lo bajo. — Aunque también habría podido ir yo más tarde.

— Me apetecía darte una sorpresa. — digo poniéndome detrás de él y poniendo mis manos en sus hombros, él gira la cabeza para mirarme. — ¿No te ha gustado? — digo ahora alarmada. Él sonríe y se agacha para que me suba a su espalda. Pego un salto y me abrazo a él desde atrás.

— Me ha encantado nena. — susurra él girando su cara para que quede cerca de la mía. Beso su oreja. — ¿Qué hay abajo?

— Baja y lo verás. — le reto poniendo mi barbilla en su hombro. Álex baja sin esfuerzo las escaleras.

— ¿A dónde? — pide él bajo la escalera.

— A la cocina. — ordeno. — Abre el horno.

El olor del guiso llega a nosotros.

— ¿Has cocinado? — sonríe sacándolo del horno. — Qué bien huele joder.

Le muerdo la oreja en forma de reprobación.

— ¡Ay!, lo siento. — ríe. — Tiene una pinta exquisita mi amor. — se burla él. — Me estoy muriendo de hambre. — dice caminando a un taburete para que me siente.

— Pues vamos a comer. — sonrío sirviéndole.

— Te he echado de menos. — dice cogiendo mi mano para que deje el cuchillo durante un segundo. Me mira a los ojos y solo veo sinceridad en ellos.

— Y yo a ti. — digo dejando el cuchillo mientras él se acerca para besarme.

Déjame amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora