Te quiero

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Le escribo a Tomás para averiguar dónde van a ir sus primos. No me gustaría encontrármelos allí. Según lo que me cuenta, Tania va a una fiesta privada en una casa a las afueras. Bien, una menos. Y Dani sí que iría a la misma fiesta que nosotros porque el amigo de Alex es también su amigo. Evito decírselo a Alex para que no se enfade, por lo menos le veo contento con la idea de ir a esa fiesta.

Me extraña que no me haya hablado de Óscar en estos cinco días, aún así supongo que vendrá a cenar con Sandra, Marcos, y con nosotros. Si no es así estará solo y no me gustaría que eso pasase, es nochevieja y ellos su familia y amigos. Espero que todo esto no sea por mi culpa.

Alex se asoma al cuarto de baño y abre los ojos como platos cuando ve mi vestido de fiesta.

— Ni se te ocurra preguntarme si es lo que voy a llevar. — alzo un dedo y sonrío. — Sabes que sí.

— Joder. — masculla mirándome de arriba abajo. Lo cierto es que llevo un vestido normalito, es negro y ajustado. El escote es corazón, pero una tela con transparencias cubre mis hombros y mi pecho. — Estás muy guapa. — dice aclarándose la garganta.

Paro de ponerme rímel y le miro para sonreírle.

— Tú también lo estás. — digo mirando la camisa blanca que lleva puesta, la que al final compramos y que está estrenando hoy.

— ¿Puedo darte un beso? — se acerca a mi posando su mano en mi cintura.

— Sabes que la respuesta es siempre sí. — sonrío y él junta su boca con la mía.

Alex

La boca de Elena me reconforta, así que alargo el beso para calmarme un poco más. No tengo ni idea si Sandra habrá invitado a Óscar a la cena y por una parte me gustaría que lo hiciera, no soporto estar en esta situación con él por muy idiota que sea. Pero, por otro lado, si viene significará problemas, Elena sabe que algo pasa, pero está esperando a que yo se lo diga. Lo normal, pero no conmigo.

Elena ríe en mis labios y me hace sonreír inmediatamente haciéndome olvidar todas mis preocupaciones.

— Vas a gastármelos. — bromea poniéndose rímel de nuevo. Qué manía con pintarse la cara. Aunque se ha maquillado mucho menos que la última vez.

— Entonces ya no te besaré hasta el año que viene, y estrenaré esos preciosos labios yo. — le guiño un ojo y ella sonríe.

Últimamente parece que vaya a enloquecer, parezco un puto obseso. Me despierto por las noches sudando porque sueño que ella me deja y desaparece. Solo cuando abro los ojos y la veo a mi lado consigo tranquilizar mi pulso. Y solo cuando la abrazo y ella pronuncia mi nombre es cuando consigo dormirme de nuevo.

Miro las largas piernas de mi chica pasearse por la habitación y maldigo ser tan estúpido por poder perderla. No puedo evitar que cada dos segundos venga a mi mente la idea de que estemos bien y al momento ella lo descubra todo y me odie, y eso suele suceder en momentos como ese en el que vamos a hacer cosas con más gente. Solo un comentario, solo una broma y todo se iría a la mierda. Elena tiene un fuerte temperamento. Y es lo que me gusta de ella. Es coherente, es madura, es sensata... y es lo que más odio de ella, porque por las mismas cualidades que me enamoré de ella son las que pueden hacer que me deje para siempre. Noto su mirada puesta en mí e intento cambiar mi expresión.

— ¿Qué pasa? — pregunto mirándome mientras se pone dos aros plateados en las orejas. Me levanto de la cama y me muerdo el labio evitando soltar todo lo que pienso. Simplemente porque parecería un loco y le rogaría mil veces que no me dejase sin decirle el motivo por el que tendría que hacerlo.

Déjame amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora