─ No, voy a quedarme en casa un tiempo.
─ ¿Y luego? ─ alzó sus cejas.
—Quiero vender la casa, pienso que sería mejor comprar un departamento.
─ Debemos repartirnos el dinero, Matteo.
—Claro que si, pero no vamos a discutir eso justo ahora —la miré fijamente.
─ Yo también quiero un departamento.
─ Está bien ¿Y Sofía?
—Se quedará con mi tia Katherine, Matteo. Ella tiene la custodia legal, además siempre le ha encantado estar ahí.
─ ¿Estás segura?
—Sofía está feliz ahí, le dice mamá —sonrió levemente.
—Está bien —suspiré —, pero debemos esperar éste año. Debo ser mayor de edad y también terminar el instituto.
─ Si, no te preocupes por eso.
─ ¿Volverás al campamento?
Esa pregunta definitivamente no quería escucharla, no quería responderla porque no sabía qué hacer.
—No lo sé —me encogí de hombros —, creo que ahora es muy difícil.
—Si no quieres volver, pues bien, pero si creo que deberías decírselo a esa chica...
—Lo sé —bajé la voz — lo estoy meditando.
.......
Las enfermeras se encargaron de vendar mi rodilla hasta cortarme la circulación, pusieron una cosa en mi rodilla inmovilizándome y el doctor casi me entrega la farmacia en anti-inflamatorios.
Llegué a mi casa aceptando con el vacío que me encantaría, además de tener dos muletas para sostenerme. No quería entrar para sentir ese vacío que tanto temía, pero sabía que sería así.
Mi hermana abrió con mis llaves mientras un aire frío nos golpeó desde adentro de la casa.
─ Esto es un desierto ─ susurré.
Ella omitió comentarios.
Me senté en el sofá y no pude evitar recordar a mi padre. Sin duda en esa casa se encontraban todos los recuerdos vivos, a flor de piel, es que aún había pasado algunas miserables horas ¿Cómo me iba a despegar tan rápido de ese lugar?
Mi hermana se encargó de darle ánimo a la casa, sin embargo, no podía concentrarme en que mi hermana estaba haciendo todo lo posible por animarme. Seguía sintiéndome solo y hundido.
Luna Valente.
Sin duda, estos días habían sido muy malos. Aunque sólo eran cuatro, no lo estaba llevando demasiado bien. Extrañaba muchísimo a Matteo y la verdad estaba sintiéndome preocupada por él.
Nina y Celeste se han encargado de subirme el ánimo, pero no me agrada salir a caminar por el campamento, ya nada es lo mismo, me parece vacío.
Siento que ese último beso que nos dimos no fue un "Nos vemos pronto", muy en el fondo siento que se despidió, para no verme jamás ¿Qué había hecho mal? Esperaba estar equivocada y en una semana y un par de días ver a Matteo cruzar la puerta de la cabaña abrazando a todo el mundo y riendo. Riéndose de todos, con todos y de mí por sufrir esperándolo.
Michel no me habla, pero tampoco me interesa demasiado.
—Luna —su voz me despertó y miré a Ramiro —¿Estás bien?
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Eres Mío! Imbécil |Lutteo|
Teen Fiction-Imbécil. -Insoportable. -Idiota. -Consentida. -¡Déjame en paz! -Admite que te encanta discutir conmigo. -Lo único que me encantaría relacionado contigo es que desparecieras. Luna y Matteo. ¿Por qué se odian? ¿Por qué se quieren? ¿Por qué no pue...