Capitulo 8

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—¿Qué? — me dirigí a hacia ella enfadado.

—Obvio, mira piénsalo— continuó tranquila— ella es una plástica y tú un descerebrado— rió.

Todos se aguantaron la risa no lográndolo del todo y yo la fulminé con la mirada.

─Igual te gustaría haber sido Ámbar para haberme besado— dije para fastidiarla.

—Qué asco— comentó sacando la lengua— hubiese preferido besar a un perro con rabia.

Todos pusimos cara de asco ¿Por qué hacía esas comparaciones tan asquerosas? Yo no soy lo peor.

—Mientes, estás loca por mí.

—Por favor, yo no me vuelvo loca por imbéciles.

—Este imbécil te gusta.

—Lo único que me gustaría hacerle a este imbécil es golpearlo.

—Eres tan violenta.

—Gracias — sonrió colocando una mano en su pecho actuando que se sentía halagada.

—¿Ustedes no pueden hablar sin discutir? — se entrometió Ramiro — parecen marido y mujer.

—Deberían encerrarlos en una habitación para ver que hacen— comentó Simón.

—Me violaría — dije mirándolos. Todos rieron.

—No saldría vivo de ahí o quizás con más marcas en el rostro— frunció el ceño molesta.

—Eso ya fue mucho —Entrecerré los ojos.

—Idiota.

—Yo no te recuerdo que quemé tus cosas — me molesté aún más.

—Cállate imbécil — dijo furiosa y volteando su mirada al televisor.

—Ya basta — se entrometió Nina.

—Matteo ahora tu preocúpate de arreglar tu situación con Ámbar.

—Sí...— respondí analizando cómo decirle todo a Ámbar.

—¡Llegué! — la escuchamos entrar a la cabaña con una alegría que solo ella podía poseer.

—Ámbar, ven— la llamé. Ella se acercó a mí y tomé una de sus manos arrastrándola hasta mi habitación.

—¿Qué pasa? ─ preguntó haciéndose la víctima.

─ ¿Por qué demonios le dijiste a todos que éramos novios?

─ Solo jugaba ─ respondió inocente.

─ Ámbar, yo no soy tu novio y tú no me gustas. Simplemente te considero una amiga, nada más─ traté de ser lo más amable posible.

─ Solo quería saber cómo era ser tu novia─ me dijo con los ojos de gato con botas.

─ Es mejor que seamos amigos ¿está bien?

─ ¿Tan fea soy?

─ Sabes que eres hermosa, pero entre nosotros no hay ¿Cómo explicarlo? No hay química.

─ Está bien─ se resignó.

Eso había sido fácil... demasiado fácil.

─ Solo te digo una cosa, si no soy yo... no será nadie ─ dijo mirándome rencorosa y salió de la habitación.

LUNA VALENTE

Molestar a Matteo era muy fácil, tan fácil como hacerme enojar.

No me gusta quedarme callada hasta que la otra persona se calle o alguien se entrometa a separarnos y veo que a mi amigo Matteo tampoco le gusta callarse.

Era obvio que a Matteo le molestó que Ámbar haya dicho eso, su rostro lo decía todo. Realmente no sé hasta qué punto puede llegar Ámbar para conseguir lo que quiere.

─ ¿Todo bien? ─ le preguntó Ramiro a Matteo que se sentó en el suelo, luego de hablar con Ámbar.

─ Sí─ respondió intranquilo.

─ ¿Qué te dijo? ─ preguntó Nina.

─ Algo así como "Si no soy yo, no será nadie", no se a lo que se refiere ─ respondió confundido.

─ Creo que Luna tiene razón al decir que eres un descerebrado ─ Comentó Celeste ─Significa que si ella no puede ser tu novia, nadie más lo será, es decir, que ella les hará la vida imposible a tus posibles futuras novias.

Matteo bufó molesto.

Estuvieron conversando un rato mientras yo jugaba PlayStation con Ramiro y riéndonos a carcajadas porque no podía pasar una etapa y él ya llevaba como el doble de lo que llevaba yo.

─ Eres muy mala─ rió molestándome.

─ Este aparato está malo ─ reí divertida.

Matteo nos miraba de reojo.

─ Estoy aburrido ─ comentó Gastón.

─ Yo también─ lo apoyó Celeste.

─ Vamos a jugar juntos─ bromeó Ramiro.

Todos reímos.

─ ¿Vamos a la piscina? ─ propuso Simón.

Ramiro pausó el juego justo cuando iba a pasar la maldita etapa.

─ ¡Ramiro! ─ lo miré desencajada y luego le golpeé su hombro.

Él rió burlesco.

─ Vamos hermano, yo te acompaño─ le dijo Ramiro a Simón, poniéndose de pie.

─ ¡Vamos todos! ─ exclamo Nina.

Todos nos pusimos de pie y corrimos a la piscina, todos estábamos con trajes de baño, ya que habíamos pasado gran parte de la mañana en el agua.

Al llegar, había unas cuantas personas y nos metimos de todas maneras. Estuvimos bastante rato jugando y cuando me dio frio me salí para buscar mi toalla... ¡Diablos! La había dejado en la cabaña.

─ ¿Qué te pasó? ─ me preguntó Simón desde adentro de la piscina.

─ Se me quedó la toalla en la cabaña─ contesté mirando mi labio inferior.

─ Yo tengo otra ahí─ señaló Matteo.

Lo miré en silencio, no iba a tomar su toalla, ni porque me diera hipotermia.

─ ¡Luna! Sácala, no tiene ni ácido, ni nada─ me observó serio.

─ No te preocupes─ lo miré─ voy a la cabaña.

El frunció el ceño y volteé para caminar a la cabaña, no había puesto un pie afuera del césped cuando sentí unos brazos fuertes que me rodearon con una toalla.









El frunció el ceño y volteé para caminar a la cabaña, no había puesto un pie afuera del césped cuando sentí unos brazos fuertes que me rodearon con una toalla

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Eres Mío! Imbécil |Lutteo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora