Capitulo 3

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Celeste y Nina insistían en decirme que no lo hiciera, pero lo haría de todas maneras, aunque el presidente me lo prohibiera, estaba tan decidida.

Entré a los camarines y saqué toda la ropa que Matteo tenía en su casillero, la puse dentro de una bolsa de basura y la boté dentro de un basurero que ahí había. Cambié su shampoo por pintura y escribí en su casillero "Imbécil" con lápiz permanente. Dibujé unos labios con lápiz labial y salí de ahí victoriosa, que mala soy lose.

Pasaron algunas horas, y en la hora libre llegó Matteo a mi lado, eufórico, alterado y enojado con el cabello azul. Reí mirándolo, la venganza era tan dulce.

--Flashback--

-¡¿Qué demonios pasa contigo?!- me gritó.

-¿Qué te pasa?- pregunté ingenua.

-¡No te hagas la desentendida! ¡¿Dónde esta mi ropa?!

-¿De qué estás hablando?- seguiría con ese tono de voz hasta que estallara.

-¡¿Eres estúpida o qué?! ¡Son mis cosas! ¡Mira mi cabello!

-Cállate por favor, yo no se nada. ¡Dios que vergüenza!- ironicé.

-Esto no se quedará así, ya verás como te expulsarán del campamento!

-No tienes pruebas- me encogí de hombros.

Él se acercó a mí y me apegó a la muralla, puso sus brazos a ambos lados y me encerró.

-¿Quieres jugar conmigo?- preguntó amenazador- veremos quién juega mejor.

Volteó sin mirarme.

--Fin del flashback--

Claro, no todo se quedó así. Luego encontraba mi habitación hecha un desastre, seguí vengándome hasta que una gota rebalsó el vaso, Mi vaso porque creo que su vaso ya estaba totalmente rebalsado.

Un día llegué de la cena, iba a entrar a mi cabaña, cuando de pronto una gran nube de humo de desconcentró.

--Flashback--

-¿Qué pasó?- le pregunté a Celeste.

-No lo sé- respondió mirándome.

-¡Luna! ¡tus cosas!- gritó Nina corriendo hacia la fogata.

Corrí hacia allá sin preocuparme de mi alrededor, vi a mis amigos que comenzaron a tirar baldes con agua... Sí, eran mis cosas. Mi ropa, mis adornos, mis cuadernos y lo que más me dolió, un cuaderno que siempre traía al campamento con miles de fotografías de mi familia, de mis amigos y miles de palabras escritas por ellos. También una carta que había escrito mi hermano antes de tener ese estúpido accidente que le cobró la vida, Alexander, nada se quedará así.

Mis ojos se llenaron de lágrimas instantáneamente, estaba todo quemado...

-¡Es un imbécil! ¡Un idiota! ¡un hijo de puta!- grité llorando  histérica.

Mis amigas trataron de calmarme, pero las ignoré y corrí donde la dueña del campamento y lo único que me dijo fue "No tienes pruebas si fue Matteo o no" Era obvio que diría eso, si la idiota de Ámbar amaba al puto de Matteo y lo protegió hasta el final.

Divisé a Matteo al salir de la rectoría, yo aún estaba llorando muy histérica.

- ¡Matteo!- lo llamé a gritos.

El volteó a mirarme con una sonrisa victoriosa y se detuvo. Al estar en frente de él sólo quería ahorcarlo.

— ¿Estás llorando? —Soltó una carcajada—Tu querías jugar y sabes que yo juego mucho mejor que tú.

Eres Mío! Imbécil |Lutteo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora