Yo no hago nada por obligación

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Sé dónde estoy incluso antes de abrir los ojos, le sigo notando detrás de mí. Es imposible no hacerlo. Su brazo está encima de mí y tenemos las manos cogidas a la altura de mi pecho. ¿Cuándo ha pasado eso? Entra luz por la ventana y me pega de pleno en la cara, lo noto porque siento calor... Estoy segura de que es más de medio día. Corina. Recuerdo de nuevo y evito abrir los ojos, no quiero hacerlo, eso significará enfrentarse a la realidad. Pero tengo que hacerlo, por ella. Se lo merece.

Los abro poco a poco, él respira profundamente detrás de mí. Quiero quedarme así, es mejor que estar sin él. No sé qué me pasa, siento que le conozco de siempre, estamos abrazados en una cama, en una casa que no es la mía y estoy... a gusto. Es una sensación que jamás he experimentado. Jamás hubiera pensado en la posibilidad de estar durmiendo en una cama con un chico que no conozco de nada. Y abrazados. Pero me siento segura, como si estuviese en brazos de algún amigo.

Solo que las sensaciones que despierta en mí no son propias de amigos. Alex se incorpora ligeramente y ve que tengo los ojos abiertos, me giro para mirarle. Hay paz en ellos, no me suelta aún, cosa que me gusta bastante. Sus ojos son un poco más verdes hoy. Me quedo un poco perdida en ellos. Después de lo que parecen horas reacciono y me muevo. Me siento en el borde de la cama y noto que él se mueve también.

— ¿Cómo estás? — pregunta él con la voz plana, sin emoción.

— He estado mejor. — digo y la verdad es que sería una de las mejores mañanas de mi vida si Corina no estuviese en coma. Aguanto la respiración cuando su imagen vuelve a mí.

— Prepararé el desayuno y...

— No importa. — le corto. — Déjame de nuevo en mi residencia. — digo, seguimos de espaldas el uno del otro. — Me cambiaré e iré de nuevo al hospital. — hay un largo silencio, me giro y veo que él está de pie con los puños cerrados mirando por la ventana. Su boca es una fina línea.

— No tienes como ir. — dice él al fin—.

— Iré en taxi. — replico el niega inmediatamente.

— No. — dice firmemente y sus ojos se posan el los míos. — Te acompañaré, te acompañaremos. — corrige, algo se enciende en mi cabeza, lo hace por Óscar, quiere proteger y ayudar a su amigo. Pues claro Elena, ¿pensabas que podías importarle lo más mínimo?

— Creo que será mejor que Óscar se quede aquí, ahora hablaré con él y le liberaré del sentimiento de culpa. Una noche es suficiente. — digo dirigiéndome a la puerta, él me alcanza e impide que abra la puerta.

— Ya te dije que él no siente culpa. Él siente pérdida. — ruedo los ojos y me mira duramente. — No voy a dejar que salgas de esta habitación para hacer más picadillo a mi amigo.

— Oh, disculpa. — digo cruzando los brazos en mi pecho con seguridad— no querría herir los sentimientos de Óscar, por favor. Vamos a mantenerlo en una burbuja de cristal.

— Eres ridícula. — dice él frunciendo el ceño enfadado.

— Si. Es verdad, lo siento. Permíteme que esté un poco irascible cuando mi mejor amiga está en coma por culpa de tu amigo y no sé cuándo despertará, ni si lo hará. Ah, y permíteme que sea ridícula también cuando ahora tengo que llamar a su familia con la que no se habla desde hace meses y decirles que su hija está en coma. Lo siento, en serio Alex. — digo del tirón su cara se crispa levemente.

— Haz lo que quieras, pero te llevaré a tu residencia para que te cambies y luego iremos al hospital. — hace una pausa. — todos. — dice lentamente.

Bufo mientras le aparto para que me deje pasar. Recorro el ancho pasillo, reconozco la habitación en la que se suponía que debería haber dormido yo. Siento un vacío en mi interior en ese momento. Toda la confianza que me había encontrado en Alex había desaparecido de golpe. Tenía ganas de llorar, de estar con alguien en quien confiara. Necesitaba ver una cara amiga. Esa casa, tan grande, tan vacía. Tan llena de recuerdos y ninguno con el que me sintiera identificada. No sabía ni qué estaba haciendo ahí. No conocía de nada a Óscar, aunque Corina hubiese estado saliendo con él. Y menos a Alex. Suspiro frotándome las sienes mientras bajo las escaleras.

Déjame amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora