Hay un momento de silencio, él sirve los platos y yo me levanto. Me siento en el taburete de al lado de la barra y él se sienta enfrente de mí. Creo que me va a dar un infarto de tenerle tan cerca y mirándome con esos ojos tan hermosos.
— No están mal. — digo quitándole importancia mientras mastico, la verdad es que están buenísimos, ni siquiera sé cómo los ha hecho con las cuatro cosas que había en mi nevera.
— Están buenísimos y lo sabes. — dice él rodando los ojos. Me sonríe y mi corazón se acelera.
— Vale, puede que estén buenos. — digo dando otro mordisco. — Ahora me toca a mí. — digo seria de repente.
— ¿Qué te toca? — dice él.
— Saber de ti, tú ya sabes más cosas de mí que yo de ti.
— No todo lo que me gustaría.
— Al menos sabes que no soy una asesina en serie. Estás en mi casa, y no me gusta meter a gente que no conozco. Podrías ser alguien peligroso. Así que solucionemos eso.
— Tú has dormido en mi cama y no te hice un interrogatorio. — Me sonrojo al recordarlo, y al oírselo decir con tanta soltura.
—Pero eso es diferente, tu duermes con cualquiera. — su cara se crispa. — Lo siento. — digo.
— No pasa nada, es verdad. — Su crispación se ha ido tan rápido como ha venido. Me pregunto si lo he imaginado.
— Tranquilo, mis preguntas son fáciles y sencillas. — le sonrío torcidamente como hace él. — Sólo es para eso, asegurarme de que no vas a asesinarme esta noche y enterrar mi cuerpo en algún descampado.
— Lees demasiado a Stephen King. — Dice y yo me quedo sin hablar por un segundo. Me giro mecánicamente para ver si hay algún libro suyo a la vista. No, no he traído ninguno aquí. Me aclaro la garganta y sigo.
— Iré de menos a más. — Digo buscando su mirada de aprobación, aunque tampoco es que vaya a hacerle caso si se niega.
— Pero no lo hagas tipo interrogatorio, hazlo con delicadeza. Estoy cenando. — Dice enseñándome su tenedor.
— Está bien. Seré agradable. — digo rodando los ojos.
— ¿Puedo pasar si alguna no me gusta? — pregunta.
— Puedes pasar tres preguntas. — digo pensándolo rápidamente. El ríe.
— Tres son pocas. — dice sonriendo pícaramente intentando negociar.
— Suficientes. — digo. Mi corazón late rápidamente cada vez que me sonríe de esa manera. — Venga, empiezo.
— Sé buena. — dice haciendo un puchero. Le sonrío ampliamente.
— ¿Cuál es tu apellido? — pido, aunque ya lo sé. Él niega con la cabeza, mi boca cae abierta de par en par. ¿El apellido que sé es falso? No puede ser, todos lo conocen con ese apellido. — Pero si es la más fácil. — digo desesperada. — ¿Te apellidas Bin Laden o algo así? — el suelta una carcajada que dura un rato.
— Era broma. — dice aun riendo. — Sáenz, Alex Sáenz.
— Ya lo sabía, solo te probaba. — digo con una sonrisa.
— ¿Color favorito? — pregunto y él rueda los ojos. — son mis preguntas, respétalas.
— El verde. El verde de tus ojos. — dice seriamente, trago saliva y aparto la mirada de él.
— ¿Qué estudias? — digo rápidamente cambiando de tema.
— Espera, tengo que comer. Me va a dar una indigestión si como tan rápido. — dice comiendo y bebiendo agua. Luego me sonríe. — Tú también deberías comer. — dice señalando mi plato. Estoy tan concentrada que no como, le ignoro. No sé si lo hace para despistarme y ganar tiempo para pensar. No lo conseguirá.
— ¿Y bien? — digo impaciente.
— Derecho. — dice.
— ¿Derecho? — es la última carrera que podría verle capaz de estudiar.
— ¿Esto cuenta como pregunta? — dice divertido.
— No, es una pregunta retórica digo pensativa.
— Ya...
— ¿Por qué? — pregunto y él me mira seriamente, ¿se está planteando pasar de la pregunta?
— Quiero ser abogado social. Casos de divorcio. Niños, custodias. Gente con problemas. Ya sabes.
— ¿Por qué? — digo sorprendida, dentro de esa carrera no es que sea la mejor opción.
— Para ayudar. Quiero ayudar a la gente que no puede. Quería estudiar una carrera que me sirviese para ayudar y elegí esta. Podía haber cogido medicina, fisioterapia cualquier otra, se me dan mejor los números. — explica. — pero simplemente... cogí esta. Porque sí, porque cogí esta. —corta.
— Vaya. — murmuro embelesada, es buena persona. Sonrío sin poder evitarlo y él me mira extrañado, pero luego sonríe. —¿Con cuántas chicas has estado? — pregunto y abro los ojos cuando me doy cuenta que he hecho la pregunta en voz alta. Oh Dios mío. El me mira sorprendido y diría que un poco... ¿incómodo?
— No tantas como se dice. Más de dos, menos de mil. — dice sonriendo. Pongo los ojos en blanco y sonrío incómodamente.
— ¿Te llevas bien con tus padres? — pregunto y algo en su cara cambia.
— Paso. — dice dedicándome una amplia sonrisa. Asiento mordiéndome la lengua para replicarle.
— ¿Tienes hermanos?
— Paso. — repite y esta vez no sonríe en absoluto.
— Bien. — digo pensando. Tengo miles de preguntas más. — ¿Por qué la gente habla mal de ti?
— Porque se lo permito, supongo. — dice encogiéndose de hombros.
— ¿Por qué se lo permites?
— Porque me da igual lo que la gente hable y opine.
— No de Óscar. — él sonríe.
— Me da igual lo que la gente hable y opine de mí. Cuando lo hacen de la gente que me importa, puedo ser muy malo. — corrige sonriéndome maliciosamente.
— ¿Has tenido alguna vez novia? — pregunto.
— No. — dice alzando las cejas. — Ya te lo dije, no he sido chico de compromisos.
— Ofreces diversión y pasar un buen rato ¿cierto? — digo alzando una ceja, él sonríe. Me doy cuenta entonces del pasado que ha usado.
— Ahora, a lo mejor más que eso.
— ¿Has ampliado tu oferta? — pregunto.
— Si, pero solo para clientes especiales.
— Vaya. No es para todo el mundo. — murmuro sonriendo.
— No, es exclusivo. — dice y me pierdo sobre lo que estamos hablando, él sonríe.
Podría pasarme la vida viéndole sonreír. Me estoy empezando a plantear que esa cena es algo malo. Le estoy conociendo y pasando tiempo con él cosa que amenaza con acabar con mi cordura.
— ¿Por qué te empeñas en llevarme al hospital? ¿Es algo como culpabilidad? ¿Altruismo? ¿Sientes lástima? — algo en su mirada me dice que no es una buena pregunta. Me mira y puedo ver la tristeza en sus ojos.
— Paso de esa pregunta. — dice cogiendo su plato y dándome la espalda.
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Déjame amarte.
RomanceUna chica difícil. Un secreto. Una desgracia. Un chico arrogante. Un secreto. Una casualidad. Obra registrada en Safe Creative con el código 1503293709500. Todos los derechos reservados.