Capitulo 44

619 71 13
                                    

Todos sonreímos, todos íbamos a extrañarnos. Caminamos fuera de la cabaña hasta el centro del campamento en donde habían buses de segundos pisos y casi todos los integrantes del campamento, tal cual como el día en que habíamos llegado.

Comenzaron a llamar por lista a las personas hasta que nombraron a Celeste, Nina y Ramiro que vivían relativamente cerca.

Todos nos abrazamos los unos a los otros diciéndonos algunas cosas nostálgicas como cualquier despedida y prometiéndonos volver a vernos cualquier día del año.

Los vi alejarse con lágrimas en sus ojos mientras me quedé con Ámbar, Gastón y Simón.

Los micrófonos sonaron nuevamente y llamaron a Gastón.

─ No quiero irme ─ bromeó él.

Simón lo abrazó dándole palmaditas en la espalda diciéndole que lo vería entrenando afuera del campamento. Luego me abrazó a mí y dijo: "Voy a llamarte si sé cualquier cosa sobre el idiota" Refiriéndose a Matteo. Sonreí en silencio.

Ámbar era la última ya que su madre es dueña del campamento y se va al final. Nos despedimos de ella con un abrazo simple, no iba a extrañarla de todas formas y caminé junto a Simón al bus del cual nos habían llamado. Iba subiéndome cuando alguien me llamó.

—Espera, espera —volteé a ver, era Michel, su voz era reconocible ahora.

Retrocedí unos pasos y lo miré,

─ Ven aquí abrázame ─ dijo extendiendo sus brazos.

Lo abracé un largo rato mientras él me deseaba lo mejor y que quizás afuera nos íbamos a ver o el próximo año en el campamento.

─ Gracias ─ sonreí mirándolo.

─ Cuídate ─ beso mi frente y se alejó.

Subí al bus sentándome en el mismo lugar de siempre, a un lado de Simón. Nos fuimos la mitad del camino conversando y la otra mitad escuchando música y durmiendo. El viaje se me hizo muy largo, hasta que finalmente el bus se estacionó y todos comenzaron a bajar en orden. Al estar abajo saque mis maletas de entremedio y me dediqué a divisar a mi madre.

—¿Ves a alguien? —preguntó mi amigo.

—No —respondí entrecerrando mis ojos tratando de ver más allá. Vi a una mujer agitar su mano, mamá. —Ahí está —reí.

Él sonrió mientras ella se acercaba. Nos dio un gran abrazo a ambos.

─ ¿Qué tal el campamento este año? ─ preguntó emocionada.

—Debo contarte miles de cosas —contesté.

Simón sonrió, y luego desvió su mirada.

—Ahí están mis padres —dijo —, debo irme.

Volteé a mirarlo y lo abracé con fuerza, él también a mí, tanto que levantó mis pies del suelo.

─ Voy a extrañarte mucho ─ le dije.

—No me extrañes demasiado, asegúrate de haberte acostumbrado a mi rostro porque iré a visitarte seguido.

─ Eso espero.

—Así es hermanita —besó mi mejilla, luego mi frente y se marchó.

Mi madre me ayudó a llevar las maletas al auto. La media hora de viaje a casa le conté toda la historia de Matteo y yo. Claramente omitiendo que tuvimos sexo o cualquier tipo de contacto sexual.

Eres Mío! Imbécil |Lutteo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora