Capitulo 45

707 80 26
                                    

Mi voz sonó natural pero ellos me entendieron.

Muy pocas veces, sin decir nunca, yo me encontraba mal por algo ni mucho menos lo demostraba.

─ Ya sabemos todo ─ murmuró Simón.

—Gracias por guardar el secreto, Gastón —lo fulminé con la mirada.

—Son los únicos que saben —se defendió encogiéndose de hombros.

Me quedaron mirando nostálgicos, pero como siempre Simón y Gastón no se pudieron quedar atrás y comenzaron a hacer bromas y a decir tonterías.

—¿Sabes por qué sigues vivo? —Preguntó Simón alzando sus cejas.

Enarqué una ceja mirándolo.

─ Porque sabes que debes ir a ver a Luna.

—No me hables de Luna —respiré profundo tocando mi cuello.

─ ¿Por qué?

—Me odia, piensa que me olvidé de todo y que no me importa. Es sólo que he estado teniendo tantos problemas que no quiero hacerla entrar en mi vida para soportarme.

—Sabes que ella de todas formas te soportaría —Contestó Ramiro —. Ella no tiene la culpa de nada, y lo sabes.

─ Tampoco yo ─ bajé la voz.

—No hay culpables aquí y ya está, así es la vida y punto. Tienes a tus dos hermanas que te adoran y nos tienes a nosotros, además de Nina, Celeste y Luna que no te dejaríamos solo —comentó Gastón con una sonrisa en su rostro. Él estaba alejadísimo de decir cursilerías, pero estaba haciéndolo.

Solo pude sonreír mirándolos.

—De verdad gracias chicos, estaría más hundido de lo que estoy sin ustedes.

Luego de todo, me obligaron a levantarme. Me duché y me vestí con la misma rutina de siempre: Sacarme las vendas, ducharme, secarme, volver a las vendas, vestirme y finalmente tomarme los anti-inflamatorios. Rutina a la que ya estaba acostumbrándome.

Casi pude sentir su impresión cuando les dije que no podría volver a jugar F.A en dos o tres meses más. Su reacción fue así porque se acercaba un campeonato importante y yo no podría estar ahí si mi recuperación era lenta.

Cuando llegamos a casa, enseguida encendimos el PlayStation mientras Simón bromeaba con mi hermana intentando coquetearle, claramente ella estaba a años luz de darle atención.

—¿Entonces? ¿Cuándo iremos a dónde Luna? —Preguntó Simón pasándole el mando a Ramiro porque había perdido.

Simón se sentó a mi lado y me miró atónito.

—Definitivamente no estoy preparado —respondí inseguro.

Él soltó una carcajada.

—Pareces un puto pájaro recién nacido —se burló.

─ Imbécil ─ reí.

—Vamos, todo saldrá bien —dijo dándome unas palmaditas en la espalda.

─ ¿Qué voy a decirle?

─ Pues... la verdad.

─ ¿Vive muy lejos?

─ A unas dos horas de aquí, igual que yo.

─ ¿Vives cerca de ella? ─ alcé mis cejas.

—Si, a unos diez minutos caminando. Te puedo hospedar si algo sale mal, aunque lo dudo. Su mamá te amará y sabiendo que vienes de aquí, hará que te quedes. Aparte, Luna ya estará queriéndote nuevamente —aseguró.

Eres Mío! Imbécil |Lutteo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora