Capitulo 39

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─ Era segunda vez que lo hacías, ¿Cómo querías que reaccionara? estaba confundida ─ confesé ─ lo he estado pensando y sé que nada de lo que pasó fue nuestra culpa.

Se quedó en silencio por unos segundos, luego su mirada se detuvo en la mía, una vez más.

─ Lo siento, Luna ─ no despegó su mirada grisácea de la mía.

─ ¿Por qué?

─ Por haberte gritado, por alterarme de esa manera, por asustarte, Luna. Realmente lo lamento. No pude controlarme.

─ ¿Por qué te pusiste así? ─ bajé la voz.

Él acarició su nuca doblando un poco el cuello.

─ Estaba muy dolido por lo de Ámbar y me sentía jodidamente culpable, además de que me evitaste a toda costa ─ comentó ─ Hoy en la tarde me llamó mi hermana para contarme que mi papá está grave en la clínica y todo se vino abajo ¿sabes? ─ Su rostro parecía tranquilo, pero sabía que estaba quebrado ─ en ese momento no pensé en nada más que en ti. No me interesaba lo de Ámbar, ni menos nuestra discusión absurda, yo lo único que quería era tu contención para tranquilizarme y saber que todo iba a estar bien mientras estuvieses a mi lado. Recorrí todo el campamento sin encontrarte y cuando ya estaba rindiéndome te vi, pero besando a Michel ¿Cómo crees que me sentí? Estaba hecho trizas, Luna. ─ Su voz se quebró.

─ Pero, ¿por qué reaccionaste así? No era motivo para estar tan agresivo, hacer un agujero en la pared, ni gritarle a todo el mundo como lo hiciste.

─ Desde pequeño he sido muy impulsivo y hago tonterías todo el tiempo ─ fijó su mirada en mí─ Cuando mi madre se fue dejándonos a mi padre y a mis hermanas, yo tenía diez años y tuve un trance en donde destrocé todo lo que estaba a mi alcance, todo. Mis juguetes, los muebles, gritaba mientras lloraba. Golpeé tantas cosas que mis nudillos sangraban y tengo algunas marcas en mi cuerpo que ya no se ven, me hice daño a mí mismo en ese puto trance Luna, ¿comprendes?

Intentaba asimilar todo lo que me estaba contando.

─ Era sólo un niño y no podía contener todo dentro de mí ─ me contó con sencillez, como si estuviese acostumbrado ─ Después de eso estuve con pastillas por unos años y con psicólogo hasta que logré controlarme. Y hoy entré en un trance, pero fue algo muy pequeño.

─¿Pequeño?

─ Si. Y realmente no quería que esto volviera a pasarme.

─ No es tu culpa ─ acaricié su rodilla.

Él sonrió con desgano.

─ Mañana me iré ─ su tono de voz bajó y mi ritmo cardiaco aumentó. Sentí como todo en mi interior caía a pedazos al escuchar eso.

─¿Dónde?

─ Mi hermana vendrá a retirarme, iré a ver a papá.

─¿Volverás?

─ No lo sé.

─ ¿Qué hay de nosotros? ─ bajé la voz con un nudo en la garganta.

─ Nada ─respondió seco ─ creo que al fin y al cabo, no estamos destinados a estar juntos.

Todos los pedazos de mi corazón que ya estaban rotos, ahora volvieron a romperse, como si eso fuera posible. No pude evitar que mis ojos se cristalizaran, pero rápidamente me puse de pie.

─ ¿A dónde vas? ─ Matteo se dirigió hacia mí poniéndose también de pie.

─ ¿Qué no estamos destinados para estar juntos? ¿Esa es tu excusa?

Eres Mío! Imbécil |Lutteo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora