— Siento lo de antes. — murmura él. Vuelvo a la realidad.
— ¿Qué? — digo mirándole. — no. Me estabas defendiendo, no te disculpes por eso. — digo bajando la voz. Él suspira y apoya su cabeza sobre sus manos, se agarra el pelo y respira profundamente.
— Joder Elena. — dice levantándose y pasándose las manos por el pelo varias veces, camina de un lado a otro, yo le observo desde la cama. — Sabía que esto pasaría, debí de haberlo parado cuando estaba a tiempo. — dice mirándome atormentado.
— ¿Qué? ¿Qué sabias que iba a pasar? — pregunto y él titubea mirándome a los ojos.
— Sabía... sabía que, si te relacionaban conmigo, si pasábamos tiempo juntos... — dice bajando la voz. — Sabía que te meterían en toda mi mierda. — trago saliva, a mí me da igual eso mientras implique pasar tiempo juntos.
— Me da igual lo que digan de mí. — digo encogiéndome de hombros, él hace una cosa que no me espero: se agacha frente a mí.
— Pero a mí no, ¿no te das cuenta? — dice él mirándome a los ojos, desesperado porque lo entienda. — No soporto oír que digan esas cosas de ti, solo porque te hayan relacionado conmigo. No puedo soportar saber lo que piensan de ti, las etiquetas que te han puesto ya. — dice negando. — Todo esto es culpa mía.
— No me importan los comentarios. Somos amigos. — digo haciendo una mueca. — si la gente no entiende eso es su problema.
— Te juro que si vuelvo a oírlo... me voy a volver loco. — dice él agachando la cabeza.
— Alex, ellos me han etiquetado así por la manera en la que tratas a las chicas.
— Lo sé. — dice él.
— Pero a mí no me tratas de esa manera. — concluyo y él me mira.
— No. — dice cogiendo mis manos. — ya te dije que no.
— Con eso me basta, y me da igual lo que los demás digan o piensen. — él me mira y un poco de alivio cruza sus ojos.
Oh, no, estoy pasando esa barrera otra vez. No sé cuánto tiempo podré resistirme más. Me levanto de la cama, y aunque no hay mucho hueco entre él y la cama, consigo sentarme de espaldas a ella. Estamos muy cerca el uno del otro, frente a frente. Él me sonríe ligeramente.
—¿De qué conoces a Tania y a su hermano? — pregunto, mirando nuestras manos.
— Su hermano era muy amigo nuestro. Tania siempre viene a las fiestas, de Óscar, nosotros a las suyas. — dice encogiéndose de hombros sin darle importancia. Asiento sin saber qué decir. Me gustaría aclarar la duda de si se ha acostado con ella, pero me muerdo la lengua. Siento una fuerte opresión en el pecho por estar tan cerca de él. — estás nerviosa. — observa con una sonrisa acercándose más si eso es posible.
— ¿Tú crees? — pregunto alzando las cejas.
— Si. — dice acariciando mi mejilla. — ¿Cuál es tu color favorito? — pregunta él dulcemente.
—El color del otoño. El color de las hojas de los arces cuando aún no son lo suficientemente Marrones y caen, pero tampoco son verde por completo. — digo inmediatamente. En realidad, es el color de sus ojos, pero no quiero que lo sepa. Él sonríe. — ¿Por qué?
— Son cosas que tú sabes de mí y yo de ti no. — dice.
— No puedo hablar contigo si estás tan cerca. — digo con dificultad, está cerca, muy cerca, demasiado cerca de mí.
ESTÁS LEYENDO
Déjame amarte.
RomanceUna chica difícil. Un secreto. Una desgracia. Un chico arrogante. Un secreto. Una casualidad. Obra registrada en Safe Creative con el código 1503293709500. Todos los derechos reservados.