Ella sonrió en silencio y luego me acosté a su lado.
─ ¿Paz entre nosotros? ─ estiré mi mano.
─ Está bien ─ apretó su pequeña mano con la mía.
Fingimos muy bien que el momento era normal, aunque fue muy incómodo.
...
─ ¡Uno, dos! ¡Vamos Trey! ¡Mueve ese trasero! ─ escuché una voz masculina muy fuerte.
Me sobresalté y abrí mis ojos, vi a Luna entre mis brazos durmiendo. ¡Mierda! Nos quedamos dormidos y ese sonido venía de las canchas, estaban entrenando ¿Quién demonios entrena después de la fiesta de navidad? ¡Maldito Alfred!
─ Luna, despierta ─ la moví lentamente.
Ella abrió sus ojos mirándome con lentitud.
─ Nos quedamos dormidos.
Luna se sentó enseguida soltándome.
─ ¿De dónde vienen esas voces? ─ preguntó mirando hacia todos lados.
─ De la cancha, están entrenando.
─ ¡Diablos!
─ Shh... ─ la callé.
Me puse de pie pensando en qué demonios hacer para salir de ésta. Hasta que se me ocurrió el plan B y le dije a Luna que bajáramos. Caminamos en silencio alrededor de toda la cancha, agradecí que fuera un muro lo que nos cubría y no una reja.
─ ¿Y ahora qué? ─ preguntó ella.
─ Aquí están los camerines, debemos actuar ─ la miré.
─ ¿Qué?
Seguí caminando y llegamos a una reja con un agujero abajo, pasé casi de rodillas y Luna también. Bajamos una escalera que nos llevaba al otro extremo de los camarines.
─ Ruega a que estén todos en la cancha ─ susurré.
─ No me asustes.
─ Ya sabes, si Alfred nos ve, inventaremos algo.
Giré la manilla de la puerta y me asomé al pasillo, no había nadie. Le tomé el brazo a Luna y la arrastré hasta adentro, cerré despacio y caminamos suavemente por el pasillo.
─ ¿Dónde está Matteo? ─ escuchamos la voz de Alfred y unos pasos que se acercaban.
La puerta de entrada se abrió dejándome ver el rostro de Simón quien nos vio a Luna y a mí. Él se detuvo unos segundos dándome el pase para abrir la puerta de los artículos de aseo y me metí ahí junto a ella. Demasiado pequeño.
─ Se estaba levantando Alfred, no pensábamos que ibas a ser tan cruel y harías entrenamiento hoy ─ mintió Simón. Aunque en cierto punto era verdad.
Suspiré aliviado y Luna también.
Los pasos se alejaron y abrí lentamente la puerta. Luego de salir de ahí, corrimos a la cabaña. Me puse la ropa de entrenamiento y corrí devuelta a la cancha.
─ ¡Llegas tarde! ─ comentó Alfred al verme.
Seguía agitado por haberme apurado tanto.
─ Lo lamento ─ comenté intentando regular mi respiración ─ eres el único desgraciado que nos hace entrenar hoy.
Él rió divertido.
─ ¿Cómo estuvo tu noche?
Sonreí recordando todo ─ excelente.
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Eres Mío! Imbécil |Lutteo|
Teen Fiction-Imbécil. -Insoportable. -Idiota. -Consentida. -¡Déjame en paz! -Admite que te encanta discutir conmigo. -Lo único que me encantaría relacionado contigo es que desparecieras. Luna y Matteo. ¿Por qué se odian? ¿Por qué se quieren? ¿Por qué no pue...