Se acercaba año nuevo a pasos agigantados y otra gran fiesta se vendría encima.
Fui a desayunar con Celeste, ya que Nina estaba conversando no sé qué con Gastón.
─ ¿Y Matteo? ─ Me preguntó moviendo sus cejas de arriba hacia abajo de una forma graciosa y burlesca.
─ Lo odio ─ fruncí el ceño.
─ Creo que desde hace tiempo dejaste de odiarlo.
─ Es tan perfecto, por eso lo odio ─ reí.
Ella rió junto a mí.
─ Debes aprovechar, después no lo veras en ocho meses.
─ Así es ─ Suspiré ─ ¿Y Ramiro? ─ Desvié el tema.
─ Es tan complicado ─ suspiró confundida.
─ ¿Por qué?
─ Porque un día me quiere y otras me manda lejos, creo que es bipolar ─ Rió restándole importancia, pero a mí me parecía horrible.
─ Eso no está bien ─ le dije seria.
─ Bueno, pero ahora nos distanciamos un poco porque dijo que quería pensar.
─ Ojalá todo salga como quieres ─ Le dije honesta, la verdad no me gustaría ver a mi amiga sufriendo por Ramiro.
─ Gracias amiga ─ me sonrió.
Luego de desayunar, me quedé sentada en una banca viendo algo en mi teléfono, que poco lo usaba ahí porque no había internet. Celeste siguió caminando hacia la cabaña para ir a ver a Nina.
─ ¿Disculpa? ¿Puedo sentarme? ─ Escuché una voz masculina que me desconcentró por completo, levanté mi vista para encontrarme con un chico tan demoniacamente perfecto.
─ Sí, claro... —Respondí mirándolo con la voz entrecortada.
─ Soy Michel ─ se presentó.
─ Y yo, Luna ─ sonreí.
Alto, tonificado. Su cabello era negro como el carbón, piel clara y unos ojos azules muy intensos que resaltaban enseguida.
─ ¿Eres nuevo? ─ pregunté.
─ Si, me expulsaron del campamento anterior y me trasladaron aquí ─ Respondió sonriente.
─ ¿Expulsado? ─ reí.
─ Si ─ Carcajeó ─ Estaba colapsado, me explotaban demasiado en básquet y colapsé gritándole a la dueña y aquí estoy ─ Rió sencillo.
Sonreí mirándolo.
─ ¿En qué cabaña estas? ─ Me preguntó con curiosidad.
─ En la 30 ¿y tú?
─ En la 25, parecen buenas personas ─ Me contó.
─ No los conozco ─ me encogí de hombros.
─ ¿Aquí juegan básquet?
─ Si ─ Sonreí ─ pero a lo que le dan más atención es al F.A.
Él enarcó una ceja para luego acomodarse en la banca.
─ Mejor aún ─ Respondió tranquilo ─ Así juego básquet en paz.
─ Claro.
─ ¿Me acompañas a inscribirme?
─ Si, vamos.
Nos pusimos de pie y caminamos a la oficina de deportes. Golpeamos y salió Alfred con una sonrisa en su rostro.
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Eres Mío! Imbécil |Lutteo|
Teen Fiction-Imbécil. -Insoportable. -Idiota. -Consentida. -¡Déjame en paz! -Admite que te encanta discutir conmigo. -Lo único que me encantaría relacionado contigo es que desparecieras. Luna y Matteo. ¿Por qué se odian? ¿Por qué se quieren? ¿Por qué no pue...