Capitulo 36

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—No, no lo sabes —Suspiré —Tu no estás todos los días con él, cuidándolo y tratando de demostrarle cariño sabiendo que lo olvidará dentro de una hora.

—Matteo, sabes que no puedo estar peor. Sofía no debe tomarlo de la peor manera, tiene 6 años.

—Ella no lo disfrutó en sus mejores tiempos —solté en un suspiro y masajeando mi sien con nerviosismo.

─Ya basta Matteo, me harás llorar.

—Bianca, por favor llámame y ven a sacarme de aquí, rápido.

—Si Matteo, no te preocupes. Nos vemos, adiós

─Adiós ─ colgué.

El nudo en mi garganta aumentó, pero no quería llorar, no debía llorar. Debo pensar positivo, mi padre no me abandonará, no me dejará solo.

— ¿Qué pasó hermano? —La voz de Ramiro me sacó de mis pensamientos.

Levanté la mirada totalmente perdido.

—¡Matteo habla! —Gastón se puso de pie frente a mí.

Ramiro rápidamente se puso a un lado de Gastón.

—Es mi papá —respondí con dificultad.

—¿Qué? ¿Qué sucede? —Preguntó Gastón notando mi inseguridad.

—Esta grave, en una clínica —Mi voz se quebró y ambos abrieron sus ojos sorprendidos.

—Tranquilo hermano, ya verás como mejorará —comentó Gastón apoyando su mano en mi hombro.

Asentí queriendo creerle.

—Voy a... Daré una vuelta —me separé de ellos tratando de buscar a Luna.

Ella, ella era mi única escapatoria. Sabía que en mi peor momento iba a consolarme y sacarme una sonrisa. Al diablo todo lo que estaba pasando entre nosotros, debía escucharme, quería que me escuchara. La necesito. Realmente me sentía desesperado por tantas cosas.

Caminé sin dirección en busca de Luna. En la cabaña no estaba, cafetería tampoco, canchas tampoco, piscina tampoco, baños y duchas menos ¿Dónde diablos estaba? En ese momento lo único que quería era tenerla aquí, abrazándome y diciéndome que todo estará bien aunque no fuese así.

Caminé unos pasos más doblando hacia la cabaña, rindiéndome. Definitivamente ella esta evitándome a toda costa.

Mis ojos divisaron a unas personas, miré y desvié mi mirada hacia adelante. Esperen, esperen ¿Luna? Mi mirada se fijo nuevamente en esas personas. Luna y Michel, no estaba preparado ni mental ni emocionalmente para eso.


LUNA VALENTE.

Después de evitar a Matteo toda la tarde, ya estaba oscureciendo. Me senté en una banca para intentar detener mis pensamientos estúpidos y aclararme, pero unos segundos más tarde, Julián se sentó a mi lado.

—Hola —sonrió dándome un beso en la mejilla.

─Hola ─ sonreí sin ganas.

─¿Cómo estás?

─ Bien ¿y tú?

─ Bien ─ respondió ─ ¿Pasó algo?

─ ¿Por qué?

—Te noto rara y extrañamente no te he visto con Matteo ¿Coincidencia?

Mi garganta se apretó para no comenzar a llorar en frente de Michel. Debía mantenerme fuerte y digna, como Luna Valente siempre lo había sido.

Eres Mío! Imbécil |Lutteo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora