Bailaré contigo

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La tía Águeda insiste en que brindemos con champagne, y junto con mis tres o cuatro, ya no me acuerdo, copas de vino, mi timidez desaparece y me río con los chistes que cuenta Marcos, que no ha abierto la boca en toda la cena, pero que resulta ser muy divertido. Todos nos reímos y yo tengo que parar porque me está doliendo la barriga muchísimo.

Luego me emociono cuando la tía Águeda hace un brindis recordando a su marido y el tío de Alex. La hermana de Ricardo agacha la mirada y me imagino es porque sus ojos están llenos de lágrimas. Yo observo a Águeda que sostiene su copa en su mano temblorosa dedicando unas palabras de amor hacia su difunto marido y rememorando el día que se dio cuenta que ya no iba a volver. Me emociono y retiro mis lágrimas al mismo tiempo que ella acaba el discurso, bebo champagne para distraerme y veo que Alex me observa, pero aparta la vista cuando ve que le he pillado.

— Óscar va a estar con su prima en el Mistral. — Me comunica Alex, yo desvío la atención de Marcos para mirar a mi adonis personal. — ¿Aún quieres ir?

— ¿El mistral es ese bar en el que...?

— Sí. — me interrumpe eliminando cualquier amago de sonrisa en su cara. — Sandra es algo especial, le va ese rollo ya lo entenderás cuando la veas.

— Pues sí, claro, vamos. — sonrío más de la cuenta por culpa del alcohol. Alex se ríe entre dientes de mí.

— Bien, le llamaré. — se levanta marcando el número de Óscar.

Miro mi móvil, ni una llamada, ni un mensaje, nada. Trago saliva y miro la hora, ya pasan de las doce de la noche.

— ¿Vais a salir? — pregunta Sara cuando Alex vuelve a mi lado.

— Bueno, solo vamos con unos amigos un rato. — dice este. — Una copa, ya sabes.

— Ah, pues genial, voy con vosotros. — Miro a la tía Águeda de inmediato que me mira con cara de fastidio y media sonrisa. Esa chica tenía mucha cara auto invitándose a venir con nosotros. — No os importa, ¿verdad? — pregunta mirando a Alex y luego a mí inquiriéndome en silencio.

— No. — digo. — Claro que no. — ella sonríe de inmediato. — Marcos, ¿tú te vienes? — pregunto.

Éste abre la boca y sé de inmediato que va a rechazar la propuesta, pero su hermana le interrumpe.

— ¿Marcos? — se ríe ella de manera insultante. — A Marcos no le gustan las fiestas, nunca sale. — rueda los ojos.

— De hecho, me encantaría ir. — replica mirándonos a nosotros. — Si no os importa, claro.

Yo oculto una sonrisa bebiendo de mi copa

— Claro que no. — Alex sonríe.

— Iré a maquillarme. — Sara se levanta y va hacía el baño. Más, pienso yo, porque parece una puerta.

Todos nos levantamos para despedirnos. Fede y su novia se van hacia su habitación, supongo, sin recoger nada y sin despedirse de nadie, tampoco es que hayan saludado. Por un momento me da pena la tía Águeda. Aquí, sola cuidando a dos niños problemáticos. Bueno, Miguel es un amor, pero estoy segura de que no es fácil llevar ese hogar, y menos a su edad.

Le doy un abrazo a la tía Águeda que dura más de lo normal, ella me sonríe cuando nos separamos.

— Gracias de nuevo. — le sonrío. — Iban a ser unas de las peores navidades por lo que ya sabes, pero al final han sido una de las mejores gracias a ti y a tu familia.

— Tu familia. — me corrige Águeda. — Eres la familia de Alex, así que esta es también tú familia. — me explica. Le sonrío y le doy otro abrazo.

Déjame amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora