Capitulo 35

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— No lo sé ¿Por qué siempre debe seguir todo lo que ella dice?

— Porque el idiota quería protegerte, pero no le resultó como esperaba.

— Aún así es un imbécil — continué con molestia.

Estuve la mitad del día en mi habitación torturándome pensando en todo lo que me había dicho Matteo "No eres la única que se enamoró" Si, claro, ¿Acaso esperaba que le creyera después de esto?

Al otro día me desperté temprano, me duché y luego me dirigí a desayunar junto a Nina quién estuvo intentando subir mi ánimo. Celeste estaba con Ramiro, había dicho que más tarde estaría junto a nosotras. Lo que más intentaba era, exclusivamente, no encontrarme con Matteo en ningún sitio del maldito campamento.

MATTEO BALSANO.

¿Cómo podría explicar como me estoy sintiendo?

Nunca imaginé que iba a confesarle a Luna que estoy enamorado de ella de ésta manera. De hecho me imaginaba algo romántico, no una situación tan oscura y molesta como ésta.

Luna intentaba evitarme en cada lugar del campamento y se notaba muchísimo, pero lo hacía porque sabía que lo único que yo quería era hablar con ella. Ámbar es una víbora tan venenosa... Y yo, el estúpido, había caído como un niño.

— Hey Matteo — Escuché, alcé mi vista para mirar quién estaba llamándome.

Ámbar.

La miré irritado y ella se sentó como sí nada a mí lado.

—¿Y? ¿Lunita ya se suicidó? —Preguntó en un tono burlesco que definitivamente no me pareció para nada gracioso.

—No me fastidies —me puse de pie —y no te acerques a mí.

—¿Quieres que te echen de este campamento?

—¿Sabes? ¡Al diablo con éste campamento! —Alcé la voz —Ve, corre con tu madre, dile que no pierda tiempo y que me expulse rápido.

Su rostro comenzó a cambiar y rápidamente podía verse totalmente molesta.

─ No sabes con quien te metes Balsano.

—Lo sé muy bien Ámbar y no me interesa —solté —No eres nadie, no me importas ¿Comprendes? Antes si, antes te consideraba hasta una amiga, pero ahora con todo esto descubrí que eres una maldita víbora.

La dejé con la respuesta en su garganta y caminé decidido a la cafetería. Me senté junto a Ramiro y Gastón quiénes estaban comenzando a comprenderme.

—¿Todo bien? —pregunté mirándolos intercaladamente.

─ Claro que sí ─ sonrío Gastón.

─ ¿Han hablado con Luna?

─ No, pero Simón sí.

─ ¿Dónde está?

— Con una chica de otra cabaña, luego quizá te cuente la manera en que Luna te esta odiando —me respondió Ramiro encogiéndose de hombros.

Fruncí el ceño imaginando a Luna diciéndome "Te odio" corazón hecho trizas en tres, dos, uno.

Michel pasó cerca de nosotros y los tres nos quedamos fijamente mirando lo que hacía. Levantó la cabeza en forma de saludo y continuó caminando.

─ ¿Debería preocuparme? ─ pregunté en voz alta.

─ Sí ─ respondieron al unísono.

—Diablos, les aseguro que ahora ese imbécil irá a consolar a Luna, es lo típico —Comenté con molestia.

—Claro y puede. Al fin y al cabo son "amigos" —dijo Renato marcando la palabra "amigos" con sus dedos fingiendo unas comillas.

Suspiré irritado imaginando la situación y quise estrangular a Michel con mis propias manos.

Nos pusimos de pie y caminamos al césped, nos sentamos conversando y mi celular nos interrumpió. Lo saqué, miré la pantalla "Número desconocido" , Me puse de pie cerca de los chicos y me digné a contestar.

─ ¿Hola?

¿Matteo? ¿Eres tú? —Esa voz me pareció demasiado conocida y familiar.

─ Si... ¿y tú eres?

Soy Bianca, idiota ─ contestó enfadada.

—Bianca, lo lamento, no pensé que me llamarías de un número desconocido.

Bianca Balsano. Mi hermana tres años mayor que yo, vive con mi tía y mi hermana menor de 6 años.

—Si, Sofía botó mi celular al agua.

Reí imaginando a mi demoniaca hermana menor botando el celular de Bianca al agua.

—Bueno, no te llamaba para eso —Su voz se tornó seria.

─ ¿Pasó algo?

Es papá... —respondió.

Mi estómago se apretó y tratando de no imaginar lo peor, hablé.

─ ¿Qué pasó?

—Esta en la clínica, grave... Muy grave, Matteo.

—¿Que? —Mi voz sonó entrecortada y descolocada haciendo que mis amigos voltearan a mirarme —Dime que es una broma.

—No Matteo, por eso te estoy llamando.

—¿Cuándo paso? ¿Qué tiene?

—Antes de ayer, pero ha ido empeorando. No sé muy bien qué es lo que tiene, pero es respecto a su corazón. Ya sabes, no entiendo muy bien a los doctores.

─ ¿Dónde estás?

─ En la casa de ustedes.

—Supongo que vendrás a sacarme de aquí.

─ Si, mañana o pasado.

—Bianca, por favor no tardes, no quiero llegar allá y encontrarme con peores noticias —mi voz sonó como un suplicio. Realmente estaba preocupado.

—Si Matteo, no te preocupes por eso. Te estaré llamando, por favor mantente tranquilo.

—No puedo estar tranquilo —mis ojos comenzaban a arder.

─ Matteo, sé que es difícil.


Eres Mío! Imbécil |Lutteo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora