Capitulo 6

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-¡¿Podrías levantar tu trasero del sillón y ayudarnos con lo que falta?!- le pregunté exaltada volteando a mirarla.

-No me hables así, si no quiero no lo haré.

-¡Has estado horas pintando tus uñas! ¡Estás en un campamento no es un desfile de modas! ¿A quién pretendes sorprender? ¿A un mosquito?

-Luna, cálmate- dijo Ramiro.

—¡No! Ya es suficiente, cada día Ámbar hace lo que quiere, debe ayudar en algo, no sentarse como princesa a no hacer nada, no somos sus empleados.

—La verdad si —Contestó Ámbar - Yo muevo los dedos y tú puedes estar fuera del campamento.

— ¿Si? Pero yo puedo dejarte morada antes de irme de aquí —La amenacé.

-No me das miedo- dijo entrecerrando sus ojos.

—No me interesa que me tengas miedo, no seas estúpida. Eres una integrante más de ésta cabaña y quieras o no vas a ayudar igual —Dije lanzándole un paño mojado para que limpiara, ella puso cara de asco y lo esquivó.

-¡Idiota! ¡¿No entiendes que no quiero?!

-¡Eres una maldita consentida!- le grité.

Todos estaban mirando como discutíamos, pero nadie se entrometía hasta el momento en que llegó Matteo.

—¿Qué sucede? ¿Por qué hay tanto escándalo? —Preguntó Matteo caminando hacia la sala.

-¿estás acusándome? ¡Tienes ayudar al igual que todos!

-Si, te acuso con Matteo porque puede ayudarme a quemar tus cosas.

Entrecerré mis ojos y definitivamente si no fuera por un mesón que se cruzaba entre ambas ya la habría asfixiado.

—¿Para qué quieres que limpie? ¿No puedes ayudar en silencio? —Me preguntó Matteo en un tono molesto.

—Tú no te metas —Lo miré —No es justo que todos hagamos algo y ella no.

-¿En qué te afecta?

-En que somos un maldito grupo y hay que ayudar a mantener limpia la cabaña.

—Eres una envidiosa que no se preocupa de sí misma —Dijo Ámbar mirándome. —Encargate de tu vida.

—¿Envidiosa? ¿De ti? Preferiría ser un sumo en vez de ser una plástica como tú.

—¿Crees que eso me afecta? Soy linda, simpática, mírame... No como tú.

-Realmente eres una idiota sin cerebro.

—Luna, no la necesitas limpiando, no fastidies —Comentó Bruno sonriéndole a Ámbar.

—Nadie está hablando contigo, ponte un paño en la camiseta. Como siempre eres un descerebrado, no me sorprendes.

-¿Perdón? ¿como me llamaste?

-¡Baboso!- exclamé mirándolo.

— ¿Quién te crees que eres? —Comentó acercándose a mí —Deja a Ámbar tranquila y a mi también ¿Bueno?

— ¿Que? ¿Ahora eres el guardaespaldas de Ámbar?

-No, pero el amigo sí.

— ¿Sabes? ¡No me importa! ¡No me importas tú —Dije señalándolo a él —Ni esa otra! —Señale a Ámbar —Lo único que le estaba pidiendo a ella era que ayudara a mantener en buen estado ésta cabaña.

-No te molesta en nada que no esté limpiando.

—Claro que me molesta porque no somos sus empleados y a ella no la regañarán si esta desordenado, sólo por el hecho de que es la hija de la dueña, pero a nosotros sí... No seas imbécil —Dije enojada.

Eres Mío! Imbécil |Lutteo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora