Siempre

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A la mañana siguiente me es imposible quitar la sonrisa de mi cara. Insistí en quedarme en mi propia habitación cuando Alex me pidió que durmiera con él de nuevo. No podía estar dos noches sin pisar la residencia por mucho que quisiese estar con él.

Me visto pensando en cómo besaba mi cuello, allí, tumbados en la cama, siempre sin llegar a nada más. Aunque eso es algo que debía cambiar y no tardaría en hacer. Porque me moría de ganas, y sé que él lo hacía también.

Me apresuro a bajar e ir hacia la universidad, me encuentro con mi vecina de enfrente y le sonrío, aunque se queda un poco extrañada de que esa chica oscura y amargada a la que ni conoce, la saludo, me sonríe de vuelta.

Veo a Tomás que charla con un chico alto, recuerdo lo de la otra noche y desecho la idea de ir a saludarle. Cuando me ve se despide a toda prisa del muchacho y viene corriendo hacia mí.

— Elena. — dice recuperando la respiración.

— Hola Tomás. — digo haciéndome la sorprendida y sonriendo. Qué buena actriz soy.

— Te estado llamando, quería hablar contigo de lo del otro día...

— Bueno. — digo sonriéndole amablemente. — No hay nada de lo que hablar, no te preocupes.

— ¿Eso quiere decir que me perdonas? — dice mirándome. — Me aproveché de la situación, estabas triste y como ida y yo no sé por qué lo hice. Eres mi mejor amiga. La única en la que puedo confiar. — no digo nada durante unos segundos, pero al final suspiro.

— Te perdono. — digo sonriéndole levemente. — Pero no vuelvas a hacerlo. — digo empujándole con mi codo suavemente. No tenía sentido seguir enfadada con Tomás, todo me iba bien ahora y él se portaba siempre bien conmigo, aunque a veces me irritaba y la pagaba con él.

— No, descuida. — dice aliviado. — Por cierto... quería decirte algo que te he estado intentando decir durante esta semana y no he podido. Te necesito. — parece preocupado.

— Hola. — oigo a mis espaldas una voz suave y sensual. Me giro con una sonrisa para toparme con sus labios. Me coge de la cintura pegándome a él y me da un largo beso que me deja sin aliento. — Hola Tomás. — dice sin separarse de mi sin signo de vergüenza alguna.

— Hola. — dice fastidiado este.

— Lo siento Tomás, ¿te importa si me lo cuentas más tarde? — digo incómoda y Alex besa mi cuello provocándome un escalofrío.

— Claro. — masculla. — Te veo luego. — dice antes de irse.

— ¿A qué ha venido eso? — digo pegándole ligeramente a Alex en el brazo. — Se ha enfadado.

— Me importa tanto... — dice él dejando la frase en el aire y sonriendo descaradamente. — Solo quería que le quedasen claras un par de cositas.

— ¿Cómo cuáles? — pido apartando el pelo de su frente.

— Como que solo puedo besarte yo. — dice divertido. — Por ejemplo.

Alex aún no sabe lo de Tomás y después de que este se haya disculpado y prometido que no lo volvería a hacer, nunca lo sabrá. Más que nada porque le conozco, y se volvería loco. Y no conmigo precisamente.

— Eso es discutible. — sonrío.

— No para mí, lo siento. — dice serio ahora. — No pienso compartirte con nadie.

— Ni falta que hace. — me da un simple beso en los labios y sonríe.

— Vamos, te acompaño a clase. — dice y yo entrelazo mi brazo con el suyo.

— ¿Eres mi guardaespaldas? — alzo una ceja.

— Siempre. — sonríe él con su dentadura perfecta haciéndome sonreír a mí también. Ambos estamos de buen humor, cosa que se nota, yo lo noto, él lo nota.

Pasamos, sin quererlo por delante de Tania y sus secuaces. Esta se queda algo asombrada al verme del brazo de Alex, pero intenta, en vano, disimularlo. Pasamos de largo y nos paramos en la entrada a mi facultad. Maldigo interiormente no ir al curso de Alex ni tener ninguna clase con él. Se despide de mí con unos cuantos besos y se va.

En el tiempo que le observo irse Tania y las demás están ya a mi lado.

— Vaya, al parecer sigues siendo su puta. — ronronea Tania.

— Mastica bien esa envidia. — sonrío mirando a Alex aún. Nada de lo que diga podrá estropearme el día. — No te vayas a atragantar. — digo dedicándole una sonrisa falsa y entrando antes de entrar en una guerra de bandas. Aunque mi banda solo tiene dos miembros, y uno está de baja. 

Déjame amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora